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jueves, 23 de mayo de 2013

La experiencia de Manuel II



Manuel permaneció todo el día taciturno. La idea de una infidelidad de Paqui le atormentaba. No era en tanto por el hecho en sí, es decir por las consecuencias que tendría y el calado del mismo. También era y esto le preocupaba más, por saber cual era la respuesta acertada.

Era evidente que tenía que hacer algo ¿pero qué? A ver ¿cogía la escopeta y terminaba con la vida de su mujer y su amante? ¿O quien dice la escopeta un cuchillo de cocina!

¿Tomaba la infidelidad de su mujer como escusa?  Y se marcaba una coyunda en plan alarde con La Clara, que era lo mismo que decir, con la primera "single" disponible.

Analicemos  se decía. Las soluciones pasionales no eran su estilo. Eso lo tenía muy claro, el echar los pies por alto y montar un pollo tampoco. Cepillarse a La Clara, cosa que por otra parte creía fácil y asequible, tampoco parecía un fasto apropiado para semejante ocasión.

Quitando a La Clara y alguna otra single que conocía, llego a la dolorosa conclusión que para una cabalgada de farde tendría que pagar, a sus años las mujeres ya no eran gratis. Bueno en realidad nunca salen gratis, se decía. Como decía Antonio si divido lo que me ha costado mi mujer por los "polvos que le he echao" Podría haber visitado los mejores burdeles de medio mundo.

Triste sino el suyo, tenía de una manera u otra que pagar el servicio y lo peor era que puestos a pagar no daba un céntimo, por lo que su situación le ofrecía. Hay que joderse se decía, tener que pagar por el sexo de una u otra manera, sabiendo que no daría un euro por aquello que tenía más a mano. Envidió a su mujer y de rebote a todas las mujeres, ellas cincuentonas y más aun tenían posibilidades de trabajarse a un chivito retozón como Luis, ellos mientras con su barriguita y alopecia incipiente solo podían cabalgar a golpe de talón o a golpe de visa.

Al final tuvo la gallardía suficiente para ponerse en la piel de su mujer.

¿Qué hubiese sucedido? Si en vez de Luis hubiera sido Luisa, que hubiera hecho él si se hubiese encontrado con la posibilidad de tener un aventura con una mujer veinticinco o treinta años más joven. La duda le ofendía, hubiera sacado fuerza de la farmacia si hubiera hecho falta. Hubiera teñido sus incipientes canas y hasta se hubiera hecho un implante capilar.

Jo anda que en hostelería, no se reían de largo de ese tipo de cliente, los llamaban faustitos señores que soñaban una eterna juventud junto a chicas que podían ser sus hijas.

Al final terminó por reírse, de sí mismo...

Pero bueno su situación no era para tomarla a broma, Paqui necesitaba una llamada al orden y como mínimo un tirón de orejas.

Y de repente se le ocurrió, ¡plás! Idea luminosa. Buscó la carta con el informe de la agencia. ¡Vaya se notaba rozado!  con los dobleces muy marcados y el sobre roto. Pero sabía que hacer descolgó el teléfono y llamó.  

  

miércoles, 22 de mayo de 2013

La experiencia de Manuel


Manuel no se lo podía creer. Nunca pensó en el resultado, tampoco que las insinuaciones de Clara fuesen el detonante. Pensaba con frialdad que todo había sido algo profesional sin otro interés que proteger su negocio.

Luis era ya un peso claro en la cocina, se hacía respetar y en alguna forma lideraba al personal. Creía que cuando la pasada huelga había sido él, Luis, el que había convencido a muchos  de los trabajadores para no hacerla. Al final solo habían faltado dos friegaplatos y un ayudante de camarero. Además era un día clave, ese día tenían una boda por la tarde, y dos comidas con reserva y menú fijado. Menuda faena si el personal le hace huelga.

Pensó en ofrecerle un puesto fijo a Luis, o tal vez montar en sociedad un restaurante en a costa. Podían asociarse. Por eso se decidió a pedir un informe a un agencia de detectives.

Solo se trataba de saber que era limpio, que no pedía a los proveedores un tanto bajo mano por comprar. O cualquiera de las artimañas propias en un negocio como el suyo.

Recordaba que una vez puso un compras para llevar todo lo concerniente a los suministros, y que un día al repasar las cifras que le parecían abultadas encontró un pedido duplicado, lo guardó y el día que tuvo libre se fue a hablar con el proveedor. Este muy serio le confirmó que el pedido era exacto y que había sido entregado en su almacén.

-¿Qué almacén?

Allí fue el drama, resulta que el "compras" se había inventado un almacén donde hacía entregar algunos pedidos, también solían llegar allí los descuentos por cantidad, rápel.

