lunes, 2 de octubre de 2017

De la vara Jacetana a San Miguel.

Termino el día en Jaca, en esta ciudad, es obligatorio visitar tres sitios. La Catedral, Casa Echeto en frente de la puerta lateral, y casa Langa.
Si, si ya se que hay un castillo, una torre, La Ciudadela... pero eso son piedras, y de ellas ya llevamos una buena ración.

Echeto, es una pastelería con abolengo, un apellido no muy común en España pero con amplia representación en América. Pero no es la heráldica ni la genealogía la que me lleva a esa tienda. La idea es comprar unos pasteles, llamados Condes de Jaca, son la elaboración mas conocida de la casa.
Luego una visita a Langa, no tengo ni idea porque razón el DRAE dice: 1. f. Bacalao curado.
Langa, está en la placita frente a la puerta principal del templo. Es una antigua bodega que de unos años hacia acá tiene en sus estanterías, una apetitosa selección de “delicatessen”. Yo clásico donde lo haya, suelo adquirir un vino rancio, al que la altura y el clima de Jaca, le sientan muy bien.
Comúnmente se cree, que el vino que sube del llano a la montaña, mejora y mucho su grado y buqué. O es sugestión o es cierto, he catado en Ainsa un Cariñena que alcanzaba los 18º, y junto con este granel jaqués, puede ponernos en un serio aprieto si nos pilla la patrulla de carreteras.

Hablando de templos y edificios antiguos, lo primero que hay que tener en cuenta es la medida, el metro es una cosa del siglo XIX. Antes lo normal eran las varas, los pies, palmos, pulgadas... y en cada sitio eran diferentes. Por eso había en los mercados un almotacén, funcionario público encargado de contrastar pesas y medidas.
Pero también es cierto que en determinados lugares de la ciudad se hacía una marca en la piedra que tenía el largo de la medida oficial.
Jaca fue mercado, y mercado internacional, si es que eso tenía algún sentido. Por eso no te sorprenderá ver en el propio muro de la Catedral dos marcas compendio de las mas importantes medidas. 
La imagen procede del blog del museo Diocesano de Jaca, que os invito a visitar. 
 
Anochece; mañana, que ya es ayer cuando esto escribo Ibieca y San Miguel. Por primera vez sentiré una profunda impresión por lo no visto.
En Ibieca abundan, las piedras, hay muchas cercando campos, huertas... hay muchas tapias y tapiales de sillar y mampuesto. Todo habla de reciclado de una cantera de piedra cortada; ya entonces...

La historia en cuatro lineas es esta. Ximen de Foces amigo personal de Jaime I es llamado por este a Valencia. Le espera el cargo de administrar una parte de los intereses de la corona en las tierras vueltas al dominio cristiano.
En Ibieca nos dicen que la próxima vista guiada será a las 11.
Esperamos, miro la iglesia parroquial fotografío tapias y aparejos de muros. Se llama aparejo y de allí viene nuestro aparejador, (voz lamentablemente sustituida hoy por arquitecto técnico), a la forma de disponer los bloques, los sillares de una obra. Se trata de evitar que coincidan las juntas de los sillares, si esto se produce la posibilidad de que se abran grietas con el tiempo es alta.
El aparejador, junto al maestro de obras, es el hombre que junto al maestro traza el vestigio o iconografía que es el plano sobre el suelo y a tamaño natural. Entonces comienza el dibujar la plantillas para la montea y talla de las piezas de los sillares.
El maestro y el aparejador deben conocer la calidad y propiedades de la piedra. Hay veces que un asiento defectuoso hace que por efecto del asentamiento el sillar se agriete produciendo fisuras que a la larga dañarán la solidez del edificio.
La montea y la talla tienen por objeto obtener las piezas exactas para montar el enorme puzle que es una iglesia.

Todas las caras de la piedra tienen su nombre; cada una de ellas tiene un emplazamiento. Será colocada a soga o a tizón es decir presentando hacia afuera la parte mas larga o mas ancha. En las esquinas es obligatorio esa alternancia. He visto iglesias en Galicia, en las cuales los sillares que conforman una esquina son de granito y el resto del muro un conglomerado de lajas de pizarra.
Por eso opino que lo que muchas veces llamamos marcas de cantero no son tanto la firma del obrero con fin de cobrar el trabajo, también son indicaciones de como se debe armar el puzle.

