sábado, 23 de agosto de 2014

El Test al centauro.

He vuelto por el psiquiátrico, está bien llamarlo así solo los de dentro lo llaman casa de salud. Que afición tenemos los hombres a usar el disfraz de la palabra la hipocresía.
Tenía pendiente hacer unas pruebas, nada que ver con mi estado, según me habían dicho solo era cuestión evaluar mi personalidad. Un trabajo empírico que realiza el centro.
Claro me comprometí a venir, en este mundo es difícil violentar las apariencias, cuando una persona se niega a ser convencional se la empieza a mirar con recelo y hasta con miedo.
Tenemos miedo del que cree en una religión distinta de aquella en que crecimos. En realidad la religión es una parte importante del emparedado que la sociedad hace del individuo. Uno puede ser cristiano-demócrata que no es lo mismo que ser demócrata-cristiano. Luego se pude auto alinear o auto alienar, con los social-cristianos, los socialdemócratas, los socialistas a secas o los comunistas, para dejar solo a los anarquistas en el extremo del espectro. Por la otra banda aparece el liberalismo con tintes mas o menos demócratas hasta que todo atisbo de democracia se pierde en un paternalismo dictatorial. Pero voy al grano, toda esta historia comienza porque al entrar en la consulta una amable asistente (perdón una enfermera) ha puesto en mi mano unas hojas impresas con una historia la de los yatagán. Me ha dicho que creía era un texto que yo me había dejado allí en mi estancia pasada. Falso yo no dejé textos impresos en papel.
Me ha bastado, una lectura en diagonal para saber que no había nada en ellos que pudiese serme atribuido.
He negado la paternidad de el escrito, y con una voz dulce y sinuosa me me ha dicho que creían que eran textos escritos por un centauro. Si podría yo (como centauro) identificar la tendencia o al autor. En primer lugar me he negado con firmeza. Mire señora ser un centauro solo es una forma de hablar, un centauro es una forma coloquial que algunos aficionados a la filosofía usamos para definir aquellas raras personas que poseen la conciencia de su composición binaria, una puramente material y otra una forma de energía cósmica, que de alguna manera es la responsable de lo material. Pero como le digo no tenemos ningún sueño mitológico ni pensamos en un cambio de nuestras formas físicas, solo es una forma de hablar.
Ella ha vuelto a insistir, ha dicho que comprendía mi estado, y me ha vuelto a pedir esta vez encarecidamente y por favor, que le diera mi opinión sobre el texto.
No me he podido negar. Y sacando mi lápiz del bolsillo he comenzado a leer dispuesto como siempre a efectuar cuanta acotación al margen me pareciese oportuna.
El escrito comenzaba así:

Los Yatagán, era un pueblo sobre el cual los antropólogos nunca se pusieron de acuerdo.
Los unos ponderaban la estupidez como rasgo representativo. Los otros ponderaban la incultura.
Los primeros, sesudos científicos, aducían que no se podía señalar la incultura como aspecto dominante; por la simple razón que la premisa fundamental de la antropología abogaba que sobre un aspecto racial cuando lo había, era la cultura, el nexo de unión entre los individuos de una sociedad.

Era evidente según ellos, que tenía que existir un nexo entre los miembros del grupo y ese nexo era una cultura.
Los segundos alegaban; que por mas que porfiasen los primeros, podía darse y en este caso se daba -entre los yatagán- una incultura es decir una cultura negativa.
Este argumento, la existencia o no de una anticultura, que a pesar de la negación de cultura que lleva implícita. Era trabajada por los “anti”; -como se los llamaba con cierta sorna,- como una pauta cultural.
Así poco a poco se fueron separando las opiniones hasta llegar a posiciones irreconciliables.
Había existido, unos siglos antes un oscuro pensador vienés nacido al final del imperio. Me refiero al imperio austriaco, el último imperio creado por las armas. Había existido digo un pensador llamado Freud. Que había reflexionado sobre el malestar en la cultura. En su tesis, evidentemente anterior a la revolución informática y farmacológica, este autor pretendía que la sociedad imponía recortes a la libertad de los individuos a cambio de ofrecerles una cierta seguridad.

Pues bien, nunca hubiera podido escribir esto si hubiese conocido a los yatagán, porque su falta de cultura, o mejor dicho la versatilidad y plasticidad de su cultura era tan lábil que permitía interpretaciones diametralmente distintas no ya en una generación, no, en escasos meses se ofrecía una interpretación cambiante de los mismos hechos.

Queda claro que ninguna de las interpretaciones que se pudieran hacer de ese fenómeno social, de esa emanación de la sociedad, que suele llamarse cultura, mejorase la vida del individuo.

Y es así como debe ser, los antiguos sociólogos sionistas, Freud, Marx, entendían la cultura como herramienta. Cuando en realidad solo es una supuración. La vida social ofrece al individuo la forma abreviada de satisfacer su ambición y para otros la ambición orlada de codicia, que es cuando se ambiciona hasta la posesión mas elemental de otro individuo.

Hasta allí nada que objetar, lo que no entiendo es si el autor del texto tiene tan claro que la ambición es el motor social oculto bajo formulaciones rituales y frases hechas que se llaman educación, a que viene citar a Freud y Marx. Freud habla de las pulsiones es decir de los deseos nacidos de lo mas profundo del ser y que la cultura reprime y canaliza. Por su parte el otro sionista como los llama el escrito solo se preocupa del valor añadido y de la propiedad.

Valiente par de catetos, como no se habrán dado cuenta que toda sociedad se crea sobre la explotación del hombre por el hombre, porque hasta en los casos en que la obra de un humano es generosamente pagada por otro, para compensar su esfuerzo físico y mental, es solo por la única razón que para el que la recibe tiene un valor añadido superior al que paga. Es la base del comercio, en el origen el comercio es el trueque, se cambia un producto del que se es excedentario, por otro raro, exótico o que se considera más necesario.
Las grandes culturas, con sociedades cada vez mas complejas, inventan el dinero y los sistemas de pago. Es decir inventan una referencia para efectuar el trueque. Es a quintaesencia de la estafa, dar un papel que nada vale a cambio del sudor y el cansancio , hasta del riesgo de la vida del trabajador.
Hasta allí he leído cuando me han llamado para el test. A mi me parece la obra de un centauro joven algo inexperto ¿Y a vosotros qué os sembla?




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