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jueves, 23 de enero de 2014

El cuento de Hoy Mefisto



Era la tarde de aquel triste día en que Dios expulsó al hombre del Edén.  Adán de reojo miraba por encima de su hombro si había alguna forma de regresar al jardín pero un querubín con una espada de fuego vigilaba la puerta. No había nada que hacer, Eva en tanto se entretenía peinado la túnica de pieles con que el señor la vistió. Mucho más sufrida que Adán, la mujer se consolaba pensando en lo bien que le sentaba aquel abrigo, era divino.

Estaba nuestra pareja en un cruce de caminos, indecisos sobre a que punto dirigirse. No había nada todo era despoblado y estéril. En estas descubrió junto a él un extraño ser que no le era del todo desconocido, tardó unos momentos para percatarse que ese animal que se arrastraba por el polvo era el diablo, el tentador el origen de su mal. Estuvo tentado de aplastarle la cabeza con una piedra, pero el demonio le gritó. ¡Eh alto tú no puedes hacer eso! No te está permitido. Además no ves que yo sufro un castigo peor que el tuyo. Te he ofrecido el fruto de la ciencia y todo por hacerte un favor y mira como me hallo. Adán quiso replicar pero antes de poder articular una palabra, el demonio le dijo:
Mira ya que estamos juntos en la desgracia te haré un regalo.

- Tú y tus regalos, te parece poco lo que has hecho ¡mira como me veo por tu culpa!

-Ah no te preocupes te haré un regalo, que esta vez apreciarás. Y este es legal, no contradice las ordenes de Dios. Ya verás, te voy a regalar el tiempo.

¿ Y eso para qué demonios sirve!

El tiempo, ¡te parece poco! yo renuncio al tiempo por ti; Dios te ha dicho que volverías a la tierra de la que te hizo, pues mira yo te voy a dar la medida del tiempo, y para que veas el gran regalo que es te diré que la desprenderme del tiempo yo seré eterno ¡Te imaginas toda una eternidad sufriendo! Y mira te lo regalo, yo sufriré mi castigo por los siglos de los siglos mientras tu podrás medir lo que te resta para volver a ser tierra.


Adán que era algo bobalicón, no estaba muy seguro de las ventajas del trato. Así que el diablo hubo de hacerle la venta.

Mira, el tiempo te valdrá para saber ¡Cuánto falta para que madure el grano! para saber el momento en que las frutas estarán en sazón. Los días que tiene de preñez Eva. ¿Qué aun no le ves la ventaja?

Adán se rascó el cogote  y dijo y de que me sirve saber eso si no se si terminará bien o no que saco con saber lo que falta para la cosecha, si no puedo saber si esta llegará.

Bien ya veo que no sabes apreciar lo importante que es el tiempo, por eso te lo voy a regalar con una condición si dentro de una semana no te gusta me lo devuelves y listo sin compromiso.

Y Adán aceptó el trato, con la misma ingenuidad con que un cliente de banca hubiese comprado unas preferentes. A fin de cuentas, se dijo, el diablo era tan listo; que seguro era un buen producto -El tiempo...-

¿Oye, oye y qué es eso de una semana? Se atrevió a preguntar.

¡Ah si! Una semana es una medida de tiempo, tienes que  aceptar para experimentarlo, mira firma aquí.

¿Qué fir-que?

Nada,  nada que pongas tu dedo índice sobre esta hoja y sobre esta y esta y esa otra ya está.

Adán se quedó un poco sorprendido por tanta prisa pero después de firmar, si saber que firmaba, tomó en su mano una cañita de centeno que el diablo la dio. Mira ahora tienes que chupar la base de la caña un par de días y ya verás, ya verás cómo cambia todo.

Cuando Eva le hizo ver que tenía la boca con barro y que su saliva tenía el color rojizo de la tierra Adán sintió un poco de vergüenza.  Pero automáticamente se le ocurrió una respuesta luego me lavo.

¡Ah Luego! quiere decirse más tarde, eso son cosas del tiempo pensó encantado. Su vida había cambiado radicalmente. Disponía de ahora y del después que interesante. Al día siguiente descubrió que tenía un término nuevo ayer.