Maestro y aparejador, también tienen que saber, de carpintería. Os sorprenderá saber que el tamaño de los árboles de la zona, también influye en el diseño del templo. Son dos las razones, la primera es; que la obra sube gracias a los andamiajes, que permiten acarrear las piedras a lo alto. Pero también el largo de las vigas de las que se dispone terminan por influir en el ancho de las naves, en los techados cuando son de madera y lajas. Que si el interior tiene terminaciones con pintura al fresco, esos andamiajes han de servir para que los pintores desarrollen su trabajo. Cuando oigas la frase hacer arcos de iglesia piensa en todas estas dificultades que a hora te cuento.

Junto a la montea está la talla, tallar es dar la forma definitiva a la mole de piedra, obtener caras lisas. Tal vez, te sorprenda saber, que esas piedras tan bien cortadas no se hicieron a cincel, se cortaron con una cuerda a modo de sierra. El aparejador y el cantero también tienen que conocer el secreto, que permite hacer el milagro de que una cuerda de esparto sierre la piedra. Hoy, que con las sierras radiales, se hacen bloques regulares en minutos es difícil imaginar el corte con cuerda, y sin embargo es un sistema que se usó aun durante el siglo XX.
Y ahora te invito a que imagines conmigo como debía ser la obra. Hay gente que saca plantillas para las piedras a partir del vestigio o iconografía. Hay carpinteros, y expertos en mantener las grúas que se emplean para hacer subir las piedras a su emplazamiento, hay cordeleros y herreros que afilan y templan las herramientas, pero hay veces, que también deben cuidarse de las herraduras de los animales de carga que traen la piedra. O aquellos otros que mueven un torno o tiran de una polea que envía muro arriba las piedras.
Piensa que todos comen y beben, y verás en tu imaginación un pequeño ejercito de artesanos construyendo. Cierra los ojos, los oyes, los gritos, las llamadas los golpes de los mazos, el olor del humo de la fragua, y más allá, alguien prepara comida para ellos. Corría el año 1249. Y junto al castillo había crecido el pueblo de Foces.

Y pasa el tiempo, ahora el silencio la salmodia de los monjes, es 1259 en que la orden del hospital tomó posesión del sitio, el paso cansino de algún peregrino a Santiago, el hospital, y algo más lejos la leprosería el lazareto que también lo hubo, murieron Ximen y su hijo Atho este ultimo y su mujer recibieron allí sepultura.

Ahora la algarabía del pueblo, los cantares, los olores el heno, el horno y su pan y un terrenos aledaños inmensos (inmensos para lo que es las necesidades del momento) y el año 1348; y con el la peste negra ya solo se oyen los lamentos se percibe el hedor algún carroñero que husmea. Todos muertos, un telón final cae lento. Pasaron años siglos tal vez hasta que volvió la vida. Decididamente, impresiona más, lo que no se ve en este
pueblo.
No se oyen canteros, solo el silbo del cierzo, pero os dejaré lo que por adorno superfluo me ha parecido un hallazgo mas que interesante.
 
Dicen que Ximen se trajo de Valencia obreros, en Valencia se edificaba la catedral, y apuntaba el gótico. Os llamaré la atención sobre el florón que hay en las nervaduras del ábside.

Parece como si el autor se hubiera recreado en dibujar una curvas de desarrollo exagonal
es decir de 1,2,3 y hasta 6 centros, donde se pueden ver muchos de los arcos góticos que se usaran y probablemente todos los que se usan en el templo. 

 
 
















No os dejo fotos hechas por mi. No son representaciones de calidad y estéteica son apuntes de visita que me sirven para estudiar. Y quien sabe, tal vez algún maestro, se moleste si ve descubiertos todos sus secretos... por ello os dejo dos enlaces allí hay historia y fotos.
Turismo Hoya de Huesca    Asociación Amigos San Miguel de Foces.