miércoles, 24 de agosto de 2011
Graforía de convento.
Darío
martes, 23 de agosto de 2011
Hablando con La Tribuna. 3º
De la misma manera que hice con Clarín y La Regenta, estoy iniciando una aventura algo así como un ensayo novelado sobre Emilia Pardo Bazán y su obra. Como no me siento capaz, ni con ganas, de hacer un estudio serio. Como además hay montones de ellos. He pensado en leer las obras de estos autores con un espíritu crítico. Sin dejarme embarcar en la novela. Intentando ver los motivos personales del autor; porque un novelista al contrario que un ensayista, no ha de justificar sus posiciones ideológicas. El novelista llega, inventa una historia creíble y la cuenta. Luego la historia y los críticos nos hacen creer que eso era un reflejo fiel de la sociedad de su tiempo. Pero lo cierto es que toda novela tiene mucho de subjetivo. Los que escribimos contamos lo que vemos, pero siempre de la forma personal de verlo, sometida a la forma personal de narrarlo. Por eso imaginé que sucedería si La Regenta o La Tribuna, tuviesen opción de pasar cuentas con sus autores. Ese es mi reto.
Darío: Dime estabas criticando a la jefa.
Amparo: Si Doña Emilia era muy inteligente tocó todos los géneros el cuento la novela y el ensayo entre otros. A mi me da que usó la novelas a la manera de de falso ensayo. En un ensayo es riguroso hacer un estudio de los antecedentes, exponer teorías, añadir las tuyas, aventurar conclusiones lógicas. Presentarlo todo como un corpus y editarlo para disfrute de eruditos.
Darío: Si es cierto no veo a donde quieres llegar.
Amparo: Sencillo en la novela es todo lo contrario. El autor inventa personajes alguna vez inverosímiles. Los pone en una vida ideada y los lleva a resultados preconcebidos.
Darío:Cierto.
Amparo: Bien Doña Emilia une a su fama de estudiosa y ensayista la de novelista. Entonces la gente confunde novela que es ficción con el ensayo. La Pardo dejó decir que venía a La Tabacalera a vernos trabajar a comprendernos.
Darío: ¿Y? ¿No es cierto?
Amparo: No, ella venía a tomar tópicos, a describir unos personajes creibles. Pero nunca se ocupó de entenderlos.
Darío: Admito que sea posible, pero tendrás pruebas para lo que dices.
Amparo: ¡Veeeeeeessssssss! Me pides pruebas, y a ella no.
Darío: Tengo que darte la razón pero a ella no la puedo consultar.
Amparo: Pero si puedes acercarte a la historia.
Darío: Mejor me acercas tu que estás mas cerca de los hechos.
Amparo: Vale. España era y aun es hoy un país retrasado. Aunque a muchos les moleste en el año 1700 aun había mucha economía medieval. Fueron Los Borbones los que nos sacaron de ese marasmo.
Darío:¡Hombre!
Amparo: Yo no digo que lo hicieran bien o hicieran todo lo necesario. Felipe V el primero de ellos refundó la Real Fabrica de Cristal de La Granja. Pues bien sus ordenanzas eran ecologistas no se cortaba madera para los hornos que el bosque no pudiera sustituir de manera natural. Los trabajadores tenían derechos había descansaderos dentro de la propia fabrica con unas condiciones de confort que probablemente no las tenían en sus casas.
Darío: Si la he visto parecen muy cutres y mas comparadas con las alcobas de palacio.
Amparo: Si pero eso es otro tema, es el de reparto de la riqueza generada por el trabajo del obrero. Eso no estuvimos en condiciones de defenderlo hasta el siglo XIX. Pero en comparación con la calidad de vida de un trabajador de cualquier artesanía medieval era un chollo.
Darío: Puede que tengas razón. Durante mucho tiempo el siervo de la gleba catalán a lo máximo que podía aspirar era a permanecer oculto a su amo durante un poco mas de un año en Barcelona. Si el mercader certificaba que lo conocía desde ese tiempo, el siervo era libre. Por eso se decía El aire de Barcelona hace hombres libres.