Ayer cuando salimos del Edén. Pasó la semana y proyectó ante sí otra semana y otra y otra y un mes un año y otro.

Se hizo mayor era el más mayor de los mortales y ya podía contar sus día pasados...

Ni se acordaba porque ni desde cuando disfrutaba de ese don. Con poco esfuerzo se lo enseño a Eva y ellos juntos a sus hijos. Y el más aventajado de sus hijos fue Abel. Porque Caín era labrador y Abel ganadero. Abel era más sagaz en la medida del tiempo. Se fijó en que las ovejas tardaban alrededor de cinco meses en parir, que podían traer al mundo entre una y tres crías y que le daban carne leche y lana. En cambio Caín tenía que trabajar todo el año para obtener una cosecha, pero y aunque la proporción de grano era mayor por cada uno que sembraba, tenía que esperar todo un año para comer pan.

Se sentía, Abel tan orgulloso de su astucia que un día se jactó de ella ante Caín y lo que es peor lo llamó tonto. Entonces este se enfadó tanto, que lo mató de un golpe.

Caín se dijo toma a ver cómo te sienta esto a ver como lo digieres con tu tiempo...

Y esa es la historia que se ha repetido desde entonces, hay un tiempo y el hombre se esfuerza por acumular riqueza en el menor espacio posible. El diablo se entretuvo en engañar a los humanos y les puso unos indicadores externos para medir los tiempos los días las noches la luna y las estaciones...

Y feliz con el engaño y lo bien que los hombres creían en el, se bajó al infierno a dar cuenta de sus hazañas.

Pero bueno le dijo controller, pero que historia es esta, donde está el mérito de este instrumento aquí yo lo uso como base de toda la producción.

Y Mefisto (porque si leéis este blog ya os lo habréis encontrado antes) soltó una sonora carcajada y contestó:


Es sencillo, la trampa, la maldad, está en que todos los hombres y algunos diablos (dijo mirando con sorna al controller) creen que el tiempo es algo exterior a ellos. Y el tiempo no es algo externo a los seres vivos. Créen además, que la conciencia, la inteligencia y aun el alma es un epifenómeno del cerebro, porque también creen un universo exterior a ellos y por el error que les produce la percepción del tiempo esperan siempre relaciones causa efecto.

A ver si lo puedes comprender cateto, era ayer (hace nada) el día de la expulsión del Edén por la tarde. Y era ayer y hoy y será mañana porque un diablo no tiene tiempo. Tampoco Dios eso de la mente y el cuerpo son cosas de humanos imperfectos...                          

domingo, 15 de diciembre de 2013

Vuelven los diablos Luzbe Belcebú Mefisto...



Luzbelita repasaba un manual de tentación, era un sobado vademécum en cuya portada se veía el escudo de una afamada universidad.  En el interior de la guarda se hallaba el exlibris de Mefisto. Es decir de su padre.
Belcebú la miraba y admiraba con esa envidia diabólica que solo un demonio de tercera clase podía sentir.
En parte, la envidia era en Belcebú un sentimiento y en parte un ejercicio mental, que desembocaba en un taichi, una tabla propia de ejercicios usada por los diablos de su clase. Un arte marcial con el que aprendían a canalizar la envidia, para mas tarde, envolver con esa mala energía a sus víctimas humanas. 
Con un poco de suerte el hombre atacado con un par de ejercicios envolventes de es diabólica envidia terminaba por generar odio al que creía su enemigo.
Luego el odio y la envidia producían el pecado. Si se conseguía disimular la ira como indignación, se podía hacer creer a la victima; que la violencia contra otro humano o contra otra institución humana era deseo de justicia.
¡Ah cuantas guerras! cuantos destrozos entre los hombres se habían producido en la historia de estos a partir de un deseo de justicia. Nada era tan fácil como retirar el velo que cubría el impulso cainita propio del hombre.

Andaba pues Belcebú haciendo su suave baile marcial, buscando focalizar su energía en el livor cainita, para canalizarlo transformado en homofobia.
Era la homofobia vestida de indignación, de santa indignación, lo que había permitido durante siglos, la justicia vengativa. La justicia con verdugo, que para corregir lo incorregible, aplicaba torturas y hasta la muerte del reo de manera cruel y pública.
Por unos segundos pensó en el sentido actual que se da a la homofobia y a santa indignación no pudiendo contener una carcajada convulsa, que destrozó la elegancia de su última posición de taichi.

