Vengo de dar un paseo,
con José, por las rutas que fueron del Quijote.
José Martínez tiene la
pluma ágil. Se diría, que escribe sus cuartillas, con pluma de ave,
porque sus textos acarician el paisaje su pluma es pincel antes que
estilo, que acaricia por igual paisaje y paisanaje. Huye del estilo
duro que produce rasgos fuertes luces sombras y contrastes. Me
hablaba hoy Azorín -entre otras cosas- de una moza que arrezagada la
falda anda con otros labriegos sarmentando.
Tiene -le dice su guía-
diez y ocho años y es su vecina. Vuela mi imaginación tras la hoy
sarmentadora, mañana espigadora, que luego arrimara su esfuerzo a la
vendimia.
Me parece verla, oler el
acre sudor de su cuerpo, trabajador trabajado. Pienso en cuantas
mujeres dejaron en la huerta, el allozar o la olivera su juventud y su
esfuerzo en silencio.
Mercedes, me decía el
otro día, que pasea, busca en la puesta de sol y la naturaleza la
calma para afrontar la vida. Mercedes tiene un oficio duro,
compartir el alma ayudar al cuerpo. Ella también espiga sarmentea y
vendimia en alma ajena. Que fácil es, que te salpique el desencanto y
la pena. Y hay que llegar a casa como la arrezagada; dispuesta a dar
amor. Sonreír, amar, oficios de mujer casi nada...
Darío