Tuve
una abuela natural de Valderrobres capital de la comarca del
Matarraña, mi bisabuela era del mismo sitio pero el bisabuelo,
había nacido algo más al sur en Villarluengo en el Maestrazgo
turolense.
Mi
abuela Pilar, fue una mujer de época, quiero decir que letras las
justas, números pocos, lo que se usaba en unos tiempos en que si
debemos hacer caso a las estadísticas el 80 % de la población
femenina era analfabeta. Pero la mujer tenía que dominar todas las
artes domésticas, cocina, costura, cuidado de los animales, médico
y pediatra..
De
mi abuela recuperé hace unos años y por regalo de mi prima Isabel
un recetario de cocina en el que las cantidades se resuelven por puro
empirismo, porque a fin de cuentas estamos hablando de usos
culinarios anteriores al sistema métrico decimal.
De
el pueblo de mi bisabuelo Villarluengo, hay una receta del bollo de
navidad, he contrastado la receta en la Web del ayuntamiento y he
encontrado que la elaboración de hoy es más rica que la que se
usaba en mi casa.
La
receta, rústica como pocas, es así. Tomamos masa de pan, toma ojo
de buen cubero, y le añadimos aceite mientras lo admita. La
experiencia me dice que una masa actual toma muy bien la tercera
parte de su peso en aceite. Una vez terminada la operación de
segundo o tercer amasado, se extiende la masa en un molde bandeja de
horno y se cubre de nueces, se hornea, una vez que nuestro buen ojo
nos dice que ya está hecha. La sacamos del horno echando sobre ella
miel que habremos tenido en la boca del horno para que alcance su
fluidez máxima (hoy usaremos un microondas). Al contacto con la masa
y la bandeja calientes la miel hierve, empapa poco a poco el bollo.
Que una vez frio dejaremos un par de días en la fresquera y eso es
todo.
Un receta de bollo rústico, que en mi casa se debe remontar a 1850. Buen provecho.
Apéndice.
Pensando y recordando, mi abuela me contó, que su padre había veces llevaba un pobre a comer a casa. Una vez, Joaquín C. -esa es la J. Que aparece en mi nombre- la de mi bisabuelo.
Decía que, una navidad fue a buscar a su padre es decir mi tatarabuelo, para traerlo a comer a casa por navidad. En aquellos tiempos fríos y caminos de herradura un par de jornadas. El Tatarabuelo había sido molinero, y hornero que no quiere decir que tuviese un molino, sino que trabajaba en el.
Era normal que molineros y horneros, fueran gente con pocos recursos con poca o ninguna tierra, y cobraban su trabajo en harina o masa. Tal vez eso explique lo rustico de la receta. No es un bollo de casa rica, al que se añaden en la harina huevos y nueces; como dice la receta que hoy se conserva en Villarluengo. El origen es una puella, nombre que se daba en Aragón a una ofrenda en masa de pan que se hacía como pago o como voto.
Esa masa, pago o salario, es la que al parecer enriquecían con aceite nueces y miel.
Áspera tierra del Maestrazgo turolense, tacaña en el fruto. Propiedades, si las había, de minifundio mezquino y miserable. Y a pesar de ello, almas ricas, desprendidas y gastronomías, que tienen tesoros como este, o un buen aceite, el jamón, hucha del pobre, y en el fondo del zurrón de los pastores un queso de Tronchón, del que ya se enorgullecía Francisco de Goya.
Pilar y Montesanto in memoriam.
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