"Luzbe" le miró acompañando la vista con un gesto de desaprobación. No me extraña que nunca llegues a nada, payaso eres un payaso. ¡Es qué no eres capaz de tomarte nada en serio!

Lucita acertó a decir Belcebú tartajeando...
Ni Lucita ni Luzbe dijo la diablesa indignada, mientras le tiraba a la cara un opúsculo sobre la tentación y la escolástica, del que era autor Satán de Ockham.
Satán de Ockham era el demonio adscrito a la escuela de escolástica franciscana según decía el prologuista, que no era otro, que el inevitable Mefisto.
[Para mis lectores diré que Guillermo de Ockham es el pensador que inspira el personaje de Guillermo de Baskerville, en la novela de Umberto Eco El Nombre de la Rosa. Aunque en la novela es algo más detective que pensador]

Curioso Belcebú, continuó leyendo unos minutos más, para intentar comprender que conocimientos superiores contenía el reducido libro. ¿Que había obligado a la corte demonica? a crear diablos personales para los principales escolásticos.
Como casi todos los libros que usaba Luzbelita, a la cual solo había visto seguir con atención y durante horas, programas de televisión llamados de glamur y luxe. Le pareció que contenido y formas eran de una peantería insoportable. Creía que Luzbelitas se paseaba con esos libros de su padre bajo el brazo, solo para darse pisto.
Luzbelita era como aquellos hombres del siglo XVI y XVII que se hacían pintar, con un libro en la mano para significar que sabían leer.
Pero en realidad era menos profunda que una revista de esas que ponen en las peluquerías para que las chicas hagan tiempo. Era así de simple y así de vieja ¡Ea!
 
Lo primero que le sorprendió fue una terminología filosófica que el siempre había entendido como pedante. El comienzo era muy sencillo, decía que:

  1. Para el hombre nada existe si no es aprendido por sus sentidos y comprendido por su mente.
  2. La mente del hombre limitada en capacidad y limitada a comprender aquello que el flujo de datos de sus sentidos le aportaban, era fantasiosa en sus proyecciones y falsaria en sus explicaciones. 
  3.  Aunque había que reconocer una capacidad para las matemáticas que permite al ser humano profundizar en el universo invisible o inasequible. 
  4.  Para el hombre la realidad son los perceptos, es decir lo que percibe del mundo sensorio (esto lo tuvo que leer varias veces para comprenderlo) 
  5.  Queda claro por tanto a luz de una inteligencia superior como la diabólica, que el percepto es una mezcla de sensaciones sensoriales y emociones percibidas que se asocian. (esto ya era de mucha mayor comprensión para él) 
  6.  Y último. El diablo, como el hombre que entiende lo que de metafísico tiene un percepto. Puede desquiciar la mente humana con solo favorecer o menoscabar las percepciones. Solo con proponer similitudes que desequilibren su edificio lógico.  Algo que era muy sencillo. La desazón y el sufrimiento se apoderaban del alma humana.

-¡Puaj! Vaya serie de complicaciones, con lo fácil que resultaba excitar la codicia la lujuria o la gula (se preguntaba para que hacerlo tan complicado)
Lo que no entendía Belcebú era que eso que ellos llamaban Gula y hermanas es decir los pecados capitales eran la creación de una mente escolástica y demonizada.
Nunca cayó en la cuenta que los Pecados Capitales eran todos femeninos.

Si hubiese notado eso, el machismo innato en la descripción del pecado... tal vez hubiese comprendido las razones del Colegio Satánico para crear una división de diablos especializada en pensadores.

Pero no lo percibió así y como no estaba su suegro, se evitó recibir un chorreo, que hubiera sumido su ego en una nueva sima de dolor. ¡En fin cosas de diablos!

Anduvo un tiempo fijo pensando en la inexistencia de las cosas. Comprendió vagamente, que sí, que debería ser una ventaja eso de que - Las cosas solo tienen existencia en la mente del hombre-, que conocido esto, era muy fácil ponerle ejemplos que dejasen en evidencia su raciocinio.

