sábado, 31 de diciembre de 2016

Bollo de navidad Villarluengo

De mis bisabuelos se poco, el nombre, su lugar de nacimiento la profesión u oficio y poco mas.
Tuve una abuela natural de Valderrobres capital de la comarca del Matarraña, mi bisabuela era del mismo sitio pero el bisabuelo, había nacido algo más al sur en Villarluengo en el Maestrazgo turolense.
Mi abuela Pilar, fue una mujer de época, quiero decir que letras las justas, números pocos, lo que se usaba en unos tiempos en que si debemos hacer caso a las estadísticas el 80 % de la población femenina era analfabeta. Pero la mujer tenía que dominar todas las artes domésticas, cocina, costura, cuidado de los animales, médico y pediatra..
De mi abuela recuperé hace unos años y por regalo de mi prima Isabel un recetario de cocina en el que las cantidades se resuelven por puro empirismo, porque a fin de cuentas estamos hablando de usos culinarios anteriores al sistema métrico decimal.
De el pueblo de mi bisabuelo Villarluengo, hay una receta del bollo de navidad, he contrastado la receta en la Web del ayuntamiento y he encontrado que la elaboración de hoy es más rica que la que se usaba en mi casa.
La receta, rústica como pocas, es así. Tomamos masa de pan, toma ojo de buen cubero, y le añadimos aceite mientras lo admita. La experiencia me dice que una masa actual toma muy bien la tercera parte de su peso en aceite. Una vez terminada la operación de segundo o tercer amasado, se extiende la masa en un molde bandeja de horno y se cubre de nueces, se hornea, una vez que nuestro buen ojo nos dice que ya está hecha. La sacamos del horno echando sobre ella miel que habremos tenido en la boca del horno para que alcance su fluidez máxima (hoy usaremos un microondas). Al contacto con la masa y la bandeja calientes la miel hierve, empapa poco a poco el bollo. Que una vez frio dejaremos un par de días en la fresquera y eso es todo.

Un receta de bollo rústico, que en mi casa se debe remontar a 1850. Buen provecho.


Apéndice.

Pensando y recordando, mi abuela me contó, que su padre había veces llevaba un pobre a comer a casa. Una vez, Joaquín C. -esa es la J. Que aparece en mi nombre- la de mi bisabuelo.
Decía que, una navidad fue a buscar a su padre es decir mi tatarabuel
o, para traerlo a comer a casa por navidad. En aquellos tiempos fríos y caminos de herradura un par de jornadas. El Tatarabuelo había sido molinero, y hornero que no quiere decir que tuviese un molino, sino que trabajaba en el.

Era normal que molineros y horneros, fueran gente con pocos recursos con poca o ninguna tierra, y cobraban su trabajo en harina o masa. Tal vez eso explique lo rustico de la receta. No es un bollo de casa rica, al que se añaden en la harina huevos y nueces; como dice la receta que hoy se conserva en Villarluengo. El origen es una puella, nombre que se daba en Aragón a una ofrenda en masa de pan que se hacía como pago o como voto.
Esa masa, pago o salario, es la que al parecer enriquecían con aceite nueces y miel.

Áspera tierra del Maestrazgo turolense, tacaña en el fruto. Propiedades, si las había, de minifundio mezquino y miserable. Y a pesar de ello, almas ricas, desprendidas y gastronomías, que tienen tesoros como este, o un buen aceite, el jamón, hucha del pobre, y en el fondo del zurrón de los pastores un queso de Tronchón, del que ya se enorgullecía Francisco de Goya.
Pilar y Montesanto in memoriam.

martes, 27 de diciembre de 2016

De libros y Pastores.


