Vuelvo
de París, ha sido una maratón. Tres museos, una exposición
monográfica, siete lugares emblemáticos, cuatro barridas con nombre
y apellido, cinco monumentos, el restaurante más antiguo de París,
un affineur, creo que lo que más he visitado ha sido el transporte
público. Autobuses y Metros de París eficientes, eficaces,
intuitivos... y eso que la distancia mas larga ha debido ser la que
hay entre el barrio Latino y Monmartre, o la que media entre El Arco
del Triunfo y Père-Lachaise. Para un barcelonés, nada. La
conclusión es que en París la gente toma un trasporte público para
desplazarse tres paradas. En Barcelona terminas por ir andando
porque... mientras esperas el Bus ya has llegado. Esto también es un
tercer mundo. Deberíamos poder importar políticos de allí,
urbanistas urbanólogos urbanidad (menos) pero es bueno saber donde
estamos. Ya que ni sabemos eso ni a donde vamos.
Seguiré
con París hay mucha experiencia jugosa...
Llegamos
a la estación de Lyón, viajamos en tren. Ya no es lo que era antes
pero para viajar el tren. Si viajas en avión como cualquier
ejecutivo de medio pelo, se tiene la sensación del trasplante. Te
toman en Barcelona con un poco de tu humedad y su Garbí que diría
Pla, y te trasplantan a París o a Roma en cuestión de horas,
minutos casi.
Con
un poco de suerte vas a parar a un hotel de la misma cadena que hay
en la esquina de tu calle. Con suerte o sin ella, te hunden en un
ambiente tan currutaco, como el de tu origen y antes de poder
respirar el olor del destino te vuelven eso si entre nubes de aire
acondicionado a tu suelo natal.
Pues
mira no. Los viajes, se han de hacer como mínimo en tren, y porque
la caravana está en desuso. Pero viajar es cambiar poco a poco de
entorno, de olores colores acentos...
En
el TGV aun permite observar viajeros de distintos sitios, jugando
otros roles con matices en los acentos, si me fuerzas hasta con
bocadillos diferentes.
Yo
cuando viajaba como comercial me gustaba mucho aproximarme a los
sitios con un tren de cercanías. Eso te permitía tomar el pulso a
la zona, oías comentarios de fútbol preocupaciones de economía
conflictos huelgas... llegabas al destino travestido de aborigen.
Pasar
por el centro de la Camarga evocar la Romanidad de Nimes. Aprender a
distinguir de un francés de Perpignan de otro de Lyón...
El
tren da un giro, pone su espalda hacia el mediterráneo y enfila
hacia París el entorno cambia el romanismo se diluye como lo hace
poco a poco la luz del día y a 300 km ph nos precipitamos en París.
Visto así La ciudad es un vórtice que irá tragando todas las
culturas de su entorno, fagocitará Aquitania, Bretaña, Normandía,
Borgoña, Occitania, y Provenza, sin citar todos los departamentos,
todos concurren en París con vinos carnes y quesos con mantequillas
y cremas, con ostras y almejas. Parece que París fuera la panza de
Gargantua, voraz insaciable, tacaña en lo que devuelve y artista de
la sofisticación. Los
escargots
de Bourgogne que nacieron en Rioja, las trufas del Périgord que son
de Graus y el foïe que hablaba yugoslavo en su origen.
Pero
eso si París los devuelve con un halo de sublimidad, con un marchamo
de perfección que es aceptado por todos.
Puede
que de todo eso La Ciudad Luz solo aporte algo en la afinación de
quesos. Ir a París obliga a visitar la cava de un affineur de
quesos. En sus cuevas duermen mientras maduran quesos de toda
Francia. Hasta que el olfato y el gusto del experto dan el visto
bueno.
No lo voy a discutir, en quesos les concederé el crédito, pero no me negarán ustedes que un pueblo que pretende enseñar a comer a decir que se come y donde lo haga con el criterio de un fabricante de neumáticos es algo más que sospechoso. Bibendum como se llama el monigote que da imagen a la marca nació el mismo año que la torre Eiffel. Y la guía a la que me refiero nació en 1900.
No lo voy a discutir, en quesos les concederé el crédito, pero no me negarán ustedes que un pueblo que pretende enseñar a comer a decir que se come y donde lo haga con el criterio de un fabricante de neumáticos es algo más que sospechoso. Bibendum como se llama el monigote que da imagen a la marca nació el mismo año que la torre Eiffel. Y la guía a la que me refiero nació en 1900.
Lo
cierto es; que ante la masificación e industrialización de la
cocina, el negocio gastronómico, se esfuerza en presentar las mismas
cosas insípidas, con distintos aparejos.
Me
quedé de piedra al contemplar el plato estrella de Maxims -Cerdo
Ibérico- otros presumen de vaca gallega en París ¡Señor Señor!
Se empieza recauchutando la cocina propia y al final hay que recurrir
a la despensa ajena...
Continuaré
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