martes, 31 de enero de 2012

Despedida [Este sí es, un adiós sentido]

Me ataca me asalta y aprisiona.
con  hambre que devora señoríos
el tiempo inflexible todo allana
reduce a polvo los recuerdos míos.

Polvo, ruinas hará  de mi persona
en la nada sumirá mis desvaríos
mi amor y mi deseo pobre avío
para largas jornadas en vacío

Amor a brote pronto incendiario
pasional arcano impúdico secreto
Soñando soñé un cielo a tu lado
un cielo hoy vedado prohibido.

Requebré tu gala tu hermosura
quise poner donaire y gracejo
coseché mi alma atormentada
requiebro de un amor insatisfecho.

Quebré mi alma en el empeño
Menoscabo elata  con  que pagas
La devoción,  mi afecto.

Perdón quizá sin querer te hice daño
perdón por usar un álgebra confusa
por creer que uno y uno es uno.
Y tu y yo uno en la misma cosa

En fin a ti mujer que mueves
el mas delicado sentimiento
va dedicado este postrer recuerdo.

Para ti que tal vez llores conmigo en silencio.

Noche

Buenas noches silencio. Noche de amargo callar mientras espero.
Espera sin sentido de un eco, hoy ya lejano, presente en tu silencio. Noche negra, hilvanada en un mal verso. Seca de besos, vacía de sonrisas,  ausente tu mano y tu caricia.
Noche desperdiciada en espera inútil, no volverás, es fútil devaneo esperar aquello que perdí hace ya tiempo.
Y a pesar de saberlo, quiero guardar el ensueño, la palabra de oro que un día me diste
que empeñaste en un te quiero.
Porque el recuerdo es mío y ni lo presto ni lo vendo. ¡Ni lo devuelvo!
Darío 18/08/08

jueves, 12 de enero de 2012

Un pensamiento

Un pensamiento vagante y grave
golpeando el malecón
de la memoria suave.
Como ola aleve
que la luna maneja
lubricán del deseo
despertar del sexo
crepúsculo del alba
evocar tu cuerpo
ensoñar tu voz.
Acariciar tu pubis...
tu cabello
Darío



lunes, 9 de enero de 2012

El le había -o al menos eso creía- dedicado una novela setecientas paginas.
En realidad aquejado de esa enfermedad del ego que tienen algunos escribientes en las setecientas paginas solo hablaba de él mismo.
Ella mas prudente se limitó a reservar en su diario una docena de caras, aquellas que tenían el color  el tacto y el perfume de las sábanas,  de aquel hotel para parejas que frecuentaban.
Así cada cita, era como una carta, sin texto. Elaborada en la cama, pensada en los entreactos y en un sobre color rosa palo como el cobertor del mueblé. Con ese color de amor exangüe en que terminaban sus desventuras.
Un día en el futuro, se imaginaba ya anciana leyendo aquellas hojas nunca escritas. Repasando las novelas de sus amantes y contestando aun con orgasmos imaginarios aquellas palabras que nunca le escribieron para ella. ¡Uf los hombres ¿Porqué serán tan egoístas?!

Darío

lunes, 2 de enero de 2012

Cierta soledad

Una cierta soledad.

Dolora inundando el alma, sus perfiles y sus costas.

Alba gris, acantilado, luz del pensamiento aurora.

Sombrío amanecer y sabia soledad por indolora.

Darío