sábado, 5 de noviembre de 2016

Más París Notre Dame..


Habíamos partido de la pirámide del Louvre. Nuestro paseo nos llevó al la Plaza del Carrousel, paseo por el muelle de las Tullerías, cruzar el Sena por el Pont Royal hacia el muelle de Voltaire (Quai de Voltaire). En la casa que hace esquina, una lápida de mármol nos dice que allí murió François-Marie Arouet, el escritor, pensador, y filósofo que se escondía bajo Voltaire. De él se suele ignorar que era un gran financiero y que murió rico, muy rico.
¿Quien dijo que el filósofo tenía que ser pobre?
Un filósofo puede ser miserable ideológicamente hablando, pero si piensa bien y conoce las necesidades humanas pude hacerse rico. Ya hay un ejemplo anterior.

A Tales de Mileto, se le reprochaba su pobreza y lo inútil del amor a la sabiduría. Pero cuentan; que previendo, habría una buena cosecha de aceitunas apalabró por poco dinero el arriendo de todos los molinos de aceite de Mileto y Quíos. Cuando llegó la cosecha se encontró en una situación de monopolio, y alquiló las almazaras al precio que quiso. Demostrando, que tenía inteligencia y capacidad para hacerse rico, aunque no era esa su meta.
Voltaire además de poner los pelos de punta a los curas porque decían que era ateo y antirreligioso, especulaba mejor que ciertas ordenes en las cuales la pobreza del fraile repercute en la opulencia de la orden...

Continuamos nuestro paseo, por el muelle Voltaire, bajamos a los embarcaderos Quai Malaquais, en origen -mal acquis- mal adquirido en referencia a una operaciones financieras de...
No, no de Voltaire sino de Reine Margot que era... era una Medici ¡Señor Señor! Siempre el capital y las coronas... Pero de Margarita de Valois hablaremos luego otro día cuando pasemos el punte nuevo y el monumento a Enrique IV.
Continuamos el paseo por le Quai de Conti y Grands Agustins dejamos a la izquierda el Pont Saint Michel y delante de nosotros Notre Dame.

Así en principio, la catedral de catedrales me deja frío. No tiene el empaque de la de Burgos, ni el primor de la catedral de León, si me fuerzas, hasta la catedral vieja de Salamanca con su transición del románico al gótico tiene más “charme”.
Aunque hay algo que la diferencia fundamentalmente de otras, las colas de turistas y la defensa que de ella hizo Victor Hugo.
Al parecer fictor-higó así lo pronunciaba mi profesor de literatura en el bachillerato, que era tan pedante como extravagante. Era un cura que se desplazaba en Vespa. Era impresionante verlo con los faldones de la sotana batidos por el viento, la teja (el sombrero de cura) colgado a la espalda ir a repartir... su ministerio.
Marchaba sin casco y dicen que un día se dio tal leche que le quedaron algunas neuronas cortocircuitadas. Por eso lo de fictor-higó supongo.

Al parecer la historia de Cuasimodo, Esmeralda y Claude Frollo, un archidiácono mas apasionado por la alquimia y el sexo, que por el oficio divino. Fue entre otras cosas una defensa de Victor Hugo sobre la monumentalidad medieval.

No se si es a partir de esa novela en la que Notre Dame comienza a adquirir para algunos el valor de libro medieval, en piedra, de crisopeya alquimia o de espagiría. No hace mucho aún circulaba un libro El Misterio de Las Catedrales que se suponía la llave de entrada al procedimiento alquímico.

Me gustan las catedrales, se que contienen en sus piedras claves de construcción que solo el iniciado es capaz de identificar. También suelen funcionar como calendarios solares, no es un secreto que la catedral suele poseer una ventana orientada al medio día por la que un rayo de luz del coincide con una marca en el suelo el día del equinoccio de primavera. Era la forma que tenían los prelados de la edad media, de establecer la fecha de la pascua.
Desde Dionisio el Exiguo se consideró correcto que la Pascua cristiana se celebraría el primer domingo después del plenilunio de primavera es decir después del equinoccio. Nada que ver con escondites secretos y demás majadería que Dan Brwon y demás zampabollos del arcano nos quieren vender.

La majadería de Brwon supone que hay un continuo en el templo cosa que no es cierta, la primitiva iglesia gótica fue reformada en tiempos de Luis XIV sustituyendo vidrieras y decoración por elementos barrocos. Fue destinada almacén de grano durante La revolución y vuelta al culto, usada por Napoleón para auto-coronarse emperador.

Por otra parte lo que hoy se ve, es mas el resultado de la remodelación hecha por Eugène-Emmanuel Viollet-le-Duc allá por 1844 que el edificio gótico original.

Viollet-le-Duc está mas cerca del mal gusto de Gaudí, que de la simplicidad del primer gótico.
Tema aparte es la espagiría, hablaré de ella cuando trate de Sainte-Chapelle (Santa Capilla) obra de tiempos de un Luis santo rey de Francia que tenía también sus ribetes de español. Pero esa es otra historia...

Lo cierto es que arrastramos en los pies unos 4 km desde el hotel y dada la hora las 8:30 dejamos las colas de visitantes Notre Dame y luego de contemplar la fachada por un rato nos sumergimos en una serie de callejas medievales con la idea de buscar un sitio para la cena.
Yo busco un sitio normal, donde poder tomar los platos comunes de la cocina de Paris sin tener que soportar una carta al neumático Michelín un precio de turista o una majadería semblante. Se que hay firmas dedicadas a la producción masiva de Bou Burguinyon terrinas (patês) o Foïe acompañadas de la indispensable Quiche Lorraine (léase kislorenn) que se sirven al Turista de la misma forma que nosotros lo hacemos con la paella liofilizada.
Parece que el trabajo será duro pero... ya he dicho que París bendice cualquier cosa por extravagante que parezca. Y tiene valor de ley. El parisino tiene ese don, el ser capaz de no extrañar ninguna conducta ni ninguna gastronomía.
Eso me evoca la de aquel vendedor de sombreros parisino, al que le tocó atender a un abrumado mercader catalán, de negocios en París, al que le acaban de comunicar le fallecimiento de su esposa en Granollers.
Comprende que lo correcto es ponerse de luto con inmediatez y decide empezar por el sombrero. En la tienda y sea por su mal dominio de la lengua, sea por la emoción termina pidiendo un capote noir (pronunciado kapot nuar) en vez de un chapeau noir. El dependiente al oír que literalmente se le pide un condón negro, no puede dejar de preguntar el porqué. A lo que el otro contesta mi mujer ha muerto, y el parisino ya repuesto de su sorpresa con toda naturalidad y aplomo contesta ¡Oh que délicatesse! Porque el parisino es capaz de soportar una invasión alemana con una delicada sonrisa aunque la procesión vaya por caminos de la resistencia.
Cielos podremos, cenar o me tendré que tomar el equivalente a una fabada de lata como la más alta expresión de la gastronomía.
Os dejo en la duda...

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