Desde aquel día Manuel comprendió que defender su negocio no era solo mantener la clientela. No le pareció mal pedir un informe de movimientos de Luis, por si acaso.

Cuando lo recibió se quedó de piedra Luis era una excelente persona todos los que lo conocían lo consideraban trabajador sin doblez, no se le conocía amistad o relación con nadie que pudiera ser una amenaza para los intereses de la firma.

Ahora bien se le había visto un par de veces en compañía de Paqui, y se sabía que esta lo visitaba en su apartamento.

El detective con elegancia sugirió investigar esta línea, por si de ello se pudiera deducir alguna conducta dañina para los intereses de Manuel.

Manuel con mucho aplomo dijo que no que ya estaba al corriente de esos contactos y que no tenían importancia alguna.

Pero sentía que en su interior se fraguaba una tormenta de proporciones tremendas.

La Paqui, su mujer tenía una aventura ¡le ponía cuernos!

Dios que espanto, eso requería una respuesta apropiada y la daría vaya si la daría.


martes, 21 de mayo de 2013

Mas recuerdos de Paqui

La Paqui aun se debatía buscando en su memoria los recuerdos. Muchas veces una sola idea le embargaba toda su capacidad... era, como... como, se decía, cuando se vive cerca de un campanario y después del toque la vibración del bronce queda pendiente en la noche... no, no  eso era real, las campanas de San Claudio estaban a tiro de piedra de aquel ático, del ático de Luis.

Cuantas veces las había oído sonar desde esa cama, cuantas veces, contando los golpes del badajo, cuantas veces...

Eran la medida inexorable del tiempo, del final del abrazo, de un último beso. Y era eso el beso o tal vez el intimo placer, el orgasmo alcanzado junto a ese mozalbete, el que aun resonaba en su cuerpo como si ella fuera la campana.

A ráfagas recordaba trozos de su vida, conversaciones entrecortadas con sus amigas y aquella quien fue; La Puri o La Clara que con algo de insidia comentara:

-¿Os habéis fijado, en como La Paqui se acicala? Yo diría que va a la pelu todas las semanas.

Era cierto, pasaba por la peluquería más a menudo, también se hacía una limpieza de cutis y aunque nunca había sido mujer de maquillajes ese cuidado se le notaba.

Lo cierto es que su cara era más tersa, pero sobre ella creía que la razón de su mejora era interna. Vamos que no se debía a ningún agente cosmético.

 Las bromas siguieron en el grupo, eran seis amigas y cinco matrimonios que se conocían casi desde la infancia.

La Clara era la single así la llamaban, no recordaba quien la había puesto el mote. La single lo debía haber dicho por primera vez Antonio. Antonio era un aficionado a la vela, era patrón, tenía un bonito barco, hicieron unas vacaciones juntos. La Paqui suponía que era el que la motejó así. Un día comentó a Manuel, su marido, que porque la llamaban así, creía recordar que antes le decían el non o la de non, por el hecho de no tener pareja.

- ¿Oye que es eso de la single como llamáis ahora a Clara, que pasa que en inglés la soledad duele menos?

Manuel que nunca le había ocultado nada de las cosas que se decían entre los hombres le aclaró. No mujer, es una maldad divertida, cosas de Antonio, por lo visto single es en náutica un cabo solo que siempre va atado a la punta de una "verga".

Ante la cara de perplejidad de su mujer Manuel recalcó lo de verga, por lo visto el año pasado, hicieron un pequeño crucero en el barco de Antonio, él su mujer otra pareja y Clara. Fue Clara la que propuso rotar parejas.

-¿ Y lo hicieron? dijo Paqui.

Ni lo sé ni nos importa, dijo Manuel al mismo tiempo que la abrazaba y con su manaza le oprimía las nalgas.

Pero no eso tenía que haber pasado antes de lo de ella con Luis, o eran cosas simultaneas.

Ay que lío esta memoria a veces nos la juega, recordamos muy bien el hecho pero nunca el orden de fechas.

Un día que las ironías alcanzaban ya un nivel casi doloroso, La Paqui contestó:

Te parecería mejor que tuviese la cara poché, así como salida de la cocina, sabes que mi trabajo es duro para la piel. Siempre entre vapores emanaciones grasas, solo me falta no cuidarme, para dejar mi cara lista para una guarnición o un aliño.

Y algo más encendida continuó. Estoy y vosotras conmigo en esa edad que el cuerpo libera a la mujer de su carga. He sido hembra y madre para mi marido, y ahora, dijo remarcando mucho el ahora, tengo la libertad del cuerpo y la necesidad de sentirme satisfecha de mi. O acaso quieres que me deje amojamar como tu, y pase de joven a abuela sin transición.

