He vuelto por el
psiquiátrico, está bien llamarlo así solo los de dentro lo llaman
casa de salud. Que afición tenemos los hombres a usar el disfraz de
la palabra la hipocresía.
Tenía pendiente hacer
unas pruebas, nada que ver con mi estado, según me habían dicho
solo era cuestión evaluar mi personalidad. Un trabajo empírico que
realiza el centro.
Claro me comprometí a
venir, en este mundo es difícil violentar las apariencias, cuando
una persona se niega a ser convencional se la empieza a mirar con
recelo y hasta con miedo.
Tenemos miedo del que
cree en una religión distinta de aquella en que crecimos. En
realidad la religión es una parte importante del emparedado que la
sociedad hace del individuo. Uno puede ser cristiano-demócrata que
no es lo mismo que ser demócrata-cristiano. Luego se pude auto
alinear o auto alienar, con los social-cristianos, los
socialdemócratas, los socialistas a secas o los comunistas, para
dejar solo a los anarquistas en el extremo del espectro. Por la otra
banda aparece el liberalismo con tintes mas o menos demócratas hasta
que todo atisbo de democracia se pierde en un paternalismo
dictatorial. Pero voy al grano, toda esta historia comienza porque
al entrar en la consulta una amable asistente (perdón una enfermera)
ha puesto en mi mano unas hojas impresas con una historia la de los
yatagán. Me ha dicho que creía era un texto que yo me había dejado
allí en mi estancia pasada. Falso yo no dejé textos impresos en
papel.
Me ha bastado, una
lectura en diagonal para saber que no había nada en ellos que
pudiese serme atribuido.
He negado la paternidad
de el escrito, y con una voz dulce y sinuosa me me ha dicho que
creían que eran textos escritos por un centauro. Si podría yo (como
centauro) identificar la tendencia o al autor. En primer lugar me he
negado con firmeza. Mire señora ser un centauro solo es una forma de
hablar, un centauro es una forma coloquial que algunos aficionados a
la filosofía usamos para definir aquellas raras personas que poseen
la conciencia de su composición binaria, una puramente material y
otra una forma de energía cósmica, que de alguna manera es la
responsable de lo material. Pero como le digo no tenemos ningún
sueño mitológico ni pensamos en un cambio de nuestras formas
físicas, solo es una forma de hablar.
Ella ha vuelto a
insistir, ha dicho que comprendía mi estado, y me ha vuelto a pedir
esta vez encarecidamente y por favor, que le diera mi opinión sobre
el texto.
No me he podido negar. Y
sacando mi lápiz del bolsillo he comenzado a leer dispuesto como
siempre a efectuar cuanta acotación al margen me pareciese oportuna.
El escrito comenzaba así:
Los Yatagán, era un
pueblo sobre el cual los antropólogos nunca se pusieron de acuerdo.
Los unos ponderaban la
estupidez como rasgo representativo. Los otros ponderaban la
incultura.
Los primeros, sesudos
científicos, aducían que no se podía señalar la incultura como
aspecto dominante; por la simple razón que la premisa fundamental de
la antropología abogaba que sobre un aspecto racial cuando lo había,
era la cultura, el nexo de unión entre los individuos de una
sociedad.
Era evidente según
ellos, que tenía que existir un nexo entre los miembros del grupo y
ese nexo era una cultura.
Los segundos alegaban;
que por mas que porfiasen los primeros, podía darse y en este caso
se daba -entre los yatagán- una incultura es decir una cultura
negativa.
Este argumento, la
existencia o no de una anticultura, que a pesar de la negación de
cultura que lleva implícita. Era trabajada por los “anti”; -como
se los llamaba con cierta sorna,- como una pauta cultural.
Así poco a poco se
fueron separando las opiniones hasta llegar a posiciones
irreconciliables.
Había existido, unos
siglos antes un oscuro pensador vienés nacido al final del imperio.
Me refiero al imperio austriaco, el último imperio creado por las
armas. Había existido digo un pensador llamado Freud. Que había
reflexionado sobre el malestar en la cultura. En su tesis,
evidentemente anterior a la revolución informática y farmacológica,
este autor pretendía que la sociedad imponía recortes a la libertad
de los individuos a cambio de ofrecerles una cierta seguridad.
Pues bien, nunca hubiera
podido escribir esto si hubiese conocido a los yatagán, porque su
falta de cultura, o mejor dicho la versatilidad y plasticidad de su
cultura era tan lábil que permitía interpretaciones diametralmente
distintas no ya en una generación, no, en escasos meses se ofrecía
una interpretación cambiante de los mismos hechos.
Queda claro que ninguna
de las interpretaciones que se pudieran hacer de ese fenómeno
social, de esa emanación de la sociedad, que suele llamarse cultura,
mejorase la vida del individuo.
Y es así como debe ser,
los antiguos sociólogos sionistas, Freud, Marx, entendían la
cultura como herramienta. Cuando en realidad solo es una supuración.
La vida social ofrece al individuo la forma abreviada de satisfacer
su ambición y para otros la ambición orlada de codicia, que es
cuando se ambiciona hasta la posesión mas elemental de otro
individuo.
Hasta allí nada que
objetar, lo que no entiendo es si el autor del texto tiene tan claro
que la ambición es el motor social oculto bajo formulaciones
rituales y frases hechas que se llaman educación, a que viene citar
a Freud y Marx. Freud habla de las pulsiones es decir de los deseos
nacidos de lo mas profundo del ser y que la cultura reprime y
canaliza. Por su parte el otro sionista como los llama el escrito
solo se preocupa del valor añadido y de la propiedad.
Valiente par de catetos,
como no se habrán dado cuenta que toda sociedad se crea sobre la
explotación del hombre por el hombre, porque hasta en los casos en
que la obra de un humano es generosamente pagada por otro, para
compensar su esfuerzo físico y mental, es solo por la única razón
que para el que la recibe tiene un valor añadido superior al que
paga. Es la base del comercio, en el origen el comercio es el
trueque, se cambia un producto del que se es excedentario, por otro
raro, exótico o que se considera más necesario.
Las grandes culturas, con
sociedades cada vez mas complejas, inventan el dinero y los sistemas
de pago. Es decir inventan una referencia para efectuar el trueque.
Es a quintaesencia de la estafa, dar un papel que nada vale a cambio
del sudor y el cansancio , hasta del riesgo de la vida del
trabajador.
Hasta allí he leído
cuando me han llamado para el test. A mi me parece la obra de un
centauro joven algo inexperto ¿Y a vosotros qué os sembla?