miércoles, 1 de julio de 2015

La Alberca otra vez.



Otra vez camino de La Alberca, ayer mis ilusiones se estrellaron, había en el aire, y no lo soñé, un aroma a judías, legumbre primigenia. Garbanzo lenteja y judía castellanas. Gregoriano de fogón, alquimia de refitolero. Condumio conventual, hogaza de pan blanco... aceite... gran yantar y el alma mira al cielo.
Pues que no, que nones, que el olor de judías no venía de ningún restaurante. El olor llegaba de la cocina de una residencia de ancianos...

Yo había repasado por la noche aquello de los ritos del noviazgo y la forma de celebrar la boda y el bodijo... protocolos ancestrales tal vez hebreos o quizá morunos. Tampoco ajenos al otras regiones de España.

Pero lo que me impresionó en La Alberca fue el entierro, suelen los albecanos pertenecer a una cofradía, la muerte de un cofrade, se anuncia con las campanas de la torre y los toques por su número indican la filiación del fallecido.

Llegó el furgón a la puerta de la iglesia, mejor dicho a las escaleras que se extienden a su pie. Fue sacado el ataúd subido a hombros de cofrades vestidos todos con severa capa castellana. Responso y miserere. Dejamos la función los muertos entierran a sus muertos, tal vez la frase mas oscura del evangelio.

Paseo tiendas artesanía, polainas botos camperos, sombreros. Descubro en el arte charro el secreto que culmina mi novela. Es curioso lo he tenido delante de la vista todo el tiempo, ahora lo veo es la clave que cierra el arco. Es el arcano antiguo la ciencia de los rosetones; el gótico saber secreto.

El funeral termina, los cofrades cargan el ataúd y enfilan la calle principal plaza mayor hasta la salida del pueblo. El féretro los dolientes con capa, el cura con la cruz, los acólitos y un coro de mujeres que reza. Los comercios cierran las puertas y apagan sus luces al paso del entierro. ¿Respeto? ¿Atavismo? Quien sabe impresiona es un adiós, quizá un hasta luego. Responso y miserere. En las afueras espera el furgón fúnebre de allí al cementerio igual que otro entierro. Dicen que serán cofrades los que pongan sobre él la primera palada de tierra, humus al humus polvo al polvo, muertos a los muertos.

Volvemos, aun nos da tiempo de ver un grupo de verracos que crían a la montanera. Es el ciclo de la vida humus encina bellota cerdo -excelente jamón- y otra vez estiércol. Stercus cuique suum bene olet, si si es cierto. Integramos una cierta putrefacción en nuestro ciclo alimenticio.

Repaso la lista de precios, lomitos de presa, jamón, chorizo, salchichón. Ya tengo proveedor; me hará envíos a Barcelona. También Judías lentejas garbanzos quien dijo que el turismo es solo ver museos.

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