Hace mucho muchísimo
tiempo, tanto que ya nadie lo sabe medir con certeza hubo en un lugar
llamado Moraleja del Cuento un rico propietario.
Eran aquellos tiempos tan
lejanos y próximos a la vez que las faenas del campo aun consumían
abundante mano de obra.
Era tradicional, que el
llegando la cosecha la vendimia o la arrecogida, como decían los
lugareños. El señor propietario, salía todos los días a la plaza
del poblado para contratar a las personas que necesitaba. Esto se
llamaba hacer la via o hacer por la via (en referencia a buscarse la
vida).
Dentro del sistema
patriarcal, el procedimiento era sumario y regido por la costumbre.
El patrón sus hijo o los
administradores llegaban todos los días sabiendo cuanta mano de
obra necesitaban y de cuanto se podía disponer para pagar.
La negociación era
rápida comenzaba con dos números por ejemplo treinta y seis a
quince, pronunciado por el patrón su hijo o los capataces. Después
esas cantidades se escribían en una de las paredes significaba que
se contrarían treinta y seis personas a quince reales jornada mas la
comida.
Aquellos que estaban
interesados en el trato se alineaban alado de la pared. De donde
eran llamados uno por uno para ser enviados al trabajo.
Cuando la faena estaba
hecha, o bien a la hora de la tardecer. Volvían los trabajadores a
por la soldada formaban una fila y el administrador les entregaba la
paga y según la bondad de la cosecha media o una hogaza de pan, o
unas uvas, como complemento del salario, y que tenía relación
directa con e tipo de trabajo hecho y el producto que se recolectaba.
Pues bien una vez el amo
llamó a parte a su hijo para decirle, quiero que te fijes en quien
trabaja mas y mejor, para que cuando sea la hora de pagar tengan una
compensación adicional. Así se hizo. Aquella tarde al regresar el
hijo ya había señalado, mentalmente a tres o cuatro peones, que se
distinguían por su diligencia. Llegados a la mesa del administrador
iba recibiendo cada uno las perras y el pan, y a un gesto convenido
de antemano el hijo señalaba al padre aquellos hombres que se habían
distinguido. A estos se les pagaba de unos montones de monedas que
estaban un poco apartados y en los que había una o dos monedas mas
de lo pactado.
Pues bien aquel día, o
en aquella cosecha, que los que cuentan no se ponen de acuerdo el
dueño pagó con largueza los esfuerzos de la peonada. Llegaron
cobraron y salieron para sus casas a gozar de un necesario descanso.
Según cuentan, al día
siguiente solo uno de los trabajadores y antes de empezar el contrato
y selección diaria. Se dirigió al patrono y con la idea de devolver
la moneda que el día anterior recibiera de mas.
Le explicaron que no que
no había ningún error que por haber desempeñadp su faena con mas
ahínco, el amo había decidido pagarle, mas.
¿A cuantos les diste mas
de lo pactado? Preguntó el padre.
A seis, contesto el hijo.
¿Y de seis solo uno
viene a devolverlo?
Solo uno padre.
Bien vuelve a hacer hoy
lo mismo y piensa hijo que conclusión sacas de ello.
Llego la tarde, se volvió
a celebrar el rito de las soldadas y en que fue acabado el padre
preguntó.
¿Que conclusión has
sacado?
Uf hay tantas...
Dilas ya.
Primero pensé que ser
buen trabajador no quería decir ser justo. Ya que solo uno de ellos
pensó en devolver lo que creía no ser suyo.
Después pensé que tal
vez yo me había equivocado y debería haber elegido mas por un
criterio de fidelidad y honradez que por la capacidad de trabajo.
Pero cuando volvía
entendí todo, mejor. Al volver hoy del tajo, se pasa por delante del
villarejo donde habitan estas gentes. Pues bien el justo había
guardado parte de su comida y se la dio a una niña que lo esperaba
en el camino. También le dio la moneda, que ella llevo corriendo
hacia el interior de su casa. Al preguntarle por lo que pasaba me
dijo. Señor tengo dos hijas ha las que habré de dar algo de dote,
por otra parte nada me garantiza que mañana tenga trabajo, así que
le he dado la moneda a mi mujer, en realidad fue ella la que al
contar la soldada se apercibió que había cobrado de mas.
¡Ah la mujer la mujer! Dijo
el padre.
Bueno luego tendré que
ver como se lo toman aquellos que no percibieron premio. Si eso los
estimula a trabajar o por el contrario creen que se les paga de
menos...
Uf uf muchas cosas en que
pensar me ha dado uste padre.