Recibo un correo de
CentLaura. Me dice que se está pensando hacer la peregrinación. El
viaje.
El viaje centauro es un
paseo introspectivo que nosotros hacemos. Yo lo he hecho muchas veces
casi siempre solo.
Asocio, la intención del
viaje, con la oferta del Colegio Centauro para hacerse cargo de la
gestación de dos almas nuevas.
Entiendo -por
comunicármelo por escrito- que ella está ya decidida ha efectuar el
descenso a nuestro particular averno interior.
También se, que es una
petición de apoyo. Laura necesita saber chasquear los dedos con
rapidez, para evadirse de las situaciones comprometidas. Intuyo, por
no decir que estoy seguro, que busca compañero de viaje.
Le contestaré con una
oferta solida y desinteresada, no puede ser de otra manera.
He quedado con ella en un
parque próximo a su casa. Mis razones son simples, el viaje interior
sortea vivencias, escollos que se producen en el día a día. Por eso
no hay mejor forma de iniciarlo que en las proximidades de su
territorio. Como dicen en PLN no es lo mismo el mapa que el
territorio. ¿Puedo hacer algo mejor? Que ver su territorio con mis
ojos. Puede que eso me ayude a conocer su plano.
Ella llega unos minutos
tarde, nunca he sabido si la demora en la mujer es coquetería o por
el contrario es inconsciente. Aunque tengo que reconocer que no me
molesta, es más me molesta lo contrario. Tuve una jefa que era un
reloj. Creo que eso me disgustaba.
Llega arrastrando el
carro de la compra. Después del saludo inicial yo abordo enseguida
el tema.
-Seré tu compañero de viaje, pero sin contemplaciones. Lo
que quieres hacer no es precisamente un viaje de placer. Te acompaño
pero sin concesiones a los afectos. No sería la primera vez que un
protector queda preso en las marañas del acompañado. Le digo.
Ella asiente, acepta que
solo seré un decorador, le pintaré los grandes escenarios, pero la
primera actriz es ella. Como mucho mi trabajo consiste en evocar
decorados si acaso me reservo la posibilidad de hacerle cambiar la
perspectiva.
Vuelve a aceptar. En fin
yo asumo para mi fuero interno que también seré tramoyista y
especialista en efectos. Pero bueno eso es una disposición mía,
mejor dicho una predisposición.
De los escenarios
posibles descarto de entrada Bastien and Bastienne sobre la obra
juvenil de Mozart. Lo hago consciente de las implicaciones del
libreto. Primero parece que es una modificación de una obra de J.J.
Rousseau. Segundo es una obra que se supone encargada a Mozart por
Franz Anton Mesmer el padre de el magnetismo animal (base de la
hipnosis) y que además está relacionado con El Hospital de la
Pitié-Salpêtrière allí donde el Doctor Charcot -Jean-Martin
Charcot- dio sus clases e hizo sus experimentos. Y donde acudió
Sigmund Freud antes de comenzar a desarrollar el psicoanálisis.
En realidad, dudo mucho
que Laura, conociese estas relaciones. Pero a mi me gusta “curarme
en salud” y no hay nada mejor que dejar claro que el viaje y mi
compañía nada tienen que ver con el psicoanálisis ni con la
hipnosis de Charcot y mucho menos con el mundo de J.J. Rousseau.
Hechas estas
advertencias, que son válidas para los dos. Nos quedan dos
escenarios que suelo usar. La Divina Comedia y El Regreso a Ítaca de
Ulises.
Laura me pide que me
olvide del los escenarios complejos y con aire clásico. Pregunta que
si no es posible hacer una representación a lo comedia del arte. Es
decir ese teatro con personaje fijos pero sin guión. Improvisando en
un sobre la marcha con todas las referencias y guiños que haya que
hacer a la historia al drama y a la comedia.
Le digo que si que me
parece muy bien, y que si en definitiva su viaje, nuestro viaje, es
una preparación para los que tendrá que hacer ella con futuros
centauros con centauros en gestación lo correcto es que aprenda ella
a escribir y reescribir sus guiones sobre la marcha.
Después cambia de idea. Laura dice que elige La
Divina Comedia, recuerda de sus tiempos de estudiante de literatura.
Al original toscano opondremos una versión clásica en castellano.
El acuerdo es mutuo, y
usaremos solo el viaje a los infiernos, aquel en que Dante visita...
Pero bueno ya conocéis
el texto y lo que significa. Aunque para un centauro tiene otro
sentido el infierno, como el cielo, es un estado y no un lugar.
Es por decirlo en
lenguaje actual el mapa de un territorio mental. Como escribía
Jean-Paul Sartre «L'enfer, c'est l´Autre» (El infierno es el
Otro) y ese otro es una alteridad total. Podemos decir el infierno
son los otros... no en vano Sartre es existencialista y usuario (o
tal vez no) de un marxismo humanista o un humanismo marxista vaya
usted a saber.
Pero es eso el humanismo
que rezuma de los versos de Dante, el infierno poblado de los otros.
¿De qué otros? Lo ignoro, es Laura quien debe preguntase que hacen
esos otros en su infierno, que significan y porque están allí.
¿Cuales son su torturas?
¿Que castigo traen a su mente? ¿Qué teme y qué odia?
Yo me preparo para
seguirla mitad escudero mitad cicerone. Invoco el verso de Dante que
el segundo canto del Infierno (90) dice:
Solo aquellas cosas se han
de temer
que detentan poder de daño
a otro;
de las otras no, que no
son temibles.
Estoy hecho así por Dios,
por su merced,
que vuestra miseria no me
alcanza,
ni la llama de este
incendio no me asalta.
Mis demonios y mis
miedos no son ellos y en no siendo. En siendo solo de Laura aunque
fuesen parejos y hermanos de los míos tengo yo creado mi anticuerpo.
2 comentarios:
Siempre te he creído genio,me lo confirmas por segundos.Mil gracias.
Tú que me miras, caritativamente.
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