Hace
tiempo que vago de iglesia en iglesia, en pos de una cierta
incerteza.
La
pregunta, las preguntas, son siempre las mismas.
¿Hubo
alguna vez maestros constructores?
¿Existió
un gremio secreto?
Escondieron
en la piedra saberes antiguos. O por el contrario, el románico es
el resultado de un tanteo, de un hacer práctico.
¿Y
eso que llamamos gótico?
¿Es
un desarrollo de algo que subyace antes? Fueron conocimientos de
nueva planta o por el contrario, fue el poso de los años el que
permitió a los constructores dotarse de nuevos recursos geométricos
a la par que técnicos.
He
creído ver en una iglesia del Valle de Bohí en la que se podía
apreciar un pentáculo inscrito en rectángulo formado por los la
nave y el crucero.
Si
esto fuera cierto, significaría que el constructor conocía el
teorema de Tolomeo, conocía las propiedades de la estrella
pentagonal o pentáculo. Y por esa razón conocía conocía y usaba
la proporción lo áurea.
Y
por si fuera poco pudo respetarlas en la horizontal para
sobrepasarlas en el campanario. Algunos dicen que los campanarios de
esas iglesias siguen el patrón del alminar, donde la altura equivale
al perímetro de la base. Pero es obvio que no, las torres de las
iglesias de Bohí son mucho mas esbeltas. Y que recuerdan mucho más
a las torres de Florencia, Señoría y Campanile que a los alminares
del islam. A fin de cuentas creemos saber que los constructores
fueron toscanos.
Mucho
he cavilado, sobre “las marcas de cantero” esos dibujos que
según algunos solo tenían una función contable, (para contar los
sillares que cada taller aportaba a la obra) pero lo cierto es que
debían tener otros usos. El aparejo más común es el de soga y
tizón, y es observando los los sillares colocados a tizón. En
alguna obra se descubre que hay sillares con la misma marca que
siempre están puestos en un mismo lugar, lo que me hace sospechar de
que se trate de perpiaños; es decir de bloques que pasan de un lado
al otro del muro y deben tener una función adicional. Son notables
algunos de los que conforman el muro exterior de San Gil de Luna, y
que curiosamente preceden a una columna o contrafuerte. Es como si se
tratara de hacer un mejor engarce con el fuste que soportará más
carga.
Pero
volvamos al trazado, La Traça en términos de la época. Ya hablé
de como después de un estudio de los augures se elegía el
emplazamiento del edificio.
También
escribí sobre la groma un instrumento de los agrimensores y
arquitectos romanos. Toda urbanización romana comenzaba por la
elección del sitio, después con la groma se trazaba el Cardo Máximo
(orientado N/S) y el Decumanus máximo, (orientado E/O). Siguiendo
el decumano, se alinean las naves de la mayoría de los templos. En
el cruce Cardo Decumanus corresponde con el crucero. Podríamos
pensar que ese punto donde en la antigua urbe romana se localizaría
el Foro se podría pensar que es donde se halla el punto mas
importante de la iglesia. Cierto que en ese punto suelen tener su
centro los polígonos usados por el constructor para distribuir el
edificio. Son proyecciones ortogonales. Áreas rectangulares a imagen
de las ínsulas (la manzana de casas de la antigua urbanización
romana).
Después
se llevaba la Traça a tierra, con estacas y cuerdas se fija el
perímetro. Se marcan los muros, y los contrafuertes, esos refuerzos
verticales que han de aumentan su estabilidad y soportan el peso de
los arcos de cierre. De la techumbre.
Aquí
comienzan las primeras dudas, como sabía el constructor donde
emplazarlos. Cómo saber su espesor. Como elegir entre lo que serían
torres rellenas de mampostería o ligeras construcciones de sillar.
El
constructor debía conocer bien los preceptos de Vitrubio, la
cimentación y el conocimiento del suelo era una parte importante de
su formación.
Pero
nos volvemos a alejar del tema la tumba de Hiram.
La
tumba de Hiram es ese lugar del templo, en el cual descansa como lo
podía hacer un difunto, y por toda la eternidad el esqueleto, de la
edificación es decir la serie de medidas que el constructor
empleará. Porque por si fuera poco complejo el trazado del plano
existe una complicación añadida. La medida. En el fin de la edad
media, las unidades de medida eran locales, el palmo, la vara, el
dedo, varían de reino en reino. Tanto es así que son muchos los
edificios civiles que tienen el sus muros un resalte o un
acanalamiento con la medida pública aquella que el almotacén
contrasta.
Me
temo, que en algún momento los constructores de iglesias, y sobre
todo los de cenobios debieron usar sus propias varas. Es decir
centímetro arriba o abajo, la vara local era una unidad creada para
el caso, porque no estamos hablando de comercio ni tráfico
mercantil, estamos hablando de una medida manejable y propia de cada
obra.
Y
ahora. ¿Hay en San Miguel de Foces una tumba de Hiram al estilo de
los templos románicos?
Yo me inclino a creer que si. Como es
natural los arcanos más secretos y misteriosos de la arquitectura,
lo son porque no se ocultan. Visibles para cualquiera, cualquiera que
sepa interpretarlos, el neófito pude parase sobre ellos,
fotografiarlos, emplearlos como logotipo, y permanecer totalmente
ajeno a la realidad que esconden.