Yo
no se si vosotros sois capaces de vivir una aventura interna.
Aunque
creo que mejor será explicar a que me refiero.
Hace
varios años, participé, en unos talleres de hipnosis. Como
aperitivo, nos sirvieron un curso de intuición. El profesor,
psiquiatra de formación, tenía una teoría personal por la cual
nuestro cerebro almacenaba datos que no siempre estaban disponibles a
nuestra consciencia.
Su
pretensión, era:
- Poner la mente en un estado en el cual los accesos a este bagaje permaneciesen abiertos (relajación).
- Plantear al cerebro un problema, pero sin pedir soluciones, es decir sin entrar en el proceso definido por la lógica y los lógicos. Nada de antecedentes ni consecuentes, nada de silogismos.
- Para finalizar, se pasaba a otra actividad, que nos aleje del problema planteado, y esperar sin plazo ni tregua a que el cerebro que sigue de manera no-consciente elaborando sobre la cuestión planteada encontrase una respuesta.
Lo
que sucedía es, que así de sopetón, alcanzaba el foco de nuestra
atención una relación no vista y por ende una o varias soluciones a
lo que nos preocupaba.
Eso
terminaba en un entrenamiento de lo que llamaríamos intuiciones, una
puesta a punto del cerebro instintivo. Un mecanismo mucho mas
irracional, más aproximado al cerebro y la conducta animal, algo que
la adquisición de habilidades técnicas ha ido relegando al interior
de nuestra mente.
La
teoría era buena, y la práctica resulto ventajosa para mis
ocupaciones. Curiosamente pude constatar; que contra lo que parecía
probable, las respuestas ofrecidas por mi cerebro tenían una razón
de ser fundada y estaban lejos de ser una respuesta de supervivencia
violenta.
Mas
tarde, en el curso de hipnosis aprendí a alcanzar un estado de
suspensión sensorial. Es decir no veo (tengo los ojos cerrados)
huelo poco, el tacto parece adormecido, y el gusto al no tener nada
en la boca tampoco perturba. Mi sensación es la de permanecer dentro
de una cápsula, totalmente aislado del exterior con una vaga
conciencia de mi posición en el espacio, pero con la mente lúcida y
el cerebro funcionando con la marcha reductora, en el símil mecánico
poca velocidad y mucha fuerza, como se usa en 4x4 también llamados
todo-terrenos.
A
este estado mental, se llega por los dos caminos, bien sea por una
función inconsciente decirle en cierto modo al cerebro, me preocupa
eso pero sin prisa, o poner esa marcha corta y recorrer como el
automóvil un espacio mas pendiente de las irregularidades del
terreno una a una, que en la dura pendiente que se tiene delante.
Pues
bien con ritos y/o con ayudas, casi todas las culturas han tenido sus
chamanes, sus brujos que velaban por la tribu poniéndose en contacto
con los ancestros o con los animales tótem.
Pues
bien, ahora sale un físico, que haciendo una interpretación amplia
del mundo cuántico, dice que en alguna parte, debe haber un doble
nuestro compuesto por todas las parejas de partículas subatómicas
que se corresponden con las que nos forman.
Y
porque no que hay una comunicación inmediata entre ambos a la
velocidad del pensamiento. En definitiva, que disponemos de un doble
capaz de vivir nuestras vivencias en un universo paralelo.
Y
culpa a este doble, y a esa comunicación de las intuiciones de los
pálpitos las corazonadas y la premoniciones. Y rizando el rizo, que
podemos intentar ser conscientes de la existencia de la conexión
para usarla en nuestro provecho.
¿¿¡¡??!!
No
se que hay de cierto en todo ello, solo sé que alcanzo con facilidad
ese estado. En que tengo conciencia de mi mente pero no la tengo de
mi cuerpo, y si por casualidad abro un conducto de comunicación con
otros yo que coexisten en universos paralelos ¿Qué hago? ¿Qué les
digo? ¡Qué pregunto?
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