sábado, 24 de septiembre de 2016

Ascensores

Ayer el día comenzó a complicarse muy pronto.
Creo que desde que salí de casa, eran las ocho y pocos minutos... una vez en el rellano y de manera maquinal llamé al ascensor. Quiero decir; que pulsé repetidas veces el botón, esa especie de resorte secreto con una lucecita, que nos informa de su actividad.
Para mi es un resorte secreto, porque aun siendo evidente su ubicación; en la jamba izquierda del marco de la puerta, para mi repito, es secreto y misterioso su funcionamiento. ¡Porqué a ver! Cuando yo lo toco; como se entera el genio, el espíritu maligno que habita en las entrañas de la cosa, que yo deseo usarlo, que deseo bajar a la calle y no desplazarme hacia los pisos superiores. Es acaso porque hace una lectura de mi estado de ánimo, ¿sabe por la forma que empleo de presionarlo? ¿cual es mi voluntad, cual mi deseo?

Yo creo que los ascensores son seres malignos, emanados de alguna mente perversa, y que manejan fuerzas misteriosas. Por eso cuando yo pulso el botón; el duende que lo anima, sabe inmediatamente que deseo bajar al estanco que hay frente al portal de mi casa para comprar -algo tan raro hoy como- dos sellos de correo y un paquete de tabaco egipcio con mezcla de semillas de amapola.

En cierto modo los ascensores son como la democracia, tu pulsas el botón, pones tu voto en la urna, y el aparato se considera autorizado para ser intérprete fiel de tus deseos. Vamos, que tu votas pensando en el problema de las pensiones, y el ascensor lo interpreta como que estás de acuerdo en autorizar el matrimonio gay, prohibir los toros y a favor de prohibir la entrada de inmigrantes ilegales.
¡Mas mucho mas!
¡Que estás en contra de que gobierne Rajoy! Vamos que un ascensor es como Pedro Sánchez interprete de la voluntad popular a un a costa del cabreo de sus barones...

Pero ¿quiere decir esto, qué Pedro Sánchez se parece a un ascensor? Pues no; no, Pedro Sánchez, Pedro y la mayoría de los secretarios generales (por llamarlos de alguna manera) de los partidos políticos, no son como ascensores, tal vez lo mas parecido es que sean como montacargas. Porque es eso, los presidentes o secretarios de los partidos políticos, son unos montacargas comisionados para encumbrar hasta los áticos, a una clase social urbana, casi suburbana, que nace en los sótanos de la democracia y termina por instalarse en los áticos mas lujosos del país.

Estas cosas pasaban por mi cabeza mientras seguía hipnotizado las mínimas variaciones de pilotito luminoso de mi ascensor.
Ya debía yo, haber notado que el día se comenzaba a torcer cuando la espera se prolongó en demasía. Cuando el camarín del ascensor pasó por mi puerta sin detenerse. Pero a ver ¿no he pulsado yo primero? Pues entonces porque no me recoge a mi primero; ¿porqué? Como si en un estado de derecho, se une mi demanda, mi necesidad, a la del vecino para satisfacer primero la del vecino, que solo se parece a la mía en un deseo de salir a la calle pero no para comprar un sello de correos ni un paquete de tabaco egipcio para narguilé, es lo que yo digo los ascensores son como la democracia.

Al final, cabina ha tenido a bien parar en mi planta, pero como las cosas ya empezaban a torcerse, el camarín no estaba vacío.
Viajaba en él la vecina del ático, la pornoestar, bueno en román paladino la estrella del porno que vive en mi inmueble.
Mira si hay algo que me parezca absurdo; son las conversaciones de ascensor, y entre ellas destacan las de un ascensor de casa de vecinos. Allí reducidos a compartir un espacio muy limitado, la gente suele defender su entorno mediante un supuesto estado de trance, y en algunos casos un estado de trance en que se canturrean algunos tópicos sobre el tiempo y la lluvia la temperatura...
¿Porque a ver! ¿de que se habla con una actriz porno?
Mientras se salva la distancia que nos separa de la calle la imaginación corre y hacia ideas de las que se da en llamar políticamente incorrectas. ¡En mi caso once plantas! ¿once plantas en estado aparente de catatonia mientras piensas:
¿Le puedo preguntar, con que espadas ha compartido cartel? O no es políticamente correcto. ¿Debo encomiar sus últimos orgasmos fingidos? Una vez, me interesé por su trabajo, y ella me explicó que depende del realizador. Mucho de lo que se ve en una peli porno es montaje, montaje en el sentido cinematográfico de la palabra, es decir que se yuxtaponen una serie de planos y primeros planos, que no necesariamente fueron rodados juntos, ni el mismo día y hay veces que ni por los mismos actores. ¿¡Cómo!? Que el rabo de aquel guaperas musculoso que aparece en el Virtuoso de rabo Sedante es de un doble. Y no tiene nada que ver con el pene natural del “prota” ¡Qué horror! Resulta que en el porno, como en la política también nos la meten doblada.
¡Qué nada es lo que parece menos los impuestos!

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