Amparo: Mira eso no lo sabía yo. ¿Pero que es lo que cambió? Un año de penurias, de mal vivir, oculto y sin cobrar para dejar la esclavitud. Para cambiarla por una servidumbre onerosa. ¿Es así?
Darío: Si así se puede ver. Pero nos alejamos del tema ¿Qué tiene esto que ver con Marineda?
Amparo: Mucho. Aquí ya estaba la Real Maestranza de Mantelería, una fabrica de vidrio y este edificio que ves fue primero almacén y taller de reparaciones para los paquebotes de Indias. Una Fabrica de hoja de lata y algo mas tarde conserveras.
Darío: Bien bien y eso que quiere decir según tu.
Amparo: Lo obvio el estamento obrero ya estaba establecido y los problemas asociados también. No se puede hablar de que La Tribuna sea una novela social. Yo no represento a la totalidad.
Darío: ahora te comprendo.
Continuar
Darío
lunes, 22 de agosto de 2011
Vilano volador de sueños
que llevas en tus alas el destino
de la simiente que junto al camino
ha de ser mañana.
Planta flor y otra vez simiente
pendida de tus alas
lleva también el sueño añoranza
del niño que quedó lejos, mi infancia
Soplaba el niño un vilano y el abuelo
soplaba con el la añoranza, nietos
Darío
La Choni y La Mari Final.
El policía Se tomó el café, sin prisas, lo vi mirar las botellas de brandy con ganas de tomar una copa. Pero se retuvo, creo que pensó uf una copa esperando al juez, y algún mochuelo de la central que se dejará caer seguro. Mejor me quedo en el coche.
Hizo ademán de pagar, le dije aquello de paga la casa. Dio las gracias. Abrió la puerta y salió hacia el coche patrulla. Justo me dio tiempo para decirle que termine bien el servicio. Creo que ya no me oyó. Estaba yo en la plancha vuelto hacia la pared cuando oí otra vez la puerta. Buenos días dije maquinalmente. Hola buenos días oí la voz de la Mari. Me volví con una sonrisa y repetí otra vez mi buenos días. Tal vez algo azorado. Desde que había hablado con La Choni de ella, María me caía mejor. Pero eso no había significado, mas proximidad ni mayores conversaciones. Los bocatas el tiempo y poco mas, algún titular de prensa, que ella comentaba con un monosílabo y una sonrisa.
A ver que se le ofrece señorita.
Un Bocata de bacon y queso, dos de tortilla francesa, uno de pimientos con atún, una guindilla y dos de fuet. Pan con tomate en todos menos en el de bacon queso.
Me volví hacia la plancha para empezar mi faena. Puse el bacon y comencé a cortar el pan. Mientras lo hacía eché una ojeada a María, estaba radiante, el brillo de sus ojos sus labios sonrosados su sonrisa dulce el pelo al contraluz castaño. Podría ser una madona de Giotto o mejor, La mujer con Mandolina de Tiepolo.
[caption id="attachment_1028" align="aligncenter" width="224" caption="Mujer con mandolina Giambattista Tiepolo sobre 1760 (detalle)"][/caption]
Eso andaba yo pensando, sin perder la atención de mi tarea, cuando se oyó la puerta otra vez.
Buenos días
Buenos días. Me volví. Era por lo que deduje el otro policía, que habiendo dejado a su compañero junto al fiambre bajaba ahora por “su” café.
¿Un café agente?
Si muy cargado por favor.
Al oír la voz, del guardia Marí dio un respingo. Puse el queso sobre la plancha hice el café. En el momento de de servirlo, pasé por delante de La Mari, parecía de cera, pálida trémula... Volví a los bocatas. El policía le hablaba a Mari.
¿Ya no estas en la calle?
