jueves, 25 de agosto de 2011

Amalia Amelia un Cura un cupón de la ONCE.

Recuerdo que era un día a la salida de misa de ocho y media. La iglesia es uno de esos templos edificados en un bajo comercial. Un espacio que podría albergar cualquier otro servicio.


Pero mejor comienzo por un principio. Yo vivo en un grupo de casas de esos que tienen un laberinto interior donde se alternan espacios verdes y bajos comerciales. Entre ellos hay una iglesia. Aunque cristiano por bautismo y católico por educación mis relaciones con el clero eran muy frías.


Un día oí un trozo de conversación, en que unas “beatas se hacían cruces” del nuevo cura del barrio.


Al día siguiente, la portera de mi inmueble, que es una de esas mujeres de mantilla y brazos cubiertos para entrar en la iglesia, también se hacía lenguas del nuevo capellán. Me pareció que los comentarios no eran muy elogiosos. Pero en sobremanera, se hablaba, de los sermones del cura. Que que barbaridad que como se podía tolerar que si patatín que si patatán. Conclusión que no me enteraba yo de cual era la causa de semejante alboroto.


Decidí que lo correcto era ir yo a oír de primera mano, era lo mínimo para tener una opinión. Dicho y hecho, el día siguiente a las ocho y veinticinco estaba yo en el primer banco de la capilla. Salió el celebrante y necesité sujetarme para no caer. Este es Alfonso, Alfonso Moreno, collons, la de güisquis que habíamos compartido en Puerto Banús allá por el principio de los ochenta. ¿Y ahora cura?


Nuestras miradas se cruzaron y tal como yo le había reconocido, él también me reconoció. Me dirigió una sonrisa entre guiño y de disculpa, y comenzó el oficio. Una cierta monotonía. Llegó el evangelio y como no la homilía. En ese momento Alfonso se transmutó.


Se acercó al micrófono y dijo:


Hoy quiero hablaros de la fe. La fe, para los católicos es una virtud. Es creer en aquello, que no vemos ni podemos demostrar. Fijando la vista en un grupo de gente joven dijo mirando directamente a sus caras. Podéis tener fe en Jesucristo, en Mahoma o en Buda. Podéis creer en el Socialismo o en el amor universal. Pero creed. Porque el que no cree,  no tiene esperanza, y el que no tiene esperanza tampoco tiene caridad. ¡Cabrones! creed aunque sea en solo en vosotros mismos. Pero creed.


Se volvió hacia el altar, la cara de la gente joven era de clara complicidad. Por el contrario los mayores, mujeres casi todas, parecían haber recibido un gancho en la mandíbula.


Llego la consagración, pocas veces he visto en un hombre la expresión de paz y dulzura que tenia Alfonso. Comunión, preces finales, bendición. Id en paz la misa ha terminado.


Me precipité en la sacristía detrás de Alfonso. Nos fundimos en un abrazo.


Alfonso


Darío


Cuanto tiempo ¿Como tu ahora?... acerté a decir.


Veinticuatro años no se cuentan en diez minutos, ¿porqué no me esperas y te cuento? Ahora tengo que atender a unos clientes. Señaló unos jóvenes que esperaban en la puerta. Por lo bajo añadió: Quieren hace una misa rapera o rokera no se. Ante mi cara de estupefacción hizo un gesto mirando al cielo y dijo riendo: Cosas del de arriba yo solo soy su agente comercial.


Salí; el templo da a un patio de manzana rectangular, al fondo hay un acceso a la calle. Cuatro tilos enmarcan el jardín, que no tiene otra cosa que plantas aromáticas romero tomillo orégano salvia alguna mancha de menta. Tomé asiento frente a la puerta,  de espaldas a la iglesia.


En la calle se veía un quiosco de la ONCE. Pensé comprar un boleto. Antes de llegar se cruzó una señora. Deme ese 83. 83 38, su calzado no, su cintura tampoco su busto menos... Yo quiero otro 83. Se cruzaron nuestras miradas. En tanto, una mano se posó en mi hombro, como se posa la carga de una grúa.


¡Alfonso sigues teniendo manos de pelotari! Mientras la señora se despedía adiós Amelia hasta mañana Amalia. Mira he unido mi suerte a la de esa señora. La vi alejarse. Bien Alfonso ¿Hace un Chivas?


Pagas tu. La iglesia es rica, pero el clero es pobre. Aunque a estas horas mejor un café unos churros.


Bien “Aunque” no será la primera espuela de Chivas que te veo tomar a estas horas.


Cierto cierto ja ja ja.


Darío

miércoles, 24 de agosto de 2011

Hoy va de recuerdos. Recuerdos de viejo

Confesiones de un Octogenario

 

Ippolito Nievo 1831 1861



"Las mujeres son superiores a nosotros. Aceptad que pronuncie esta arriesgada sentencia un viejo que conoció muchas. Son superiores a nosotros en la constancia de los sacrificios, en la fe y en la resignación; saben morir mejor que nosotros y nos superan en todas las cosas más importantes y en la ciencia práctica de la vida, que, como sabéis, es un caminar hacia la muerte."

Y yo estoy de acuerdo, por ello tendé que demostrate que tu eres la fuerza y el empeño. Yo solo soy estribo, el lomo fuerte que ha de soportar tu leve peso.

Pequeña ahí esta el mundo. Yo lo mismo valgo para risas que para entierros.

Solo soy tu punto de apoyo. Tenemos que hablar de muchas cosas. Sobre el cristal del río del recuerdo. Tenemos que hablar todas horas de la mañana la tarde y del sueño. Tenemos que hablar de tus recuerdos que fluyan como agua hasta que tu puedas andar por sobre de ellos.

