El policía Se tomó el café, sin prisas, lo vi mirar las botellas de brandy con ganas de tomar una copa. Pero se retuvo, creo que pensó uf una copa esperando al juez, y algún mochuelo de la central que se dejará caer seguro. Mejor me quedo en el coche.
Hizo ademán de pagar, le dije aquello de paga la casa. Dio las gracias. Abrió la puerta y salió hacia el coche patrulla. Justo me dio tiempo para decirle que termine bien el servicio. Creo que ya no me oyó. Estaba yo en la plancha vuelto hacia la pared cuando oí otra vez la puerta. Buenos días dije maquinalmente. Hola buenos días oí la voz de la Mari. Me volví con una sonrisa y repetí otra vez mi buenos días. Tal vez algo azorado. Desde que había hablado con La Choni de ella, María me caía mejor. Pero eso no había significado, mas proximidad ni mayores conversaciones. Los bocatas el tiempo y poco mas, algún titular de prensa, que ella comentaba con un monosílabo y una sonrisa.
A ver que se le ofrece señorita.
Un Bocata de bacon y queso, dos de tortilla francesa, uno de pimientos con atún, una guindilla y dos de fuet. Pan con tomate en todos menos en el de bacon queso.
Me volví hacia la plancha para empezar mi faena. Puse el bacon y comencé a cortar el pan. Mientras lo hacía eché una ojeada a María, estaba radiante, el brillo de sus ojos sus labios sonrosados su sonrisa dulce el pelo al contraluz castaño. Podría ser una madona de Giotto o mejor, La mujer con Mandolina de Tiepolo.
[caption id="attachment_1028" align="aligncenter" width="224" caption="Mujer con mandolina Giambattista Tiepolo sobre 1760 (detalle)"][/caption]
Eso andaba yo pensando, sin perder la atención de mi tarea, cuando se oyó la puerta otra vez.
Buenos días
Buenos días. Me volví. Era por lo que deduje el otro policía, que habiendo dejado a su compañero junto al fiambre bajaba ahora por “su” café.
¿Un café agente?
Si muy cargado por favor.
Al oír la voz, del guardia Marí dio un respingo. Puse el queso sobre la plancha hice el café. En el momento de de servirlo, pasé por delante de La Mari, parecía de cera, pálida trémula... Volví a los bocatas. El policía le hablaba a Mari.
¿Ya no estas en la calle?
No ahora estoy en el piso de Chon dijo casi arrastrando las palabras.
Me puse a batir los huevos de las tortillas, intentando que el ruido apagara la conversación. Un gesto claro de no oigo nada.
Cuando terminé los bocatas el guardia había terminado el café, lo de siempre el gesto de pagar. El paga la casa y una salida precipitada. ¡Huy el juez!
Con mi sonrisa habitual terminé de servir a La Mari. Seguía pálida. Salio casi sin decir adiós.
Mas tarde vi a los empleados de la funeraria salir con su carga. Los guardias no volvieron, La Marí tampoco.
Pasaron varios días La Mari tampoco apareció. Un día, tres o cuatro después, pasó Choni. ¡Holaa! que voy a Synera, tengo una amiga enferma allí. Intuí con meridiana claridad quien era la enferma.
Era ya la tarde que pasó otra vez Choni, no pude contenerme y le pregunté.
¿Y la enferma?
¡Uf! Está depre.
¿Es La Mari verdad?
Si ¿Como lo sabes?
En dos palabras le puse al corriente de mi suposición. Creo que se sintió muy mal al ser descubierta por el guardia.
¿Fue grosero?
En lo que yo oí no, simplemente la trato con la familiaridad de quien la conocía.
Pobre. Arruino su sueño de ser una chica normal. Es duro, creo que Choni estaba emocionada, yo también.
Es la vida, sabes Darío. Hay veces que nos gusta sentirnos simplemente personas y hasta eso se nos niega.
Si la ves, si te parece... dile que para mi sigue siendo persona, que lo era antes y lo es ahora. Dile que yo sabía que era... no no eso no se lo digas, no se puede.
Nunca la volví a ver aquella niña que parecía un Tiepolo... Y hay veces que aun sueño verme reflejado en sus ojos.
Darío