La comida, de aliño. No es que fuese mala, los gallegos suelen ser mas respetuosos con su cocina nacional que el resto de los españoles. Cierto que te puedes hinchar de marisco congelado junto a los mejores puertos marisqueros. Cierto, que alguna vez me sirvieron una empanada como de pan bimbo. Cierto que hay algún caldo gallego que goza de una babel de carnes que nunca estuvieron en el origen del pote. Pero aun es fácil, ver en las huertas esas coles de un metro y mas de altura de cuyo troncho se ha ido cortando una o dos hojas cada vez para hacer el caldo, dejando el cogollo cada vez mas alto tierno y pequeño.
Doña Emilia; tuvo un amigo, Manuel María Puga y Parga que bajo el seudónimo de Picadillo fue deshojando su saber comer y el de su tierra en colaboraciones diarias en la prensa primero, en libros después. Algunos con el comentario de Doña Emilia. Porque el nacionalismo bien entendido, comienza en los fogones. Se come lo que se tiene, se guisa conforme al tiempo que dejan libre las otras actividades (economía también) y el calendario de fiestas y romerías suele coincidir con los ciclos del mar y del campo. Las cosechas que marcan romerías, o bajas en los ciclos de pesca y extracción. Las vendimias y las siembras unieron en los ancestros cosmos alimentación y folclore.
Por eso tiemblo ante gastronomías que desconstruyen. Por que lo que nos ha hecho lo que somos. Es lo que producimos y como lo producimos. No voy a seguir por aquí, seguro que termino abominado de las leches descremadas las 100.000 y una pizzas o las monumentales hamburguesas. Sazonado todo con glutamato y muchos E-conservantes, E-colorantes- E-saborizantes autorizados ¡Señor si Picadillo o la Pardo levantaran la cabeza!
Perdón, me repite el almuerzo. De Picadillo y La cocina de Doña Emilia hablaremos otro día. Ahora voy a buscar un plano de La Coruña supongo que es mas fácil que volver al aparcamiento por el GPS. Mira allí hay un quiosco de prensa.
Buenas tardes ¿Tiene planos de la Ciudad?
Un momento, no no me quedan.
¿Sabe donde podría encontrar uno?
Mire en una librería de esta misma calle a ver si allí.
Tampoco y ya van tres. Al final en una rua perdida encontré un facsímil de los
Planos de Barón y Yáñez planos de Barón y Yáñez (1879 ) Bueno no es lo que buscaba pero me lo llevo seguro que son mas Pardo Bacianos que los de ahora.
Darío
lunes, 15 de agosto de 2011
sábado, 13 de agosto de 2011
Un Viaje a Marineda
Dejaré hoy mi retiro en Bergantiños o en a Costa de Morte; ¿Quien sabe? Tal vez sea en otro sitio de esa basta y agreste orografía gallega, que solo tiene al mar por frontera.
Salimos pronto. Una espesa bruma da al paisaje algo de fantasmal. Atravesamos un bosque de eucaliptos y allá abajo jirones de bruma, parecen bajar a buscar el baño de mar, que les da vida. Acantilados poblados en sus crestas por aves marinas, abajo en la orilla escasas y estrechas fajas de piedra solo holladas por percebeiros, de voluntad y carácter tan rudo y firme como esa costa de inverosímil mapa.
Si en Galicia hay meigas este debe ser su reino. Aunque... recuerdo una tardada veraniega en que en breves minutos el cielo se encapotó. El aire se tiñó por unos segundos en un baño de oro, dando a todo el aspecto de un viejo retablo de iglesia. Para pasar con rapidez a transformarse en una aguada cenicienta y sucia. No creo en las meigas, pero de haberlas las hay aquí, jugando con los paisajes, pintando de ceniza y tiniebla los alegres pastos, los maizales verdes y dorados. Todo es sombrío, las aves callan y se diría que la tierra paraliza la vida por maleficio.
Una vista a casa de La Pardo Bazán. Ya se que no parece muy respetuoso escribir de Doña Emilia tratándola con esta familiaridad. Pero me gusta la contundencia de sus apellidos. Rosalía rima con poesía y Concepción Arenal tiene algo de adusto de la prolijidad del derecho. De Rosalía visté su Pazo de la Matanza el año pasado es curioso la geografía gallega parece tener polos. Rosalía y Cela en Iria Flavia. Emilia Pardo y Wenceslao Fernandez Florez en Coruña. Pablo Iglesias y Concepción Arenal Ferrolanos.
El primer pequeño desencanto, surge cuando preguntas en la calle donde se halla la casa. Te miran raro, te envían a otro museo. En fin.
Doña Emilia nació en la calle Riego del Agua, en una casa hoy inexistente. La familia se mudó a una casa en el numero 11 de la calle de las Tabernas. Es un Sólido edificio del siglo XVIII donde hoy tiene su sede la Real Academia Gallega. Allí se conserva parte del legado de Doña Emilia. Sus abanicos, cuadros con su imagen, recuerdos de sus amigos, pero sobre todo sus muebles. La mesa que fue su escritorio desde cuya ventana se contempla la imagen de Santiago a Caballo en el tímpano. Y dos figuras sobre las que no hay acuerdo de a quien representan protagonistas y testigos de uno de sus cuentos. Estar, en uno de los múltiples gabinetes de trabajo que esta intelectual utilizó en su vida impresiona. Los datos, fondos y documentos sobre ella desbordan lo que se puede aprender durante la vista. Al final me obsequian con un ejemplar de La Tribuna, cuaderno de estudios pardo bazanianos.