Darío

Graforía de convento.

Añalejo. Después de severa introspección. No encontrando últimos fastos papales. Decide hacerse el haraquiri con una hoja de Kempis.

Darío

martes, 23 de agosto de 2011

Hablando con La Tribuna. 3º

De la misma manera que hice con Clarín y La Regenta, estoy iniciando una aventura algo así como un ensayo novelado sobre Emilia Pardo Bazán y su obra. Como no me siento capaz, ni con ganas, de hacer un estudio serio. Como además hay montones de ellos. He pensado en leer las obras de estos autores con un espíritu crítico. Sin dejarme embarcar en la novela. Intentando ver los motivos personales del autor; porque un novelista al contrario que un ensayista, no ha de justificar sus posiciones ideológicas. El novelista llega, inventa una historia creíble y la cuenta. Luego la historia y los críticos nos hacen creer que eso era un reflejo fiel de la sociedad de su tiempo. Pero lo cierto es que toda novela tiene mucho de subjetivo. Los que escribimos contamos lo que vemos, pero siempre de la forma personal de verlo, sometida a la forma personal de narrarlo. Por eso imaginé que sucedería si La Regenta o La Tribuna, tuviesen opción de pasar cuentas con sus autores. Ese es mi reto.


Darío: Dime estabas criticando a la jefa.


Amparo: Si Doña Emilia era muy inteligente tocó todos los géneros el cuento la novela y el ensayo entre otros. A mi me da que usó la novelas a la manera de de falso ensayo. En un ensayo es riguroso hacer un estudio de los antecedentes, exponer teorías, añadir las tuyas, aventurar conclusiones lógicas. Presentarlo todo como un corpus y editarlo para disfrute de eruditos.


Darío: Si es cierto no veo a donde quieres llegar.


Amparo: Sencillo en la novela es todo lo contrario. El autor inventa personajes alguna vez inverosímiles. Los pone en una vida ideada y los lleva a resultados preconcebidos.


Darío:Cierto.


Amparo: Bien Doña Emilia une a su fama de estudiosa y ensayista la de novelista. Entonces la gente confunde novela que es ficción con el ensayo. La Pardo dejó decir que venía a La Tabacalera a vernos trabajar a comprendernos.


Darío: ¿Y? ¿No es cierto?


Amparo: No, ella venía a tomar tópicos, a describir unos personajes creibles. Pero nunca se ocupó de entenderlos.


Darío: Admito que sea posible, pero tendrás pruebas para lo que dices.


Amparo: ¡Veeeeeeessssssss! Me pides pruebas, y a ella no.


Darío: Tengo que darte la razón pero a ella no la puedo consultar.


Amparo: Pero si puedes acercarte a la historia.


Darío: Mejor me acercas tu que estás mas cerca de los hechos.


Amparo: Vale. España era y aun es hoy un país retrasado. Aunque a muchos les moleste en el año 1700 aun había mucha economía medieval. Fueron Los Borbones los que nos sacaron de ese marasmo.


Darío:¡Hombre!


Amparo: Yo no digo que lo hicieran bien o hicieran todo lo necesario. Felipe V el primero de ellos refundó la Real Fabrica de Cristal de La Granja. Pues bien sus ordenanzas eran ecologistas no se cortaba madera para los hornos que el bosque no pudiera sustituir de manera natural. Los trabajadores tenían derechos había descansaderos dentro de la propia fabrica con unas condiciones de confort que probablemente no las tenían en sus casas.


Darío: Si la he visto parecen muy cutres y mas comparadas con las alcobas de palacio.


Amparo: Si pero eso es otro tema, es el de reparto de la riqueza generada por el trabajo del obrero. Eso no estuvimos en condiciones de defenderlo hasta el siglo XIX. Pero en comparación con la calidad de vida de un trabajador de cualquier artesanía medieval era un chollo.


Darío: Puede que tengas razón. Durante mucho tiempo el siervo de la gleba catalán a lo máximo que podía aspirar era a permanecer oculto a su amo durante un poco mas de un año en Barcelona. Si el mercader certificaba que lo conocía desde ese tiempo, el siervo era libre. Por eso se decía El aire de Barcelona hace hombres libres.


Amparo: Mira eso no lo sabía yo. ¿Pero que es lo que cambió? Un año de penurias, de mal vivir, oculto y sin cobrar para dejar la esclavitud. Para cambiarla por una servidumbre onerosa. ¿Es así?


Darío: Si así se puede ver. Pero nos alejamos del tema ¿Qué tiene esto que ver con Marineda?


Amparo: Mucho. Aquí ya estaba la Real Maestranza de Mantelería, una fabrica de vidrio y este edificio que ves fue primero almacén y taller de reparaciones para los paquebotes de Indias. Una Fabrica de hoja de lata y algo mas tarde conserveras.


Darío: Bien bien y eso que quiere decir según tu.


Amparo: Lo obvio el estamento obrero ya estaba establecido y los problemas asociados también. No se puede hablar de que La Tribuna sea una novela social. Yo no represento a la totalidad.


Darío: ahora te comprendo.


Continuar


Darío

lunes, 22 de agosto de 2011

Vilano volador de sueños

Paracaídas del embrión latente

que llevas en tus alas el destino

de la simiente que junto al camino

ha de ser mañana.

Planta flor y otra vez simiente

pendida de tus alas

lleva también el sueño añoranza

del niño que quedó lejos, mi infancia

Soplaba el niño un vilano y el abuelo

soplaba con el la añoranza, nietos

Darío