Ana:. A cuantas mujeres habrás amado dí.
Darío:. No se, cientos miles tal vez. He amado a muchas pero he querido a pocas.
Ana:. Eres un Don Juan, un Mesía.
Darío:. No tampoc soy un Casanova, y eso que Casanova era oriundo de mi tierra. Como tu marido, Quintanar. Sabes el abuelo de Casanova, que es apellido catalano-aragonés. Tuvo que huir de Zaragoza, porque robo en un convento a Ana de Palafox, novicia de la que estaba enamorado. Se refugió en Venecia y allí nació su nieto.
Ana:. No te vayas por las ramas, tu a cuantas mujeres habrás amado.
Darío:. A eso voy. Hoy amar a una mujer, no tiene o por lo menos para mi no lo tiene el sentido que se le da en la novela del siglo XIX. En tu caso por ejemplo eres un objeto codiciado. Algo que se quiere poseer carnalmente. El magistral, se autoengaña pensado que solo quiere tu alma. Para el donjuán de Don Álvaro, ya Clarín apunta la tesis de que es un narciso. Que tras el “amor” insaciable de mujeres solo se busca a el
a su imagen vencedora. Un hazaña de que presumir. Eso era entonces, hoy la mujer ya no es solo una pieza de caza. Hay ligues, amigas, amigas con derecho a roce...
el rol de la mujer ya no es pasivo.
Ana:. Pero dime tu cuantas mujeres has tenido...
Darío:. Ninguna Ana ninguna. Debes saber que soy un caballero y un caballero nunca habla de esas cosas. Mi respeto hacia la mujer me obliga a negar hasta lo obvio.
Yo he amado mujeres, muchas, con total pureza. De esas algunas las he querido; deseado y puede que haya sido su pareja ocasional. Pero en esos casos, yo soy y he sido tan dominador como dominado. Una relación licita o no solo atañe a dos voluntades. He sido amante por ser amado, he deseado por ser querido. El amor y el sexo son dos voluntades. Me sentiría muy mal tener que descubrir intimidades. Ana tengo amigas con todos los grados de confianza que imaginar se puede. Nunca he perdido a una amiga aunque haya perdido una amante.
Ana:. Ya veremos, los hombres siempre termináis considerando elegante ser un dandi con una gran agenda. Colo dicen ahora “Churris” eso con una lista interminable de “churris” en el móvil.
Darío:. Lo siento no es mi caso. Pero volviendo a tu novela. La crítica acuso a Clarín de una inspiración en Madame Bovary. Mas que en la trama, en su subtitulo “Costumbres Provincianas” y así si, La Regenta es un retablo de una sociedad provinciana anclada en un periodo anterior al siglo de las luces. Claramente decadente, pero con un elenco de personajes que llegan hasta nuestros días. El donjuán el asalta honras. El cura enamorado y la mujer engañada o promiscua son comunes literarios de tu siglo. Tanto que se confunde realidad y novela será naturalismo. Mis preguntas son: En el siglo largo que ha pasado desde su publicación ¿Qué cambios has apreciado en la mujer?
¿Por el contrario que late aun en nuestra sociedad?
Ana:. Desde mi posición he visto a la mujer tomar el control de su cuerpo y de su ser.
Recuerdo una jovencita que venía por la biblioteca donde yo estuve presa durante años. Preparaba un trabajo fin de carrera, era verano usaba una blusa sin sujetador o un niqui amplio de tal manera que cuando se inclinaba sobre los libros y los apuntes dejaba ver sus pechitos firmes blancos... Ella lo sabía y lo usaba, sus compañeros miraban. Pero no pasaba nada. Nadie se daba por provocado. Si lo comparas con el escote que me sugiere mi confesor para ir al baile, con la cruz como símbolo de protección adicional; entenderás la diferencia, la mujer ha ganado un control sobre el uso de su cuerpo. Un escote que muestra, o un pantalón ceñido que marca, ya no son o no deben ser tomados como una invitación. Para no ser mas explícita, una cita íntima no presupone renuncia a nada. Es un acto de libertad. Hemos conseguido que la mujer no sea envilecida por aquello mismo que por lo que el hombre es admirado. Eso era impensable hace cien años. Por mas que existía. Pero eso solo se obtiene desde la educación desde la cultura. Y esa aun se nos niega en muchos sitios.
Darío:. Si estoy de acuerdo. El derecho a la formación y el derecho al cuerpo. Han sido dos conquistas necesarias y aun no terminadas. La literatura ayudó bastante, curas amantes los tuvo Clarín, Pardo Bazán, Zola Galdós Valera. Junto a ellos casi siempre hay una mujer ciudadana de segunda, como de otra clase social. Marginal bonita querida delicada pero privada de sus mas elementales derechos.
Ana:. Así es y a diferencia del hombre se le niegan sus derechos en todos los estratos sociales. Si mal lo tenía yo entre nobles y nuevos ricos, burgueses indianos, peor lo tenía la mujer de pueblo, a la que se le supone trabajadora burro de carga y por si fuera poco solaz sexual de su amo o de su patrón.
Darío:. De eso la novela del XIX también presenta un cuadro. ¿De no ser Ana Ozores? Bueno quiero decir ¿De haber podido elegir que mujer de la literatura te hubiese gustado ser?
Ana:. ¿A mí? Te vas a reír seguro...
Darío:. Yo siempre me he reído con y nunca de. Me he reído antes de mis gestos atávicos de macho, que de mujeres que se ponen en ridículo como alguna progre actual.
Ana:. A mi me hubiera gustado ser Carmen.
Darío:. ¿Qué Carmen la de Bizet? ¿O la de Mérimée?
Ana:. No no la Carmen real la racial que late en la versión de Gades Saura mira. Allí en el estanque.
Darío:. ¡Uf si se entera tu padre! Clarín quiero decir.
Ana:. Jajajaja ya lo sabe se lo he dicho yo. Y tu que escribes aprende nunca dejes que un personaje se apodere de ti. Si no la obra es suya no tuya.
Continuará.
Darío