La visita ha durado casi una hora, vamos a comer en las inmediaciones de la Plaza de María Pita y mas tarde haremos un recorrido por el casco antiguo de Marineda el nombre que da ella a La Coruña en sus novelas. Aunque a Marineda quiere ponerle adornos cántabros en algún caso, en La Tribuna y en La Piedra Angular por ejemplo, La Coruña deja muy bien dibujada su topografía.
Darío
Salimos pronto. Una espesa bruma da al paisaje algo de fantasmal. Atravesamos un bosque de eucaliptos y allá abajo jirones de bruma, parecen bajar a buscar el baño de mar, que les da vida. Acantilados poblados en sus crestas por aves marinas, abajo en la orilla escasas y estrechas fajas de piedra solo holladas por percebeiros, de voluntad y carácter tan rudo y firme como esa costa de inverosímil mapa.
Si en Galicia hay meigas este debe ser su reino. Aunque... recuerdo una tardada veraniega en que en breves minutos el cielo se encapotó. El aire se tiñó por unos segundos en un baño de oro, dando a todo el aspecto de un viejo retablo de iglesia. Para pasar con rapidez a transformarse en una aguada cenicienta y sucia. No creo en las meigas, pero de haberlas las hay aquí, jugando con los paisajes, pintando de ceniza y tiniebla los alegres pastos, los maizales verdes y dorados. Todo es sombrío, las aves callan y se diría que la tierra paraliza la vida por maleficio.
Una vista a casa de La Pardo Bazán. Ya se que no parece muy respetuoso escribir de Doña Emilia tratándola con esta familiaridad. Pero me gusta la contundencia de sus apellidos. Rosalía rima con poesía y Concepción Arenal tiene algo de adusto de la prolijidad del derecho. De Rosalía visté su Pazo de la Matanza el año pasado es curioso la geografía gallega parece tener polos. Rosalía y Cela en Iria Flavia. Emilia Pardo y Wenceslao Fernandez Florez en Coruña. Pablo Iglesias y Concepción Arenal Ferrolanos.
El primer pequeño desencanto, surge cuando preguntas en la calle donde se halla la casa. Te miran raro, te envían a otro museo. En fin.
Doña Emilia nació en la calle Riego del Agua, en una casa hoy inexistente. La familia se mudó a una casa en el numero 11 de la calle de las Tabernas. Es un Sólido edificio del siglo XVIII donde hoy tiene su sede la Real Academia Gallega. Allí se conserva parte del legado de Doña Emilia. Sus abanicos, cuadros con su imagen, recuerdos de sus amigos, pero sobre todo sus muebles. La mesa que fue su escritorio desde cuya ventana se contempla la imagen de Santiago a Caballo en el tímpano. Y dos figuras sobre las que no hay acuerdo de a quien representan protagonistas y testigos de uno de sus cuentos. Estar, en uno de los múltiples gabinetes de trabajo que esta intelectual utilizó en su vida impresiona. Los datos, fondos y documentos sobre ella desbordan lo que se puede aprender durante la vista. Al final me obsequian con un ejemplar de La Tribuna, cuaderno de estudios pardo bazanianos.
La visita ha durado casi una hora, vamos a comer en las inmediaciones de la Plaza de María Pita y mas tarde haremos un recorrido por el casco antiguo de Marineda el nombre que da ella a La Coruña en sus novelas. Aunque a Marineda quiere ponerle adornos cántabros en algún caso, en La Tribuna y en La Piedra Angular por ejemplo, La Coruña deja muy bien dibujada su topografía.
Darío
jueves, 11 de agosto de 2011
martes, 9 de agosto de 2011
Gonzalito
Era un niño modelo, cursó la enseñanza básica, y aquello que se decía bachiller con sobresaliente como la nota mas baja. Yo había compartido unas vacaciones con el en Guimaraes. Llegada la hora de elegir carrera eligió la iglesia y dentro de ella la Compañía de Jesús. Por entonces nuestra relación era de buenos vecinos. Lo vi pocas veces más una ya de jesuita misacantano. Mi madre me habló de el. Esta por aquí Gonzalito. Creo que va a Roma a estudiar, dicen que llegará alto en la orden. Lo he visto, comenté, si le sienta bien la sotana ¿Pero sabes? juraría haberle visto las pezuñas por debajo del traje talar. Mi madre me echó una mirada furibunda, callé.