Para alguna de sus amigas eso fue una confesión clara de su delito, era la evidencia de que la Paqui, tenía algún entretenimiento. Pero la rotunda expresión de su mirada parecía decir -un y a ti que coño te importa- lo que yo haga con mi vida y hasta con mi cuerpo. Así quedó zanjada la cuestión, si a Manuel le llegó el rumor es algo que no sabemos.

Pasaron uno, tal vez dos años, aquí   la mente le juega otra vez malas pasadas.
¿Tendría que preguntar pero a quién?

Mejor será que la próxima entrega la escriba Manuel.

lunes, 20 de mayo de 2013

La historia contada por Luis.



A Luis le turbaba aun el recuerdo. Aquel día el de la estación cuando había pedido a su jefita que le acompañara.

Nunca supo porque razón le fascinaba La Paqui.

Ella era una mujer ya hecha, con un cuerpo rotundo, proporcionado, le parecía perfecto. Y aunque era mayor que él, le atraía de manera imposible de resistir, muchas veces la comparaba con una fruta cogedera, sobre todo si la comparaba con las chicas las jóvenes que por edad le correspondían.

Todas las jóvenes tenían algo de agraz, de una cierta inmadurez, algo aceda. Tenían la inconsistencia de los sueños de lo movedizo de lo inane.

A él le gustaba, el hablar sereno, el soñar proyectos sin despegar los pies del suelo. Paqui era eso, una mujer con la que podía hablar de lo concreto; de fijar cifras de negocio, de margen comercial de proyectos comunes. No había distracciones, no mezclaba. Y en su imaginación creía que ese era el secreto de la felicidad. Dos mentes aunadas latiendo a un tiempo. Si era trabajo en el trabajo si era amor y sexo, amor y sexo.

¿Cómo mantener una relación? con una mujer, que cuando amaba pensaba en el negocio, cuando negociaba en el sexo, y cuando hacía sexo pensaba en los hijos.

Había tenido dos experiencias anteriores, las dos fueron iguales, un batiburrillo de sentimientos deseos proyectos, mezclado, sazonado con un erotismo incierto, con un sexo fugaz.

Eran eso mujeres fugaces. Como un chiringuito de playa, una terraza de verano. Las había dejado a las dos. Eran por decirlo así como aquel plato de alta escuela que habían inventado entre varios -pura Nouvelle Cuisine-, lo llamaron Almejas, sobre espuma agridulce, de Lombarda. ASEALO en el argot de su grupo de trabajo.

¡Pero bueno eso era juego! Luis era de los de pan pan y vino vino. Y la almeja almeja, el amor y la vida convivencia. Ya había conocido la mujer con jaquecas de extraño origen... no buscaba eso. La Paqui era lo contrario, le daba la impresión de ser una mujer sólida en constitución y en afectos... ¿era así? ¿se equivocaba? Decidió dejarse llevar y esperar una oportunidad. Y el día que llegó se lanzó a fondo, le sorprendió mucho la retirada de La Paqui al primer asalto y más mucho más la reacción contraria producida con inmediatez. Recordaba que habían paseado un poco por la calle principal del pueblo, el no retiró la mano de su cintura durante todo el tiempo.

Solo después, ya en el tren, iban cogidos de la mano. Conforme se acercaban a la ciudad un muro de conveniencia los separaba poco a poco. Bajaron y al alcanzar la calle el dijo:

-Vivo cerca ¿quieres venir a mi apartamento?  La Paqui aceptó, con un si que escasamente oyeron sus sus labios.

 Apenas dentro del patio la volvió a tomar por la cintura, y en el ascensor se dieron un segundo beso lingual profundo, duró hasta el ático de Luis. Y una vez dentro...

Todo había sido muy fácil, dejarse llevar, se amaron sin prisa, del aperitivo al suflé, con la meticulosidad dedos exploradores diestros.

Aun tenia imágenes de ella, que de vez en cuando flotaban en su cerebro y muchas eran de aquella primera vez. El cuerpo contundente, su  vello suave, las nalgas, esa sombra de una cesárea sobre su vientre. Alargaron el servicio hasta los postres y después quedaron enlazados en una amable sobremesa. No era tiempo de pensar solo hablar de ellos, así los vio la luna amantes satisfechos. Cielos era la hora de ir al trabajo se vistieron y salieron en distintos tiempos para llegar al restaurante por distinto camino.

Primero llegó La Paqui, cuando veinte minutos después entró Luis se miraron como si nada hubiera pasado. Mirarse cara a cara sin el menor gesto.

Luis pensó esta hecho...    pecho