Seguro que anduvo un par de siglos hacia atrás en su existencia, y al final fatigado, pensó que era más placentero tentar al canónigo ahíto de gollerías con las nalgas de una canonesa o hasta con las de uno de los cantores imberbes del coro, que dedicarse a sutiles raciocinios con al banquero con la usura y la codicia que meterse en enredos filosóficos.

Si Luzbelita hubiese asistido a esto no le habría quedado la menor duda estaba casa con diablo de 3ª.       

sábado, 30 de noviembre de 2013

Luzbelita




Aquella noche padre e hija, es decir Luzbelita y Mefisto tuvieron una reunión intima y seria. El padre la saludó recalcando que le agradaba tener una hija contrahecha y fea. ¡Se parecía tanto a su madre! Hasta en los raptos de mala leche. Accesos de ira incontrolada en que por cualquier tontería, Luzbelita la emprendía con el mobiliario -escaso mobiliario por otra parte- del averno. Y golpeaba con pezuñas y rabo las puertas y hasta las almas de los condenados.
Hija, comenzó Mefisto, es el momento de que sepas alguna cosa que te irá bien en este viaje. Algo le hizo comprender a Luzbe que su padre tenía cosas importantes que decir.
La forma de buscar la reunión, el tono serio, la voz cavernosa. No eran empleadas por un secretario del gran consejo sin un motivo importante.  Luzbe hizo un mohín terrorífico que partiendo de sus labios erizó toda su piel hasta el rabo, agitando su puntita en un temblor emocional imposible de disimulo.
Sin más preámbulo, Mefisto dijo:
- Has de saber que tu padre es viejo, mucho más viejo de lo que supones, y por viejo soy sabio no por diablo. Mis primeras acciones se remontan al paraíso. Allá donde Adán y Eva, yo fui la sierpe que ofreció la manzana, ¿Conoces la historia verdad?
- ¿Tu fuiste la serpiente del paraíso! Dijo Luzbelita. Si, si yo mismo, yo fui el primer tentador
Yo fui el primer maldito, de de Dios. Y tu hija mía también como diablesa descendiente eres objeto de la maldición.
¿Y como es Dios?  porque él te habló ¿verdad?
El es, es, como te diría yo. Él es como aquel ministro de interior que lo sabía todo, que era temido por todos.
-Como el de los...
Si ese, no hace falta que lo nombres. Pues bueno Dios es como ese pero en bueno. Lo sabe todo y de verdad, además es eterno. No como el otro que cuando le quitaron el altavoz del gobierno...
-Si vamos que ni él podía llegar a más ni el partido a menos.
Eso. Imagina que yo muy ufano, se me ocurrió pavonearme de mi logro. Había perdido a toda la raza humana, los había hecho desgraciados por generaciones. ¿Y sabes que me dijo?
-¿Quién? Dios.
Si fíjate cuando ya Adán y Eva habían salido del edén me quedé mirando a creador cara a cara orgulloso de mi primera victoria sobre el humano sobre la parte más acabada de su creación.
Y Él como leyendo mis pensamientos, tomó un aire de filósofo platónico y me preguntó.
¿Oye quien hizo a la mujer? ¿Quién el árbol de la ciencia? ¿Quién el fruto? Y por último quien les prohibió comerlo. Naturalmente tuve que reconocer que era él su autor y padre.
-Y Dios siguió: Entonces si el hombre y la mujer son obra mía, si el árbol y el fruto son obra mía si la prohibición de comerlo es mi voluntad. No te parece que yo podría haber dispuesto las cosas de manera distinta. ¿Para que no sucediera lo que ha pasado? Que parte crees tener en todo ello.
Me irrité me ofendió seriamente, yo era el maligno, era la parte nefanda de la creación. Y resulta que solo parecía ahora como una circunstancia. Una probabilidad estadísticamente conocida. Quise argumentar... no pude no hubo lugar. Dios añadió que yo no era ni siquiera una criatura obra suya. Yo solo era una justificación inventada por el hombre para explicar sus desgracias.
Nos reunimos en consejo, decidimos ser la mala idea, mostrarle a Dios que aun siendo una consecuencia del hombre teníamos independencia para obrar.
