jueves, 19 de marzo de 2015

El Suburbano


El poeta sordo cantaba Aida en la estación de metro. Muchos días lo vi al fondo del andén en una zona ciega sin casi tránsito de personas.

"Un esercito di prodi da me guidato. E la vittoria e il plauso di Menfi tutta! E a te, mia dolce Aïda, Tornar di lauri cinto Dirti: per te ho pugnato, Per te ho vinto!"

(Y la victoria y el aplauso de todo Memphis! Y a ti, mi dulce Aïda, El sueño de ser grande para la amada Retorno coronado de laureles Decirle: para ti he luchado)

Yo lo miraba gesticular desde enfrente con su voz poca y mala apagada por el ruido de los trenes. A mi lado una joven “drogata” arrastra por el suelo un reloj al que el camello no ha dado el valor de una dosis. Hoy tendrá que alquilar la figa.

Barcelona sórdida. No estás en los pasadizos del metro donde el mono mata. Mata la falta de chute, y como al poeta sordo lo mata la soledad y sueña ser un Radamés en la puerta del Liceo.

Son los pequeños miserables que se cruzan a diario en nuestra vida, tirados al lado de la via. Me gusta Barcelona la de las pequeñas miserias, la del ratero loco la drogata sola y poeta sordo.

Porque hay otra Barcelona, mucho mas miserable, más sórdida si cabe, es la ciudad iluminada por el sol la de la miseria en los despachos el cava adulterado y la sangre de los políticos. Los grandes miserables, aquellos a los cuales sus amantes negras, negras de alma, les entonan el Ritorna vincitor cuando llegan de poner en el nido del cuco el huevo del soborno, ese que arroja a los hijos de la decencia para dejar es su puesto la corrupción mas abyecta.
¿Qué diferencia hay? Entre la drogata que ve rechazado su reloj y el sobornador que no puede llegar al 3%? La que alquila el sexo por un chute, el que vende el culo por prebendas.

Me quedaré con el poeta sordo que canta Aida y me confiesa:
Ya se estoy loco, pero no hago daño a nadie ni vendo droga ni me prostituyo como aquella del despacho edificado a la sombra del cuento y forrado de oropeles de señera...

miércoles, 18 de marzo de 2015

La Meditación


Preguntó el anciano de la montaña.

¿Que es el infinito?

Uno de los acólitos mas jóvenes dijo:

El infinito es la medida en la cual cualquier otra medida cabe.

El maestro creyó ver una respuesta de las de boca de ganso y preguntó a todos.

¿Que distancia hay al palacio del sultán?

Tres días le dijeron.

¿Y qué distancia diríais qué hay hasta la luna?

Los discípulos quedaron pensativos después uno respondió:

No se puede ir a la luna porque mientras tu vas ella cambia. La luna es como la mujer, que cada veintiocho días muda su cuerpo.

¿Quieres decir con eso?

¿Qué la mujer es inalcanzable?

El discípulo calló, en su interior maldecía la prontitud de su lengua, que le dejaba siempre expuesto a las preguntas del anciano.

¿Por qué razón? Ahora había nombrado a la mujer, algo de lo que no se hablaba casi en ese círculo de vida ascética.



Pero al final aclaró la voz y dijo:

La mujer es creadora de vida, la vida es cambio y mutación, no se puede abarcar a la vida. Es imposible abarcar a la mujer o llegar a la luna en el curso de una vida.



El anciano sonreía para sí viendo el avance de su alumno. Demostraba que ya era capaz de construir escenarios inmensos, donde la luna, la vida, la mujer, el amor y el sexo; la ambición y el altruismo interpretaban o interpretarían su épicos torneos.



Por un momento, lo vio joven, adulto y provecto en el mismo cuerpo.

¿Como sería posible? Crear un único ser; con la inocencia del primer joven, la capacidad de trabajo del adulto y la experiencia del viejo.

Recordó cuando era él el que contestaba así a su maestro. Comprendiendo lo que tantas veces oyó. Es normal que el joven y el hombre se equivoquen. También es cierto que el maestro yerra menos. Pero que el maestro no yerre no es por haber alcanzado la sabiduría. Es por haber hallado la calma del espíritu, el maestro es contemplador y pocas veces es juez. Lo que dice es siempre provisional. Porque el pensamiento es un andamiaje eterno, construcción en perpetua mudanza.

¿Y pregunto, cuantos infinitos hay?

