Hablaba
el anciano con varios de los suyos.
Era
una reunión; mas informal si cabe, que las del resto de su
actividad. El pensador; que era como le gustaba que lo llamarasen, los
miembros de su circulo íntimo, hablaba de manera mas distendida.
Había
en sus palabras menos de gurú y mas de docente, porque nadie dudaba
que el era docto.
Docente y docto son los participios activo y pasivo
de docére en latín enseñar. Y bromeaba muchas veces con aquello de
que no se puede enseñar sin ser docto. Como tampoco es posible ser
saliente, sin haber salido.
En
realidad, y aunque tomaban una figuración al uso de los gurús
supuestamente hindúes o a la mas atrevida de los coach anglosajones.
Porque gurú o maestro o coach o entrenador, solo puede serlo el
docto, el que ha pasado por las circunstancias del acólito.
Y
no solo eso la figura es la de un ser que debiera conocer a modo de
guía de montaña tanto las dificultades de la ascensión como las
capacidades del coachee (entrenado) para ello debe conocer también
las emociones y el sentir del alumno. El pensador creía, que ese
desde esa posición era muy difícil mantener la ética.
Recuerdo
haber tenido una conversación privada con el sobre el tema, yo decía
que existían desempeños como los de los políticos o los banqueros
que están por razón de su ser carentes de cualquier rastro de
ética. El me reprendía suavemente, diciendo que la ética era una
rama de la filosofía, que en su grupo creían mucho mas correcto
usar el término elegancia e inelegancia. Que era peor llamar a un
político a un empresario o un banquero inelegante que acusarlo de
falta de ética.
En
su filosofía; lo que quiere decir en su modo de ver, tenía mucha
importancia la solución personal.
Por
eso muchas veces, jugaba con la ambigüedad propia de las escuelas
orientales, en las que es el alumno crea su saber a medida de su
creencia, y siempre en una solución personal.
Por
esa razón nunca negaba ni exponía doctrinas filosóficas, él
esperaba que cada oyente elaborase la suya a partir de su necesidad.
A partir de su elegancia (forma bella y armónica de expresarse.
Pero
los veteranos sabíamos, que podía cuando quería era muy preciso,
en las citas de los filósofos; que entraba en ellas con una mete
aguzada como un escalpelo.
Normalmente
razonaba, seccionaba y presentaba, con eficiencia; con la eficiencia
de un cirujano; la disección del razonamiento del que se hablaba. No
dejaba espacio ni a la pregunta socrática ni para la objeción.
Pero
escuchemos:
Descartes
decía aquello de "il fallait nécessairement que moi qui le
pensais fusse quelque chose" que El Discurso del Método lo
escribió en su lengua matena. Su filosofía es racionalismo porque
todo lo remite a la razón. Y eso que después se concentró en el
adagio cogito ergo sum era la consecuencia de la duda sistemática de
todo. Porque la conclusión de Renato era de una obviedad aplastante,
aunque todo fuese apariencia el como ser pensante existía.
Aunque
ahora que miro el reloj, será cuestión de aplazar lo que cuento para
otro momento.
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