Decidimos, extender ese uso de que nos daba el hombre y duplicarlo. No solo seríamos la causa del mal. También vestiríamos los paramentos sacerdotales, seríamos inquisidores, torturadores, lúbricos, lujuriosos, dados a la gula y a la avaricia. Adictos al poder y su mal uso.
Creo que hemos triunfado, le hemos enseñado a Dios las miserias de su obra. Hacemos sufrir a su criatura, por ambición enseñamos sus miserias y depreciamos sus logros.
-¿Ese es el secreto? dijo Luzbelita con un cierto tono de admiración.
- Ese es dijo muy serio Mefisto, en realidad existimos porque existe el hombre. Acaso has oído tu de un demonio de los caballos, de los perros. Solo somos una proyección de la ambición humana. Sea lo que sea lo ambicionado, dinero, poder, servidores, posesiones, sexo, gula...
-¿Quieres decir? Que solo somos la insatisfacción del deseo humano, de la ansiedad que genera la duda.
-Si solo al hombre le es dado imaginar el mañana, su mañana, compararlo con el futuro, y morir y matar por ello.  Por eso el diablo que mejor cumple su objetivo es aquel que hace parecer la ambición como cosa natural, aquel que sabe dar a la envidia un toque de cocina casera. Aquel que plantea la envidia con injusticia, el que hace que codicies lo que el otro tiene sin entretenerte en desarrollar tus talentos. Es algo que tu pobre marido aun no ha entendido. No estará de más que allá en la tierra le hagas ver cual es el camino correcto.
-No te apures padre, Belcebú es manejable es fácil de guiar-
-Pues empieza tienes trabajo he repasado sus llamadas telefónicas y son un desastre.      
 -¿Quéé? No me digas que el supremo consejo nos espía. Yo creía que los diablos teníamos derecho a la intimidad.
-Pues no, no es así un diablo no tiene ningún derecho ante el supremo consejo. A ver si te has creído ese cuento de la democracia.
-Vale y como supongo que tampoco tenemos derecho a la libertad, que papel se supone que adoptaré en la tierra.
He pensado que puedes desempeñar muy bien un papel de periodista.  Es el mejor oficio para verter insidias, para distorsionar realidades, creo que no desmerecerás entre ellos. Periodista y tertuliana de un programa de televisión hay uno que se llama no se que del gato que creo que sería ideal para tu misión. Te dejaré unos videos para que sepas como funciona.
-Gracias los miraré.
El resto de la tarde noche transcurrió evocando viejas historias familiares cuantos recuerdos puede llegar a atesorar una diablesa. El amanecer pilló a Luzbelita viendo videos, tenía ya un resumen de comportamientos abyectos. Conocía las tretas mas rastreras de los llamados programas del corazón y las mejores insidias de las tertulias políticas.
Había aprendido a tomar aspecto de diputada joven de la derechona, los herederos de aquellos que decían luchar por el trono y el altar. Cuando solo defendían su estatus. Tenía ya varias imágenes plausibles de periodista intelectual e incisiva. Había aprendido a gesticular con elegancia con un suave arqueo de cejas mientras negaba la mayor evidencia con absoluto desparpajo... ¿Corrupción? ¿Dinero negro dice usted? Eso no ha existido nunca, Nepotismo ¿Favores? Tendrá usted pruebas para presentar ante un juzgado o de lo contrario...
Era fabuloso sentía el vértigo de la mentira de los políticos y comprendía al ser humano como nunca hasta entonces lo había hecho. ¡Qué gran obra papi! Se dijo y todo empezó con la mujer que me diste por compañera... La serpiente me engaño...
¡Ah que claro estaba ahora el pecado original! No era la desobediencia a Dios que con ese tema como decían los políticos ya se contaba. El pecado original de la especie era culpar al otro de sus malos actos. Y ni pedir perdón ni castigar al anterior Tramposo. Todo un Master en dercho/os humano/os. La mentira y la negación de responsabilidades el más puro cinismo como cimiento.
¡Soberbio!