El, sacó un pequeño paquete rectangular, y se lo dejó en la mesa, junto al café. A ella se le iluminó el rostro.
¿Son?
Si claro...
Han tardado mucho.
Debe ser el correo que en verano no funciona bien.
Será eso.
Anie, tomo el paquete con cuidado, lo palpó era una cajita y al tacto parecía madera.
Lo agitó un poco y escucho el leve ruido en su interior. Hizo ademán de abrirlo.
Por Dios, Anie lo vas a abrir aquí, en la cafetería.
¿No puedo? Dijo Anie con un mohín de niña caprichosa.
Quiero extreenaaarlaaass. (Sussurró)
Bueno. ¿Vamos al hotel?
Mira, voy a aseo y vuelvo, luego vamos al hotel.
Vale.
Anie se precipitó hacia el fondo del establecimiento.
Pocos minutos después volvía caminando como las modelos de pasarela.
¿Que tal?
Bien creo que bien.
Vamos al hotel, estoy deseando abrazarte.
Mientras pagaba, Bob, tubo tiempo de verla salir. Tenía un andar mas felino y el movimiento de caderas tenía la gracia de un junco que cimbrea.
El hotel estaba a solo dos manzanas.
Bob miraba a los ojos a Anie, que tenía una extraña luz en su mirada, y una dulzura en la expresión que nunca antes había visto.
Darío
No hay comentarios:
Publicar un comentario