Oigo
gritos en la escalera y salgo a ver que sucede. El vecino, mi vecino
de arriba, tiene sujeto contra un rincón de la escalera a un
individuo de rasgos morunos.
Como
es natural me pongo de su parte, y le pregunto si quiere que llame a
los mozos o a la guardia urbana. Todo parece indicar, que se trata de
un pequeño delincuente al que ha pillado con las manos en la masa.
Por
eso me sorprende su respuesta: No no, ni a la guardia urbana ni a la
policía. El que tiene que venir es el rey el rey mismo. ¡¿?! ¡El
rey? Pregunto... si el rey Gaspar o el negro el que sea... Entonces
me doy cuenta que el individuo al que tiene retenido, viste turbante
y chilaba, chinelas o pantuflas mas propias de un personaje de
opereta.
¡Pero
a ver que ha sucedido? Pregunto, pues ya lo ves me contesta el vecino
este individuo que es un irresponsable, un inconsciente y un
sinvergüenza. Ante mi gesto de extrañeza el vecino continúa, mire
usted mire (el vecino siempre gasta el usted con prosopopeya)
mientras se levanta la camiseta, yo había pedido a los reyes que me
trajesen un ombligo nuevo. Necesito practicar la onfaloscopia, (La
onfaloscopia es la técnica de meditación propia de los monjes
griegos del monte Athos entre otros consistente en meditar mirándose
el ombligo) y mira va este individuo y me deja un ombligo de segunda
mano dice señalando melico. Lo ves este es un ombligo de político
imagina si ha pertenecido antes a Artur Mas o al mismísimo Mariano
Rajoy a ver como voy a meditar yo con esta mierda...
Tiene
razón pienso, ¿pero no será mas urgente acudir a un cirujano
plástico qué extirpe tan fea cicatriz? O por lo menos que lo haga
más estético...
Mi
vecino parece confundido, y al final decide ir el mismo a urgencias y
pedir que le traten de una mas que probable onfalitis (infección en
el ombligo) cuando aparece el rey Gaspar y dice: Cierto ese es un
ombligo de recuperación, y tengo que mantener el anonimato del
donante pero puedo garantizar que nunca nuestros ombligos han
producido rechazo, onfalitis, ni inflamaciones colaterales del
ego...
Y
entonces yo suelto una ruidosa carcajada y me despierto, me voy a
mirar mi ombligo en el espejo no sea cosa que...
Hasta
luego.
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