Tenía yo un amigo
llamado Abelardo, si si A-be-lar-do como el célebre “Golia” monje. El amo de la lógica medieval, amante de Eloísa, creo que
ustedes ya recuerdan.
Pero mi Abelardo no tenía
nada de lógico ni nada de monje. Había quien lo tenía por gay,
pero él afrontaba las insinuaciones con una presentación de su
realidad, que desanimaba a cualquiera.
A ver, yo tengo una
amante. Es público y notorio ¿por qué? Entonces me etiquetáis de
gay.
¿Qué os importará si
esa amante es camionera?
¿Es acaso? Que una mujer
que huela ferodo caliente, con aceite de cárter en las manos ¿no
es sexy? ¡Tiene eso alguna connotación excluyente!
¿Porqué? Si una tía
encuentra más excitante una palanca de cambios o un pedal de
embrague que un ángel de Victoria`s Secret no ha de tener su corte
de admiradores.
Pero un día... un día
estaba esperando en una gasolinera en la cual ella, su amante, solía
intercambiar todos los días de camión.
Me explico, la compañía
de transportes para la que trabajaba su amante, cubría ruta Madrid
Barcelona, con dos camiones que por comodidad para las choferesas
-que diría Camilo J. Cela- y ahorro de la empresa intercambiaban sus
vehículos en la provincia de Zaragoza, de tal manera que las dos
podían terminar su jornada laboral en su lugar de residencia
ahorrando a la empresa una pasta en dietas y gastos de alojamiento.
Pues bien un día que
Abelardo se había acercado a Zaragoza con la idea de volver a
Barcelona como polizón en la cabina de su amiga, asistió a un
espectáculo que lo dejo perplejo y cariacontecido.
Y es que pudo ver como
una de las camareras de la cafetería aneja a la estación de
servicio, regalaba a su amiga y a la compañera de esta sendas y
hermosas bananas. Entonces todo su mundo se derrumbó, toda su
estructura lógica colapsó.
Porque él podía admitir
que su amante tuviera un empleo de macho, podía comprender que ella
se ganara la vida y muy bien por cierto llevando una mano en el
volante y otra en la palanca de cambios, podía transigir con su olor
a aceite lubricante y hasta encontrar excitante la justa higiene de
una cabina de camión. Pero de eso al triangulo de las bananas... no
eso no aquello era superior a su formación escolástica, ¿quién
podía hacer un silogismo con un plátano dildo? ¿Eh quién?
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