Hubo un tiempo en que el
control mental no tenía el sentido que hoy se le da. No era algo
perverso en si. Creo recordar, que los primeros libros de José
Silva, se titulaban así: Método Silva de Control Mental.
Después hemos sufrido
mucha presión mucha derivación de la manipulación de las mentes y
El Control Mental parece ha quedado adscrito a las sectas y el lavado
de cerebro.
He visto acusar de
ejercer el control mental a grupos relativamente nuevos como La
Dianetica, los programas de Castaneda y un sinfín de movimientos
más. Pero lo que definen como Control Mental con mayúscula es algo
tan antiguo como el hombre.
Producir una disonancia
cognitiva, mientras se bombardea la atención con un mensaje mecánico
y repetitivo, mientras se obliga al cuerpo a sufrir la incomodidad y
la tortura es algo tan antiguo como las religiones, la formación
militar, o las monarquías.
Seguro que os sorprendo
si descubro que los ejercicios de San Ignacio, la adoración al
faraón, determinados misterios de la religión griega y los
fascismos europeos son parientes de la fe comunista, o la formación
militar tienen en común producir en el sujeto que los sufre una
alienación, una anulación de su criterio y como consecuencia una
adhesión sin fisuras del individuo al grupo. Una consecuencia común,
se desprende de toda esta actividad, es la entrega ciega a la
ideología propuesta y un acatamiento sin reservas a las ordenes del
líder.
Quien os iba a decir que
el trotecillo del fascista italiano, el duro entrenamiento militar,
la repetición sistemática de un mantra, o la privación de
sensorial, por ejemplo el oído y vista tenían por objeto romper los
esquemas perceptivos eran herramientas comunes usadas por grupos que
pretenden modificar el estado emocional del individuo y como
consecuencia su raciocinio.
Pero y dicho sea con las
correspondientes reservas, habría que dejar un espacio para el
control mental autoinducido, o a las terapias derivadas de los
fenómenos hipnóticos al menos siempre y cuando estén administradas
dentro del cuadro ético de un juramento hipocrático. Es decir
usadas y manejadas con el severo criterio que aplica el médico.
En resumen no hay nada
nuevo bajo el sol, porque quien no ha visto como los andares de una
modelo, o la opinión de un líder de la cocina pretenden ser usados
para convencernos de lo bueno que es ser...
El hecho que la
publicidad en algunos casos solo sea una imagen momentánea e
interesada que se nos ofrece o por el contrario seamos sometidos a un
lavado de cerebro solo hay diferencia en el procedimiento pero el
objetivo es el mismo anular el proceso de razonamiento con un
objetivo que probablemente no es tan inmoral en un caso como en el
otro.
Y lo siento porque he
consumido el espacio que dedico a un post sin hablar del auto-control
mental y el original método Silva.
Volveremos a ello.
1 comentario:
Si señor, por los tiempos de los tiempos, y sin que nos demos cuenta como sociedad, se nos lava el cerebro, o por lo menos lo intentan. Muy bueno Alfredo!!
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