Silencio.

Miró uno a uno a sus alumnos, nadie se atrevía a contestar. Hasta que por fin uno de los jóvenes se atrevió y dijo:


¿Cuanto es infinito partido por dos? ¿y dividido por tres?

Me diréis que la respuesta es infinito. Solo el infinito dividido por sí daría como resultado la unidad. Eso me lleva a pensar que existen infinitos infinitos.

Eso será, dijo otro alumno, si puedes diferenciar cada una de las partes del infinito cociente. Claro que puedo afirmó el primero. Quizá medio infinito sea un concepto difícil de asir. Pero hay otros, el infinito de lo simple, el infinito de lo complejo, el infinito de lo grande y el infinito de lo pequeño.

¿El infinito de lo pequeño? ¿Qué es eso?

Si el infinito de lo grande es una medida en cualquier otra medida cabe infinitas veces. El infinito de lo pequeño sera uno tal que cualquier cosa por pequeña que sea también cabrá infinitas veces...

Llegado a este punto el anciano de la montaña preguntó:

¿Y como es el infinito de lo simple? ¿Y el de lo complejo?

El infinito de lo simple es un infinito en que cualquiera de sus contenidos pueda dividirse en otro infinito mas sencillo. El de lo complejo, será un infinito que como una cebolla está formado por capas cada vez mas complicadas, con mas componentes y mas interrelacionados entre ellos.

Partículas, átomos, moléculas, compuestos, órganos, aparatos, seres.

Los átomos tienen reacciones al igual que las moléculas. Los compuestos forman órganos que tienen funciones al igual que los aparatos. Los aparatos conforman seres vivos que se reproducen nacen crecen y mueren. Y en ese momento cuando se llega al ser este se reconoce. Cuando llega al hombre no solo se reconoce es además capaz de reconocer a otros no yo distinto que yo similar a yo.

El maestro entonó un mantra, e indicó a sus alumnos que era el momento de meditar. Mientras se hundía en su nirvana, en su no ser, el anciano pensó para que me necesitan ya. Y se planteó seriamente el no volver...














viernes, 13 de marzo de 2015

Asados a la bolsa

Me preguntaban el otro día sobre una forma de pre-guisar o asar el conejo para hacer un arroz.
Yo los asados los hago con una bolsa de asar, la ventaja del sistema es que queda un asado limpio, con todos los jugos recogidos y sin manchar o apenas manchar el horno y las bandejas.
En las fotos de abajo veréis la operación hecha con un trozo de cabeza de lomo de cerdo.

Lo primero es preparar la carne con su sal y sus hierbas.
El segundo paso ponerlo en la bolsa, añadir si se quiere vino, yo uso el oporto o el jerez de Lidl que son muy baratos y aptos para la cocina.
Introducimos el vino en la bolsa, y todo en su bandeja lo ponemos en el horno sin pasar los 160/70º. Tiempo estimado una hora por Kg.
Terminado el asado observamos que la bolsa retiene todos los jugos, con un poco de arte o maña separamos el liquido del la carne. Es el momento de darle un poco de rustido con el gratinador. 




El jugo guardado en un frasco de cristal 
forma un depósito bicolor, el superior es grasa el inferior jugo -proteínas- que se gelatinízan. Esa es la parte ideal para sustituir un sopicaldo, para añadir a un sofrito para paella o para asar unas patatas a lo pobre que suelen requerir mas calor 200º.
Eso es todo, hecho así nos garantizamos el perfecto punto del conejo pollo o carne, se puede deshuesar en frio y añadir al arroz en el momento final le sabor al arroz lo da el caldo que ya hemos puesto con el sofrito.
La carne asada, se deja enfriar y se corta en lonchas como fiambre. Unas buenas variaciones con el mismo procedimiento y distintos productos.
Salud.

jueves, 12 de marzo de 2015

Entorno al ser.


