jueves, 18 de agosto de 2011

Regreso de Coruña

Cae la tarde, desde media mañana el sol furtivo tras la nubes ha estado caldeando el día. Calor que la proximidad de la costa atlántica hace agradable. Un día igual junto al mare nostrum hubiera parecido la antesala del orco.


Neblina y orvallo días que para mi gozan de especial encanto. En un velador, en los soportales de María Pita, he desplegado los planos. Cuanta topografía Marinedana. Calles que corrió la Pardo Bazán por las que luego con pocas variaciones hizo fluir a sus criaturas. Esta plaza estaba ocupada por los contrafuertes de la muralla.


La iglesia de Santiago. El campo de la leña. El cementerio cerca de el vivía Rojo el verdugo de la piedra angular. El barrio alto -ciudad vieja- El Bajo que se corresponde con la pescadería. Mira aquí el edificio de la tabacalera. Aun está en pie. Lo reformarán para juzgados, vamos a ver que evoca. El centro de fabril de la novela La Tribuna. Vamos a verlo.


Impresionante, pero similar a otros edificios hechos para le mismo fin. En sus mejores tiempos llegó a emplear a cuatro mil personas la mayoría mujeres.


Aun naciendo en plena revolución industrial, en esta fábrica, la mayor parte del trabajo se hacía de manera manual. Debe ser que en España industria e ideas llevan idéntico retraso. Lo que daría por ver su interior en un día de faena.


Volvemos, el coche enfila una carretera estrecha comarcal que nos deja en nuestro escondite. Por mi mente desfilan los personajes de las novelas de la Pardo Bazán. El cambio en La Coruña durante el siglo XIX fue impresionante, hoy el centro está poblado de numerosos edificios modernistas. Los Balcones acristalados son una seña de identidad inconfundible. De el origen del nombre me quedo con el Crunia nombre que figura en documentos del siglo XIII. Por otra parte me gusta esa similitud fonética que los paisanos aun usan ¿Que vas a Crunia? Recuerdo que era una pregunta habitual en mis primeras estadías en Galicia y que al principio me hacía dudar de lo que había oído.


El ruido de la rodadura indica que hemos dejado atrás el asfalto de la carretera estamos en casa.


Cenamos una lubiza, lubina, a la espalda, simplemente puesta a la plancha por el lado de la piel, bien desescamada, hasta que esta queda con la textura de un chicharrón. Un buen vino blanco de la tierra un Viño del Rosal y a descansar que mañana será otro día. Me voy a la cama pero fiel a mi costumbre de leer en ella, me llevo La Tribuna y los mapas buenas noches. Darío


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