lunes, 1 de enero de 2018

El templo interpretado, El ouróboros al descubierto.



Estudiar una iglesia, requiere tener conceptos muy claros, reconozco que a mi me ha costado bastante desbrozar o prescindir de enseñanzas comunes que dificultan el entendimiento. Por ejemplo, en nuestras geografías de básica se solía decir que si a medio día miras al sol; tendrás el punto cardinal Sur delante de ti, el Este a tu izquierda y el Oeste a tu derecha y el Norte a tu espalda (en el hemisferio norte).
Pero esa no es la orientación astronómica que es a la que deberían atender los templos, estos se hallan orientados al sol naciente, o este astronómico. El eje de la tierra está inclinado con respecto a la órbita, por eso aparentemente, el sol sale por sitios ligeramente distintos cada día. La salida y la puesta de sol cubre un arco marcado por los trópicos, lo que influye en las horas de luz que recibe cada hemisferio.
 
En resumen, el sol aparece en la prolongación de la linea imaginaria del ecuador dos veces al año, en ese día la luz y la noche igualan su duración y por eso se llaman equinoccio, y hay dos primavera y otoño. Los dos extremos de la fluctuación se hallan en los trópicos. Dan origen a los solsticios de invierno y verano, donde las horas de luz y sombra son máximas y mínimas respectivamente.
Esta evolución de las horas de luz da origen a las estaciones, y también a los ciclos vitales de las plantas y animales. Fue algo tempranamente observado por el hombre, y de alguna manera santificado, el Dios sol ha existido en todas las culturas precisamente por su relación directa con los ciclos anuales.
Pues bien la orientación de los templos debería estar hecha sobre el este astronómico -recordemos, punto de salida del sol el día del equinoccio-.

Reconozco, que me ha costado bastante, acostumbrarme a ir a las visitas arqueológicas con nivel plomada y brújula. La brújula me marca el norte magnético, y tenemos que conocer el norte geográfico, que tiene una declinación variable el que se varía diariamente es el magnético. Localizado el norte geográfico, como eje norte sur, la orientación del templo estará en un ángulo variable en función del paralelo en que nos hallemos. Variable porque el movimiento de la tierra hace que el amanecer y el ocaso se desplacen poco a poco dando lugar a la variación de los días. Este estudio, que hoy es posible solucionar con un GPS de los que se usan en carreras de orientación o marcha.
Pero no es necesario profundizar en el tema, lo que nosotros pretendemos, es reconstruir los pasos que en su día dio el maestro de obras, para establecer el plano del edificio.
Luego en casa ordenando fotos, puedo utilizar el programa Shadows que permite la recreación en el ordenador de relojes de sol y otros instrumentos de medición astro-geográfica, muy útiles a la hora de viajar “hacia atrás” en el tiempo.

Una de las posibilidades, que el programa brinda, es la impresión de un reloj de sol para la longitud y latitud determinada. Aun estoy haciendo pruebas con el, pero parece posible medir los ángulos de las lineas de un reloj de sol de hoy, y confrontarlos con los que aparecen en la pared visitada. Es un estudio largo pero enriquecedor.
Aquí dejo una imagen del un Reloj de sol para una latitud que no es San Miguel de Foces, habría que comparar los con ángulos raspados en los muros.

Pero el estudio que mas me llama la atención es el que me permitió desvelar los secretos de La Ermita de Santiago en Agüero. Después de la primera visita, yo tenía la certeza de haber dado con la clave del uróboros, que aparece en uno de los canecillos o modillón que hay sobre la puerta de entrada.
Para mi la figura de la serpiente que se devora a si misma, o que cierra un círculo sobre si misma, no era ni un símbolo alquímico, ni un adorno gratuito. Era algo puesto por el maestro de obras con toda intención; para decirnos en un susurro arcano.

Yo conozco yo sé. Y porque sé, te aviso que mi obra, contiene aspectos de ese saber.

De la intencionalidad de algunos “adornos” me había advertido mi amigo el maçon, del que alguna vez he hablado en este blog.
Sobre el uróboros me había dicho: Que era la clave de la obra, el resumen de todo saber y el principio de la vida. Una serie de adjetivos, que por su propia abundancia y redundancia, eran capaces de desviar la atención del neófito por caminos equívocos.
Algo muy al gusto del ocultismo, que como en la cábala exige la presencia de dos personas, dos jinetes en un caballo, uno que guía y otro que viaja, uno que sube sobre las enseñanzas o conocimientos de un primero.
El maestro y el aprendiz, tema de largo contemplado, en eso que los que no entienden llaman ciencias ocultas, y que mi amigo me había repetido muchas veces.

No hay (en la obra) nada oculto a los ojos del iniciado, yo te llevaré de paseo por encima de nuestro saber, hasta que tu mirar desde el punto justo, alcance la perspectiva correcta. Hasta que la luz te ilumine, pero olvidate de demonios y de brujos todo es luminoso y transparente para el que sabe mirar.

Y así fue, volviendo a casa, después de una vista a Agüero; y pensando en la luz, que desde un ventanal viene a iluminar la cara de un rey justo al mediodía del solsticio de invierno. Al intentar montar un reloj de sol, que me esclareciese, como sería la sombra de ese rayo en un cuadrante. Lo vi claro. Estaba delante de mi siempre había estado allí.
Me había agenciado un programa, para calcular el azimut del sol para el solsticio de invierno en esa latitud cuando sin querer pulsé algo que me llevó a ver el Analema.

El Analema (ver imagen de la red) es una representación de la altura del sol sobre el horizonte. Se puede calcular para una coordenada concreta. Por lo que estudié más tarde, era ya conocido por los romanos. Vitrubio la describe y si este arquitecto la conocía, también sería común a todos los constructores romanos a todos los pontífices (constructores de puentes).
La linea; que curvada sobre si misma en forma de ocho, representaba el ciclo anual del sol en el cielo era el uróboros.
La serpiente que se “come su cola” que se se nutre a si misma en un ciclo cerrado y como se me había dicho era luz, y era vida.
Es el sol, a lo largo de todas las estaciones, es el responsable último de las estaciones y el ciclo de la vida.
Era la esencia de Dios en el cielo, así lo debían haber interpretado todas las culturas anteriores a Roma. Uróboros representa todo aquello que me habían dicho. Deidad, estado de dios, ciclo de vida germinación y muerte. Para volver a comenzar de nuevo en un sinfín eterno cabeza y cola... -por lo menos en tanto dure el sol-.
Era ese conocimiento, ese saber y como trazarlo, lo que les permitía a los maestros de obras orientar los edificios correctamente. Era ese guiño al aprendiz, que significaba:

Yo conozco yo sé. Y porque sé, te aviso que mi obra, contiene aspectos de ese saber.

¿Entonces? Quien era el rey, que representado en el capitel de la columna recibía al medio día de todos los 21 de diciembre el homenaje del sol.
No era un rey terrestre, era el propio sol, que marca la fecha de su renacimiento anual.
Si me quedaba alguna duda, no tenía mas que contemplar con cuidado la imagen. Sobre la corona del supuesto rey a mano derecha del observador hay un toro. El toro, es el símbolo de Mitra, el Dios Sol que renacía el 25 de diciembre, dios pagano sobre el que La Iglesia Católica -en un acto de sincretismo- había proyectado el nacimiento de Cristo sobre los de Apolo Mitra. Porque Jesús debió nacer en otra fecha entre el 8 y el 14 del tercer mes lunar hebreo, Sivan, pero esa es otra historia...
A los hermanos de la luz. Barcelona 01/01/2018