Recuerdo que hace ya un montón de lustros, un profesor de filosofía nos contaba en clase que:
“Una de las características de la lengua española es la riqueza de palabras en que existen en torno al yo." Decía, creo que hablando de Ortega, que este filósofo tenía un artículo escrito sobre el ensimismarse.”
Y decía que es una palabra que no existe en otros idiomas. Cierto es difícil de traducir, los diccionarios al uso proponen: perdersi en italiano. Se perdre para el francés, sich verlieren en alemán y perder as estribeiras en portugués. Puede que, lose oneself inglés sea lo más parecido.
Es muy claro, que ni el francés, ni el alemán, ni el italiano, ni el luso, captan la idea. Porque ensimismarse es perderse en si, intoducirse dentro de si.
¿Cómo se puede estar perdido? Cuando se está dentro de uno y se sabe que se está allí.
Leía hace un rato un texto traducido del inglés en que aparecía la palabra inexistente en nuestro diccionario seidad que supongo que quiere ser el participio activo del verbo ser. Pero si no me equivoco eso en español es ente y su manifestación la entidad.
Al iniciar una investigación, pequeña y corta, sobre esta cuestión he tropezado con un léxico relacionado que incluye:
Otredad: 1. f. Fil. Condición de ser otro.
Yoidad. 1. f. Fil. Condición de ser yo.
Talidad. 1. f. Condición de ser tal, con las determinaciones que caracterizan a alguien o algo.
Alteridad. (Del lat. alterĭtas, -ātis). 1. f. Condición de ser otro.
Mismidad.
1. f. Fil. Condición de ser uno mismo.
2. f. Fil. Aquello por lo cual se es uno mismo.
3. f. Fil. Identidad personal.
Nihilidad. (Del lat. nihil, nada, e -idad). 1. f. Condición o cualidad de no ser nada.
Casi nada, lo difícil que es la filosofía. Creo que me quedo en aquello de Sócrates Solo sé que no sé nada.Y mi profe tenía mucha razón.

jueves, 26 de febrero de 2015

Percepción y Consciencia



Perecpciones.
En un principio la psicología fue una ciencia que estudió la percepción. Los primeros estudios son las leyes psicofísicas de Weber-Fechner.

Según ellas, percibimos sensorialmente dentro de unos rangos de estímulo sonidos luz y también conforme a una ley psicofísicas de incremento.

Para notar mas presión calor o sabor es necesario que el estímulo se incremente con una cierta proporción.

Lo que la psicología posterior plantea, y en eso está Karl Jung, es que también percibimos en función de la atención que ponemos.

Así no es lo mismo ver que mirar y oír que escuchar. La diferencia entre una cosa y otra es la atención.

Para este trabajo Jung supone que también percibimos cosas de las que no somos conscientes. Esas percepciones son inconscientes. El ejemplo más claro la madre que se despierta ante un leve movimiento de su bebé, de la que no ha sido consciente. Pero que una (y esto es rizar el rizo) consciencia inconsciente ha puesto en alerta.



Son muchas las cosas percibidas a lo largo de la vida, que se reciben fuera de ese nivel de atención. La consciencia. Por tanto para Jung, el inconsciente está formado por esas cosas percibidas por fuera del campo de atención.



Para este médico y psicólogo estos conocimientos son el inconsciente.

Por otra parte, él dice, que en la función o bajo el área de atención hay una serie de operaciones concretamente cuatro que son:

Percibir, comprobación de que lo percibido es lo que se corresponde. Algo equivalente a “si se mueve como un pato y canta como un pato...”

El tercer paso es que representa eso para mi, para el Yo. Con lo que Jung nos deja en ese difícil Ying Yang en que el Yo se construye en parte en función de lo que se percibe (claro que también la percepción incluiría nuestros propios actos, voz, imagen...)

Por último y simplificando mucho es cuarto grado de la percepción sería una valoración filosófica de todo lo anterior. Entrar a desmenuzar esto es penetrar en un campo tan extenso y complejo como la teoría psicoanalítica de Jung.

Después de esta elemental explicación, lo que Jung dice es que hay personas que por formación o trabajo se dedican a hacer mas ancha la rendija de la consciencia. Que es mi caso.

Añade también el autor, una cierta antropología psicoanalítica y declara que la mente primitiva es mucho mas amplia de consciencia que la del hombre moderno.

Yo remato, es la ciencia y la tecnología la que a puro centrarse en procesos limitados estrecha sistemáticamente la consciencia.

Mi juego, muy consciente, pasa por incrementar el rango de lo percibido tanto en el yo, como en el cuarto grado lo que es en si, el concepto filosófico de las cosas. Esto es lo que produce mis escritos que parece que hubiesen sido escritos bajo otra luz. Pero no es cierto, el percibir bajo relajación sin fijar inmediatamente la atención sobre algo, es lo que te lleva a nuevas o diferentes perspectivas. Eso lo puede hacer cualquiera.