El meditador estaba a la puerta de su cueva. Habían venido a
oírlo gentes de sitios lejanos.
No se sabía bien quien era, ni de donde venía. Un día
apareció en la montaña, era un asceta.
Una o dos veces al día, salía de su cueva y decía una frase
o dos. La gente las aprendía de memoria. A un avispado, se le ocurrió
guardarlas y luego venderlas impresas. Era la sabiduría del hombre de la
montaña. Más tarde se comenzaron a aparecer compilaciones, por temas.
Aquel día el viejo dijo:
La política es el arte de lo fugaz, de lo fungible. Solo es
un arte de ajustar necesidades y existencias. Desgraciado el pueblo que vota a sus
políticos por su nacionalismo. Por ser algo más que estadistas. Cuidaros de
aquellos que visten su gestión con otra cosa Nacionalismo. Cristianismo.
Comunismo. Son buitres que se comerán el
erario. Devorarán vuestras cosechas esclavizarán a vuestros hijos...
© Darío