sábado, 17 de enero de 2015

La Siega

Hace mucho muchísimo tiempo, tanto que ya nadie lo sabe medir con certeza hubo en un lugar llamado Moraleja del Cuento un rico propietario.
Eran aquellos tiempos tan lejanos y próximos a la vez que las faenas del campo aun consumían abundante mano de obra.
Era tradicional, que el llegando la cosecha la vendimia o la arrecogida, como decían los lugareños. El señor propietario, salía todos los días a la plaza del poblado para contratar a las personas que necesitaba. Esto se llamaba hacer la via o hacer por la via (en referencia a buscarse la vida).
Dentro del sistema patriarcal, el procedimiento era sumario y regido por la costumbre.
El patrón sus hijo o los administradores llegaban todos los días sabiendo cuanta mano de obra necesitaban y de cuanto se podía disponer para pagar.
La negociación era rápida comenzaba con dos números por ejemplo treinta y seis a quince, pronunciado por el patrón su hijo o los capataces. Después esas cantidades se escribían en una de las paredes significaba que se contrarían treinta y seis personas a quince reales jornada mas la comida.
Aquellos que estaban interesados en el trato se alineaban alado de la pared. De donde eran llamados uno por uno para ser enviados al trabajo.

Cuando la faena estaba hecha, o bien a la hora de la tardecer. Volvían los trabajadores a por la soldada formaban una fila y el administrador les entregaba la paga y según la bondad de la cosecha media o una hogaza de pan, o unas uvas, como complemento del salario, y que tenía relación directa con e tipo de trabajo hecho y el producto que se recolectaba.

Pues bien una vez el amo llamó a parte a su hijo para decirle, quiero que te fijes en quien trabaja mas y mejor, para que cuando sea la hora de pagar tengan una compensación adicional. Así se hizo. Aquella tarde al regresar el hijo ya había señalado, mentalmente a tres o cuatro peones, que se distinguían por su diligencia. Llegados a la mesa del administrador iba recibiendo cada uno las perras y el pan, y a un gesto convenido de antemano el hijo señalaba al padre aquellos hombres que se habían distinguido. A estos se les pagaba de unos montones de monedas que estaban un poco apartados y en los que había una o dos monedas mas de lo pactado.

Pues bien aquel día, o en aquella cosecha, que los que cuentan no se ponen de acuerdo el dueño pagó con largueza los esfuerzos de la peonada. Llegaron cobraron y salieron para sus casas a gozar de un necesario descanso.

Según cuentan, al día siguiente solo uno de los trabajadores y antes de empezar el contrato y selección diaria. Se dirigió al patrono y con la idea de devolver la moneda que el día anterior recibiera de mas.
Le explicaron que no que no había ningún error que por haber desempeñadp su faena con mas ahínco, el amo había decidido pagarle, mas.

¿A cuantos les diste mas de lo pactado? Preguntó el padre.
A seis, contesto el hijo.
¿Y de seis solo uno viene a devolverlo?
Solo uno padre.
Bien vuelve a hacer hoy lo mismo y piensa hijo que conclusión sacas de ello.
Llego la tarde, se volvió a celebrar el rito de las soldadas y en que fue acabado el padre preguntó.
¿Que conclusión has sacado?
Uf hay tantas...
Dilas ya.
Primero pensé que ser buen trabajador no quería decir ser justo. Ya que solo uno de ellos pensó en devolver lo que creía no ser suyo.
Después pensé que tal vez yo me había equivocado y debería haber elegido mas por un criterio de fidelidad y honradez que por la capacidad de trabajo.
Pero cuando volvía entendí todo, mejor. Al volver hoy del tajo, se pasa por delante del villarejo donde habitan estas gentes. Pues bien el justo había guardado parte de su comida y se la dio a una niña que lo esperaba en el camino. También le dio la moneda, que ella llevo corriendo hacia el interior de su casa. Al preguntarle por lo que pasaba me dijo. Señor tengo dos hijas ha las que habré de dar algo de dote, por otra parte nada me garantiza que mañana tenga trabajo, así que le he dado la moneda a mi mujer, en realidad fue ella la que al contar la soldada se apercibió que había cobrado de mas.

¡Ah la mujer la mujer! Dijo el padre.

Bueno luego tendré que ver como se lo toman aquellos que no percibieron premio. Si eso los estimula a trabajar o por el contrario creen que se les paga de menos...
Uf uf muchas cosas en que pensar me ha dado uste padre.



1 comentario:

Vasdelao dijo...

Es eso. El padre usa un ejemplo inspirado en el evangelio. Los trabajadores en la viña. Hay muchos finales posibles, o mejor dicho la situación llevará a muchos otros escenarios.
Uno de ellos es que un Pablo Iglesias se ponga al frente de los que se conideran agraviados.
Otro posible final sería que los que no dieron las gracias ni siquiera sabían contar lo que se les pagó.
No hace falta esforzarse mucho para comprender que un pequeño cambio pude producir tanta variación.
Pero es cierto pensar, prever es un trabajo molesto. Por eso somo animales de costumbres también en lo social...
Es mucho mas facil secundar que crear una linea de reflexión.