He viajado como prescribe el médico panadero. Pio Baroja era así: el nacionalismo se cura viajando, el carlismo leyendo.
Si, Rubén Darío dijo de él que era escritor de mucha miga, por la panadería, Pio Contesto sobre Rubén que -era escritor de mucha pluma, se nota que es indio-.
La que tal vez sea  el mejor ejercicio de médico que hizo en su vida. Mantenerse fiel a juramento hipocrático. Porque era evidente que Rubén era alcohólico.
Pero dejemos atrás pelillos y picaduras. Me ha sorprendido que en el Hotel que visité hayan puesto un servicio de libros libres. Te los dejan en la habitación, si quieres los lees si no no. Si quieres llevarte uno o cambiarlo por otro tuyo puedes hacerlo.
Yo creo que me llevé el que había dejado la anciana inglesa con la que me crucé en la puerta, el que tenía manchas de te y violetas secas como punto de lectura...
Aunque; quien sabe, a lo peor era de la rubia ninfómana que me visitó en sueños.
Porque una habitación de hotel es limpia aséptica, no hay huella del anterior huésped... y ahora tal vez, tal vez, me dejen un imagen borrosa... un pensamiento entre las hojas de un libro viejo...

Paseaba yo ayer o como mucho anteayer por una cañada que llaman de los roncaleses. Y es que hay un camino de mesta que bajando del valle de Roncal cruza Navarra, y a la altura del municipio de Yesa cruzaba el río Aragón, por un puente del mismo nombre que la ruta, para terminar su trayecto en Las Bardenas Reales, cuartel de invierno de aquellos rebaños que están en el origen del queso de Roncal.
Fue puente de mesta y peregrinos jacobeos que un día vio como sus ojos peregrinaban también en las aguas del río.
Estaba imaginando yo las pastoriles estampas, cuando llamó mi atención un hombre al parecer pastor, que arreaba un hato de ovejas y cabras no mayor de la docena de reses. Nos saludamos con la cortesía y deferencia que se usa en el medio rural, o mejor dicho con la cortesía y deferencia que ya solo se usa en el campo.
Me informó sobre la vía pecuaria, sobre sus usos y costumbres sobre las jornadas 3, que lo separaban de los altos pastos roncaleses. Me comentó que ya los ganados no se mueven y si lo hacen viajan en camión, lamentaba el hombre la pérdida cultural que suponía para ellos los usos y costumbres las herramientas y aperos...
Confesó, que el se había hecho hombre en la posguerra civil, por aquellos andurriales, que su padre conocía bien tanto como pastor como batidor de las brigadas navarras en aquel conflicto, y que el amor a la tierra que le inculcaron le tenía preso aun a esas montañas.
Me habló de sus perros, y me mostró la mandarra o delantal de cuero que le ponían al buco, para que no malograra a las preñadas...
En fin historia de la que ya no se escribe y de la que no se cuenta. A poco y al paso llegamos a un cruce en el cual una curva cubierta de cañaverales ocultaba una nave prefabricada que era el aprisco de su rebañito. Lo despedí mientras arreaba su magro grupo al aprisco y continué el camino soñoliento de sueños de otros de recuerdos de ancestros. No habían pasado veinte minutos de nuestra despedida, cuando me saco de mi ensimismamiento el rugir de un motor y “ordía” que por detrás de mi montado en una nube de polvo como la del mejor rebaño acerté a ver un Ferrari Testarossa. Al llegar a mi altura se detuvo y contemplé con pasmo al pastor sentado al volante, me ofreció acercarme hasta el pueblo y yo picado de curiosidad acepté.

No me hizo falta preguntar, me contó que hacia ahora tres años les había tocado la lotería, que la ilusión de toda su vida era tener un Ferrari que había encontrado ese de segunda mano y no se pudo resistir. Seguía yo sin salir de mi asombro cuando al despedirme lo hizo con esta frase. Pues na que el que nace pastor, como dice mi cuñada es pastor hasta con Ferrari, que razón tiene dije yo. Evocando algún alto cargo de nuestra política que tampoco pasa de pastor por mas ministerios que monte. ¿ Y me pregunto yo? Eso será bueno o malo...