martes, 31 de enero de 2012

Noche

Buenas noches silencio. Noche de amargo callar mientras espero.
Espera sin sentido de un eco, hoy ya lejano, presente en tu silencio. Noche negra, hilvanada en un mal verso. Seca de besos, vacía de sonrisas,  ausente tu mano y tu caricia.
Noche desperdiciada en espera inútil, no volverás, es fútil devaneo esperar aquello que perdí hace ya tiempo.
Y a pesar de saberlo, quiero guardar el ensueño, la palabra de oro que un día me diste
que empeñaste en un te quiero.
Porque el recuerdo es mío y ni lo presto ni lo vendo. ¡Ni lo devuelvo!
Darío 18/08/08

jueves, 12 de enero de 2012

Un pensamiento

Un pensamiento vagante y grave
golpeando el malecón
de la memoria suave.
Como ola aleve
que la luna maneja
lubricán del deseo
despertar del sexo
crepúsculo del alba
evocar tu cuerpo
ensoñar tu voz.
Acariciar tu pubis...
tu cabello
Darío



lunes, 9 de enero de 2012

El le había -o al menos eso creía- dedicado una novela setecientas paginas.
En realidad aquejado de esa enfermedad del ego que tienen algunos escribientes en las setecientas paginas solo hablaba de él mismo.
Ella mas prudente se limitó a reservar en su diario una docena de caras, aquellas que tenían el color  el tacto y el perfume de las sábanas,  de aquel hotel para parejas que frecuentaban.
Así cada cita, era como una carta, sin texto. Elaborada en la cama, pensada en los entreactos y en un sobre color rosa palo como el cobertor del mueblé. Con ese color de amor exangüe en que terminaban sus desventuras.
Un día en el futuro, se imaginaba ya anciana leyendo aquellas hojas nunca escritas. Repasando las novelas de sus amantes y contestando aun con orgasmos imaginarios aquellas palabras que nunca le escribieron para ella. ¡Uf los hombres ¿Porqué serán tan egoístas?!

Darío

lunes, 2 de enero de 2012

Cierta soledad

Una cierta soledad.

Dolora inundando el alma, sus perfiles y sus costas.

Alba gris, acantilado, luz del pensamiento aurora.

Sombrío amanecer y sabia soledad por indolora.

Darío

sábado, 24 de diciembre de 2011

Cuento de Navidad

José subía las escaleras con dificultad.

Hacía un rato, que María había oído como las sierras del taller se habían apagado con el ruido grave de una sirena.

Ella salía a recibirle a la puerta de su vivienda. Supuso, que por ser viernes, José su marido, se había entretenido un poco mas. Habría pagado la semana a los dos operarios y habría hecho un pequeño arqueo de caja. Cuando llegó a la puerta su marido ya estaba en el penúltimo rellano.

La cara de José era triste, denotaba un cansancio de siglos, en su mano subía una bolsa de cuero con el dinero de la recaudación.

María se adelantó sonriente, le tomó la mano y juntos hicieron los últimos pasos hasta la vivienda.

Miró a su marido con ternura, con la infinita ternura, que la tradición le otorga, y este como en una escena repetida durante siglos comenzó a lamentarse:

Que si los impuestos lo ahogaban.

Que el banquero, cada día le ponía mas duro, el conseguir un crédito.

Que los trabajadores cada día ponían menos cuidado en su trabajo...

María asintiendo, le condujo hasta el sillón. Le descalzó, mientras le ponía las pantuflas, observó los tobillos de su marido. Hacía semanas que lo encontraba mas torpe al moverse. Eso le preocupaba.

José seguía lamentándose, añoraba aquel pequeño taller de de Nazaret

¿Porque tuvimos que venirnos aquí?

¿No era esa mejor vida?

Allá era carpintero, lo que equivalía a constructor, sabía cortar las vigas de una casa, y construirla desde los cimientos. Aquí en la urbe solo podía trabajar la madera, puertas bancos, alguna mesa y poco mas. En NY, los carpinteros solo hacían muebles y el Lower East Side, el barrio judío, solo se trabajaba para los vecinos del barrio.

María sonriendo, le dijo, no te aflijas, ya sabes porque. Es es por el niño. Primero huimos de Herodes luego de Pilatos y Roma mas tarde...

Somos una de tantas sagradas familias que tienen un mensaje que dar a los hombres. En cada siglo, en cada ciudad, ha habido una de imagen nuestra.

José asintió. Ya se ya se... que es por El y su mensaje.

¿Por cierto que hace?

Ah está en su habitación, conectado a Internet; contestó María.

¿Internet? ¡La Toráh es lo que debía estar estudiando! ¿Has hablado con el rabino?

Si si, José, contestó María, ya lo sabes y sabes la respuesta; es capaz de confundir al Sanedrín con sus preguntas. Gracias que rabí Simón tiene una gran paciencia.

¿Y en la escuela que hace?

Sus maestros dicen que es un soñador, es muy despierto, y va muy bien es sus estudios aunque no lo ven leer un libro.

Este niño, ¡Será mi cruz! Dijo José algo enfadado; María no pudo evitar un gesto de dolor al oírlo, ¡No podría estudiar un poco como los demás!

Voy a hablarle, de hoy no pasa. Jesús Jesús donde estás.

Estoy aquí padre.

¿Qué haces?

Miro el universo por Internet.

Vaya ocupación, tu sabes que debes obediencia a tu padre y a tu madre así que deja el chisme ese y ven que hay que pasar las cuentas del taller.

Pero es que... tengo un sistema solar en observación.

Ni sistemas ni soles, ya es hora de que te ocupes de las cosas de tu padre.

Eso hacía, dijo el niño en voz baja.

Pues vale, deja ese juego y a repasar las facturas conmigo.

Jesús echó una ultima ojeada a esa estrella y su corte de planetas. Un mundo de mundos.

Tomo su ábaco y comenzó a sumar las facturas de los proveedores.

En tanto en su habitación el ordenador emitió un pit pit entrecortado y poco a poco todos los planetas , perdida la atención del niño, fueron colapsando.

Hasta el sol se apagó en un estallido silencioso.

Darío