martes, 25 de enero de 2011
La Ley Sinde.
O cuando las cosas se hacen mal, no se analizan, y se da por bueno el sistema de expolio.
Parece que vuelve la ley hecha para cerrar sitios web desde donde se puedan bajar canciones literatura u obras sometidas a la propiedad intelectual.
¿Pero que es la propiedad intelectual? Una estafa de los empresarios, un truco para ser cicateros con el autor.
Veamos, en el renacimiento con el invento de Gutemberg se comenzó a hacer libros de manera industrial no copias manuales, como hacían los monjes en los monasterios.
En aquellos tiempos el autor, con permiso del rey y la bendición de la iglesia, daba su obra estampa y un laborioso artesano componía en su taller el libro. Este se ponía a la venta bien en la misma imprenta o bien era cedido a un mercader de libros que lo vendía.
Por tanto era necesario para cerrar el círculo económico un mercader un impresor y un autor. En algunos casos el impresor y el comerciante eran el mismo.
La historia continúa algunos notables con dinero, nobles u obispos, mantuvieron en sus pequeñas cortes músicos y poetas. Se suponía que la obra era del señor, del mecenas que cargaba con la manutención y pagaba al siervo artista.
A ningún Mozart se le hubiese ocurrido pedir dinero por una representación solo era sirviente del obispo de Salzburgo, concretamente fue Mozart uno de los primeros artistas en dejar una corte y componer ópera para el pueblo.
La revolución burguesa sustituyo a un amo noble por un amo con dinero.
La revolución industrial, la multiplicación mecánica de las obras escritas y mas tarde las musicales, terminó por crear una situación extraña. Mas que extraña anormal.
El autor de un libro percibe por su obra un dinero en concepto de propiedad intelectual. Se mire como se mire es un desprecio a la inteligencia. Quiero decir que el fabricante de papel el de tinta el impresor el encuadernador y el librero cobran a tocateja el autor percibe en muchos casos una mínima parte del precio del libro. A veces meses después de cobrado por el editor.
Si hay una segunda edición se puede repetir el caso papel tinta imprenta encuadernación se pagan al contado. El autor al buen fin.
Pues bien la ley Sinde viene a defender los derechos de autor, con una hipocresía que solo un socialisto puede usar. Invocan la propiedad intelectual y al autor, para ocultar que lo que defienden son los intereses de las grandes editoriales, sellos de discográficos o productoras de cine.
Pero señora Sinde a quien quiere usted engañar. Usted y su ley solo defienden los intereses del oligopolio cultural. De su cultura la que los mantiene y defiende y del grupo de titiriteros corifeos. Esos que cobran por representación, sus amigos, (aunque su representación sea una vodevil callejero en defensa del gobierno).
La Señora Sinde debería entender, que defender el derecho de autor no es proteger a las grandes empresas que crean best seller. Ni pagar una promoción de mercadotecnia para promover carreras musicales que duran menos que los un músico de carrera debe permanecer en el conservatorio aprender a tocar un instrumento.
De la misma manera que un modisto no te cobra por un traje cada vez que te lo pones, la retribución de un artista de un creador, no debe estar supeditada a una comisión del precio del libro o del disco.
Además debe comprender que Internet tiene leyes naturales creadas por el uso. Pero para darse cuenta de esto es necesaria inteligencia, algo de lo que nuestros políticos no tienen, y vergüenza algo que desconocen.
El arte la creación no puede vivir de la limosna del editor ni se puede llamar artistas a los que viven de subvenciones dadas por el gobierno. El Editor, como empresario, debe pagar por las materias primas que usa entre ellas la creación, debe poder obtener un lucro legítimo sobre su inversión y su trabajo pero considerar primero a todos los españoles piratas y ponerles un arancel sobre equipos de copia es de una catadura moral ínfima. Porque si yo pago un umpuesto en un Cd o en un Pc porque se me atribuye la posibilidad de utilizarlo para hacer copias a espaldas del editor una vez pagado ese canon yo debería ser muy libre de copiar y de distribuir lo que me apetezca.
En resumen la ley es un bunyol y el legislador incalificable.
Darío
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