Si ayer escribía un relato corto sobre Circus, mi
pensamiento no andaba lejos del circo de la vida. Todos alguna vez hemos hecho
números de circo aunque sea en sentido figurado.
Cuanto decir sin decir, contorsionista. Como pasar sin caer,
contorsionista. Cuantas veces mago y cuantas trapecista. Y muchas las más
ejerciendo de payaso para divertir con inteligencia. La vida es un circo, y
como en todo espectáculo, hay gente que siempre se cuela.
Alguien que pretende ver el sudor ajeno el riesgo sin
pagarle al artista el justo precio. Verdad que los conocéis. Son los políticos
los medios cargos los que quieren disponer de vidas y haciendas, los que no
quieren control sobre sus actos.
¿Qué hacer con ellos? Como seguir tolerando el descaro la
ofensa continua.
Dejé a Circus y su troupe miré por encima del hombro de los
contorsionistas, y me dije has de señalar con el dedo a los corruptos hasta que
no te queden dedos.
Has de señalar a los hijos del sistema, pero te entenderán.
A saber que han entendido los que leyeron Deliquios depoder, radiografía de un sistema que genera despotismo que crea miseria. Por eso te lo vuelvo a citar, porque es una
broma muy seria.
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