No ahora estoy en el piso de Chon dijo casi arrastrando las palabras.
Me puse a batir los huevos de las tortillas, intentando que el ruido apagara la conversación. Un gesto claro de no oigo nada.
Cuando terminé los bocatas el guardia había terminado el café, lo de siempre el gesto de pagar. El paga la casa y una salida precipitada. ¡Huy el juez!
Con mi sonrisa habitual terminé de servir a La Mari. Seguía pálida. Salio casi sin decir adiós.
Mas tarde vi a los empleados de la funeraria salir con su carga. Los guardias no volvieron, La Marí tampoco.
Pasaron varios días La Mari tampoco apareció. Un día, tres o cuatro después, pasó Choni. ¡Holaa! que voy a Synera, tengo una amiga enferma allí. Intuí con meridiana claridad quien era la enferma.
Era ya la tarde que pasó otra vez Choni, no pude contenerme y le pregunté.
¿Y la enferma?
¡Uf! Está depre.
¿Es La Mari verdad?
Si ¿Como lo sabes?
En dos palabras le puse al corriente de mi suposición. Creo que se sintió muy mal al ser descubierta por el guardia.
¿Fue grosero?
En lo que yo oí no, simplemente la trato con la familiaridad de quien la conocía.
Pobre. Arruino su sueño de ser una chica normal. Es duro, creo que Choni estaba emocionada, yo también.
Es la vida, sabes Darío. Hay veces que nos gusta sentirnos simplemente personas y hasta eso se nos niega.
Si la ves, si te parece... dile que para mi sigue siendo persona, que lo era antes y lo es ahora. Dile que yo sabía que era... no no eso no se lo digas, no se puede.
Nunca la volví a ver aquella niña que parecía un Tiepolo... Y hay veces que aun sueño verme reflejado en sus ojos.
Darío
domingo, 21 de agosto de 2011
La Choni
El otro pasado Viernes 5 al dar cumplida cuenta a un escrito de Lola Gracia . Salía a relucir el nombre de La Choni. Hubo una vez en mi vida que por circunstancias familiares tuve regentar un establecimiento de hostelería. El garito nada de llamarlo restaurante estaba ubicado en un barrio viejo. Uno de esos barrios autarquícos, el resto de un villorrio antiguo, que un día fue fagocitado por la gran urbe. Como corresponde a un pueblo, el barrio tenía de todo. Sus ultramarinos carnicerías sus pescados. Y como no, su zona oscura, su hotel de parejas dudosas algo cutre como corresponde a los adulterios de barrio.
Pues bien allí conocí a La Choni. Reinaba en el prostíbulo del barrio, era la jefa. No se si me avisaron si lo intuí yo o ella hizo algo para presentarse. Lo cierto es que cuando se está detrás de una barra de bar todos los clientes son iguales. Señoras y Señores dignos del mas exquisito respeto.
La relación se fue a poco consolidando sobre dos premisas claras.
1ª Choni puedes venir a mi casa cuando quieras, encorarás el mejor de los servicios probables la discreción mas absoluta y mi franqueza.
2ª Nunca iré yo a tu negocio, ni haré nada que nadie pueda interpretar como que soy cliente. Y por supuesto ni te conozco, ni se de ti, ni hablaré de ti. ( Es una norma de discrección que aplico de forma generalizada y que me ha evitado muchos sofocos)
Creo que esto quedó muy claro desde el primer día. Gracias a ello gané una cliente fiel. Solía aparecer a media mañana pedía la mayoría de las veces un bocadillo de pebrots tonyina i olives al que solía añadir un bitxo (guindilla). Si no había nadie en el establecimiento siempre se había entre los dos alguna broma picante. Cosas como que yo la saludase con una frase como tinc avui uns pebrots... o que ella dijese a veure els teus pebrots noi.
