Amparo: Con Ana, estuvisteis de acuerdo en que la protagonista de la novela es Vetusta. Esa ciudad mas o menos imaginada, parte de unas conductas. Esas conductas son individuales.
Darío: Si claro la conducta siempre es individual. El colectivo tiene comportamientos, esos comportamientos son consecuencia de conductas individuales. Pero hay veces que los seres humanos en colectivo hacen lo que no serían capaces de justificar como conducta, como actuación privada. ¿Es eso lo que quieres subrayar?
Amparo: Es eso exactamente. Clarín construye su novela a partir de conductas. Muchas veces con Ana hemos hablado de eso. Si recuerdas a todos los personajes de Clarín verás que muchos de ellos son la conductualización de un vicio, de un pecado capital.
Darío: Si recuerdo vagamente haber hablado de eso.
Amparo: Si algo escribiste. Mira repasemos los pecados capitales. Lujuria Gula Pereza Ira Soberbia Envidia y Avaricia. La lujuria es el pecado del Don Juan Álvaro Mesía. La Gula sería patrimonio de los Vegallana, para muestra de pereza Quintanar, la ira será el patrimonio patrimonio de Don Santos Baringa arruinado y muerto literalmente por las maniobras del magistral o mas exactamente de su madre. La soberbia es el pecado de Fermín y la envidia de Gloucester y los otros canónigos. ¿Lo recuerdas?
Darío: Si creo que he pensado o escrito eso.
Amparo:. Seguro si no lo hubieses pensado no lo sabría yo.
Darío: Desde luego como sois las mujeres digo las ideas...
Amparo: Jajaja no confundas yo tengo tanto de mujer como tu me percibes. Tu me construyes sobre los planos de La Pardo Bazán. Pero con tus ladrillos. En el fondo te pareces a mi.
Darío: ¿A ti en que sentido?
Amparo: Yo hago puros, un puro es siempre lo mismo un alma de hojas de tabaco y una envuelta del mismo material. Pero no es lo mismo que el tabaco sea de Cuba Habano o de Puerto Rico, importa su grado de curación y la presión con que está hecho. Que sea un veguero de una sola hoja o que sea un Faria algo barato con tabaco nacional.
Darío: Y dime Amparo tu a que te parecerías mas. (He decidido correr el riesgo de lanzar una pregunta que implica proyección en su respuesta)
Amparo: Yo creo que sería un veguero, un cigarro de una sola hoja. sin mezclas. Sabes, ahora eso que llaman creación literaria, esta llena de personajes farias mucha picadura nacional, en un envoltorio dudoso.
Darío: ¿Te refieres a los personajes de telenovela?
Amparo: Tu lo dices, que luego a mi me acusan de engreída, por ser hija de Doña Emilia.
Darío: Bueno ya que la nombras ¿En qué concepto tienes a tu autora?
Amparo: ¡Uf! No se como empezar.
Darío: ¿Recuerdas cuando venía a La Tabacalera?
Amparo:Si al principio no nos caía bien, comparadas con ella nostras éramos chusma. Trabajadoras, siempre le quedaba un aire de lechuguina, al ver sus uñas limpias su piel sin las sombras del tabaco. Con un marco de limpieza y aseo para el que las mujeres de la fabrica no teníamos tiempo ni medios.
Darío:Y que mas recuerdas.
Amparo: Solía traer un libro. Yo me fijaba mucho en el porque la lectura era mi segundo oficio. Eran cuentos de Prospero Mérimée. Tardé mucho a poderlos leer, supongo que eran su inspiración ¡Imagina un romántico! Inspirando el naturalismo.
Darío: Como quieres decir Inspirando
Amparo: Bueno que copiaba casi con descaro. Recuerdo que el Libro contenía el titulado Mateo Falcone. Pues pásmate, ella escribió uno titulado El justiciero que parece calcado, bueno calcado no, pero se le parece mucho
Darío:Es normal, que una mujer tan prolífica y tan lectora, terminase aun sin quererlo incluyendo historias de otros en su obra.
Amparo: No se que grado de conciencia se tiene cuando se copian personajes de otro autor, pero yo siempre he visto en mi noviazgo un ramalazo de Carmen.
Darío: ¿Lo dices por el hecho de que tu amante fuera militar?
Amparo: Si, menudo disparate. ¿Tu te puedes imaginar a una gitana novia de un civil?
Darío: Jajaja suena grotesco si. Eres divertida.
Amparo: Si lo llamas así pero una lectora una oradora un Tribuna debe saber usar los recursos de la voz, debe ser apasionada fogosa y también cómica alguna vez. Te contaré...
Darío