Pasó el tiempo, un día un compañero de estudios me dijo Gonzalito ha vuelto. ¡Ah! ¿Que hace? Bien ahora es comunista secularizado y casado en seis años. Da un mitin en la plaza de toros el domingo ¿Vienes a verlo? Fui. Fuimos varios excompañeros, al final con unas birra por delante alguien saco el tema. Como yo permanecía callado al final recibí una pregunta a quemarropa. ¿A ti que te ha parecido? No se bien creo que se le ve el crucifijo dentro del puño. Risas. Será el Kempis o los ejercicios de San Ignacio. ¡Mas risas!
Tardé a saber de el, alcanzó un puesto en las elecciones. No era muy importante, concejal de un ciudad de un cinturón obrero junto a la capital. Después mas noticias; se ha separado, lo han echado del partido.
Paso mas tiempo; mucho. Un día fui a buscar a mi madre a la salida de misa. El caminaba unos pasos por delante de mi, intuí que también el se dirigía a buscar a su madre que frecuentaba la misma iglesia.
Era un templo viejo, encerrado entre modernos edificios, en su puerta el ayuntamiento había dejado una placita en forma de embudo. Cuando llegó al límite de la plaza se detuvo. Dos veces le vi adelantar una pierna en un paso inmediatamente abortado. Mientras me acercaba lo miré con detalle, se le veía viejo cargado de espalda, una calva rala ocupaba el lugar donde un día hubo una tonsura. El pelo bayo la cara macilenta las quijadas pronunciadas por una delgadez mortal. Hice ver que no le veía. Entré en el templo, el cura dio la bendición final. Tomé a mi madre por el brazo y salimos. Miraba de reojo para localizar a la madre de Gonzalito, quería evitar a toda costa salir juntos. Era mi forma de evitar un encuentro desagradable. Tuve la precaución de poner a mi madre a mi izquierda, no parece educado, pero su cadera y su sordera lo hacían práctico. Así de paso, mi cuerpo podía tapar la macabra visión de Gonzalito. Pero el ya no estaba allí, supongo que le pudo la presión. O tal vez tuvo una urgencia fisiológica.
No he vuelto a saber de el... ya ves en el pueblo lo veían con la purpura del cardenalato. En el partido con la bandera roja, secretario general. Sic tansit gloria mundi.
Darío
Moraleja: Gonzalíto fue un individuo que quiso modelar el mundo a la necesidad de sus conflictos internos. Por eso siempre estuvo a la contra aun a la contra de lo que parecía mas ecuánime o mas progresista. Por eso siempre fue un marginado, alguien del que huían hasta los marginales
Pasó el tiempo, un día un compañero de estudios me dijo Gonzalito ha vuelto. ¡Ah! ¿Que hace? Bien ahora es comunista secularizado y casado en seis años. Da un mitin en la plaza de toros el domingo ¿Vienes a verlo? Fui. Fuimos varios excompañeros, al final con unas birra por delante alguien saco el tema. Como yo permanecía callado al final recibí una pregunta a quemarropa. ¿A ti que te ha parecido? No se bien creo que se le ve el crucifijo dentro del puño. Risas. Será el Kempis o los ejercicios de San Ignacio. ¡Mas risas!
Tardé a saber de el, alcanzó un puesto en las elecciones. No era muy importante, concejal de un ciudad de un cinturón obrero junto a la capital. Después mas noticias; se ha separado, lo han echado del partido.
Paso mas tiempo; mucho. Un día fui a buscar a mi madre a la salida de misa. El caminaba unos pasos por delante de mi, intuí que también el se dirigía a buscar a su madre que frecuentaba la misma iglesia.
Era un templo viejo, encerrado entre modernos edificios, en su puerta el ayuntamiento había dejado una placita en forma de embudo. Cuando llegó al límite de la plaza se detuvo. Dos veces le vi adelantar una pierna en un paso inmediatamente abortado. Mientras me acercaba lo miré con detalle, se le veía viejo cargado de espalda, una calva rala ocupaba el lugar donde un día hubo una tonsura. El pelo bayo la cara macilenta las quijadas pronunciadas por una delgadez mortal. Hice ver que no le veía. Entré en el templo, el cura dio la bendición final. Tomé a mi madre por el brazo y salimos. Miraba de reojo para localizar a la madre de Gonzalito, quería evitar a toda costa salir juntos. Era mi forma de evitar un encuentro desagradable. Tuve la precaución de poner a mi madre a mi izquierda, no parece educado, pero su cadera y su sordera lo hacían práctico. Así de paso, mi cuerpo podía tapar la macabra visión de Gonzalito. Pero el ya no estaba allí, supongo que le pudo la presión. O tal vez tuvo una urgencia fisiológica.
No he vuelto a saber de el... ya ves en el pueblo lo veían con la purpura del cardenalato. En el partido con la bandera roja, secretario general. Sic tansit gloria mundi.
Darío
Moraleja: Gonzalíto fue un individuo que quiso modelar el mundo a la necesidad de sus conflictos internos. Por eso siempre estuvo a la contra aun a la contra de lo que parecía mas ecuánime o mas progresista. Por eso siempre fue un marginado, alguien del que huían hasta los marginales
domingo, 7 de agosto de 2011
Graforía
Desertor de la realidad presente. Busca Visa de oficina de gobierno para fortalecer su identidad.
Darío
Darío
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