Así supe que había sido secretaria, una mujer liberada de los años 70, que nunca puso pega a acompañar a los jefes de viaje. Que por lo general ella ya estaba de vuelta cuando los jefes iban. Terminó siendo una buena secretararia de dirección ideal para congresos y ferias. No se, ni me importaba cuando y como llego presidir esa corporación sita en un barrio barcelonés. Ni quien la bautizo como La Choni. Supongo que algún kamasutrero de la época en evocación de la forma de sánscrita de llamar al órgano sexual femenino.
Así me enteré de muchas cosas del oficio. También comenzaron a parecer amigas suyas incluso de un club competencia del de Choni, Y todo siempre con discreción y respeto.
Un día apareció una morena joven de escasa la veintena, su piel era brillante, su boca carnosa, la mirada dulce y los gestos denotaban timidez. A primera vista y aun a segunda me hubiera costado identificarla con una de las chicas de Choni. Pidió un bocadillo una cerveza lo tomó en silencio pagó y se fue. Varios días mas tarde apareció con una bolsa y pidió tres bocadillos. Dijo que trabajaba cerca. Esta vez los puso en la bolsa y se los llevó, las cervezas las pidió de lata para no tener que volver. No se como explicarlo, pero la niña me caía bien. Era guapa muy guapa su cara de una dulzura que aún recuerdo y sus formas los pechos las nalgas y las piernas eran bonitas y armónicas. Uno de los días entre los bocadillos que pidió, había uno de pebrots tonyina olives i un bitxo. Comprendí inmediatamente, quien era la persona que la mandaba por el bocata. Pero no hice el menor gesto. Aquella o la siguiente tarde pasó La Choní por la puerta. ¡Hola Hola! Oye que no vengo porque tengo mucho trabajo ahora pero te mando a una de las chicas a por los bocadillos.
¡Ah vale! Contesté, hasta cuando quieras o puedas. Si si es que llevo unos días... No se si pasaron tres cuatro o tal vez mas, hasta que Choni apareció a su hora habitual.
Holaa Què tens?
Pebrots?
No, avui no, prefereixo pernil.
¿Te gusta La Mari? Es la chica de los bocadillos.
Es muy guapa cierto, me dijo que trabajaba en una oficina por aquí cerca y no la relacioné contigo hasta que no pidio el bocata de pebrots amb bitxo. Es muy callada.
Si, es una chica magnífica, un ángel si lo sabrá La Choni que lleva años en este oficio.
Por cierto dice que le gusta como la tratas, suele salir de ella el hacerse cargo de bajar a por los bocadillos. Sonreí de la manera mas críptica posible.
Pasaron los días y María -La Mari- seguía viniendo por bocatas con cierta regularidad. Se sentaba en un taburete de la barra mientras se los preparaba. Solía sonreír yo también le sonreía, alguna vez, hablamos del tiempo ese intercambio de frases hechas que se se hace cuando no hay otra cosa que decir. Hasta que un día. Sería eso de las diez de la mañana cuando delante del Bar paró un coche de la policía. Bajaron dos guardias, buscaron un numero de la calle, llamaron a un timbre y se precipitaron en el portal. Pasarían unos veinte minutos, no mas, cuando vi salir a uno de los guardias, entró en el coche patrulla y hablo por radio. Se volvió a meter en el portal. Minutos mas tarde bajó el segundo. Se dirigió hacia mi establecimiento y entró.
Buenos días
Buenos días
¿Conocía usted a Manuel Salvat?
¡Ah1 el Manu solo de nombre por aquí entraba poco.
Ha aparecido muerto en la ducha.
¡Coño! Dije sin poder ocultar la sorpresa.
Tenemos orden de no dejar entrar a nadie hasta que venga en Juez y el Forense. Ahora mandarán un equipo de huellas por si acaso.
Bien, quiere usted un café mientras espera, no es buen desayuno el que le dan.
Desayuno, yo debería haber terminado el turno hace una hora y estar ya cenando me han caído horas extras atestado papeleos ¡Venga ese café!
Continuará
Darío