sábado, 30 de marzo de 2013

La verga del señor...

Tenía un colaborador al que llamaba cariñosamente mamporrero.
Le solía pagar con pequeñas concesiones administrativas, dádivas del poder.
A cambio él le llevaba a las “secretarias” a sus citas.
Desde el primer braguetazo, dado en tiempos del caudillo, siempre se había considerado una verga privilegiada.

© Dario

Micro relato y Teléfono Movil

Tomó el móvil, dudó en cogerlo; era su cordón umbilical con una realidad lejana. Mas que lejana imposible. Era realidad virtual, tenía un texto de Ortega y Gasset que hablaba de metafísica. El yo y la circunstancia. El yo y la realidad virtual, pobre José Ortega... si viera esto circunstancia y realidad virtual. Yo soy yo y mi circunstancia (decía Ortega) y si no defiendo mi circunstancia no defiendo mi yo.

Lo pensó seriamente y tomó el móvi... ¡Tenía un móvil!

© Dario


jueves, 28 de marzo de 2013

Micro ficción

Nos hemos tenido que llevar al tío a urgencias.
Padecía de una insuficiencia de pensión. El médico le ha recomendado que no vote. Ayer estuvo hasta más tarde de las  diez buscando firmas para pedir una nueva ley...
Estos viejos activistas, se ponen en peligro con facilidad, ha sentenciado el Doctor. Vigilen que no vea muchas noticias...
Salimos del hospital en silla de ruedas y cantando la Internacional ¡Viva Chipre!

¡Muera el capital!

© Darío Micro-relatos sociales

martes, 26 de marzo de 2013

Relato corto en 72 palabras y una interjección.



Los pordioseros se jugaban al Monopoly las guardianías.
Era un claro avance en su cultura financiera. Por primera vez, disponían de un mapa de rentabilidad del territorio.
Ubicados sobre el cartón del juego se sentían poderosos, todo funcionó bien hasta que uno de ellos compró una oficina bancaria.
Entonces se trasformó, como si una maldición estuviese agazapada e esa casilla, dejo de pedir limosna y comenzó a exigirla. El juego había comenzado.
¡Coño!
© Darío

jueves, 21 de marzo de 2013

micro-biografías coetáneos.

micro-biografías coetáneos.

Solo su ambición, era conmensurable con su estupidez

también era monclovita...

© Darío