Días
atrás, dormía aún, con un alhamar. Precaución necesaria para las
alboradas norteñas.
Hoy el rescoldo de un sol levantino, me hace añorar
aquellas mañanas frias. La llegada de los barcos de pesca, que después
de su faena. El recolectar un noctívago palangre. Se acercaban a puerto,
subastando a bordo, alotando, el magro resultado.
Ver a los pescadores, con las redes como orarios, preparar la nueva singladura.
Ver a los pescadores, con las redes como orarios, preparar la nueva singladura.
Enjarciar,
entre el olor inconfundible de las algas y un áspero olor de diesel
mazut, las bocinas, La Cruz Roja del Mar, esa otra virgen del Carmen, que
vela por los hijos de la mar...
El
cafetín del puerto, un aguardiente un café y otro sueño.
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