jueves, 11 de agosto de 2011
martes, 9 de agosto de 2011
Gonzalito
Pasó el tiempo, un día un compañero de estudios me dijo Gonzalito ha vuelto. ¡Ah! ¿Que hace? Bien ahora es comunista secularizado y casado en seis años. Da un mitin en la plaza de toros el domingo ¿Vienes a verlo? Fui. Fuimos varios excompañeros, al final con unas birra por delante alguien saco el tema. Como yo permanecía callado al final recibí una pregunta a quemarropa. ¿A ti que te ha parecido? No se bien creo que se le ve el crucifijo dentro del puño. Risas. Será el Kempis o los ejercicios de San Ignacio. ¡Mas risas!
Tardé a saber de el, alcanzó un puesto en las elecciones. No era muy importante, concejal de un ciudad de un cinturón obrero junto a la capital. Después mas noticias; se ha separado, lo han echado del partido.
Paso mas tiempo; mucho. Un día fui a buscar a mi madre a la salida de misa. El caminaba unos pasos por delante de mi, intuí que también el se dirigía a buscar a su madre que frecuentaba la misma iglesia.
Era un templo viejo, encerrado entre modernos edificios, en su puerta el ayuntamiento había dejado una placita en forma de embudo. Cuando llegó al límite de la plaza se detuvo. Dos veces le vi adelantar una pierna en un paso inmediatamente abortado. Mientras me acercaba lo miré con detalle, se le veía viejo cargado de espalda, una calva rala ocupaba el lugar donde un día hubo una tonsura. El pelo bayo la cara macilenta las quijadas pronunciadas por una delgadez mortal. Hice ver que no le veía. Entré en el templo, el cura dio la bendición final. Tomé a mi madre por el brazo y salimos. Miraba de reojo para localizar a la madre de Gonzalito, quería evitar a toda costa salir juntos. Era mi forma de evitar un encuentro desagradable. Tuve la precaución de poner a mi madre a mi izquierda, no parece educado, pero su cadera y su sordera lo hacían práctico. Así de paso, mi cuerpo podía tapar la macabra visión de Gonzalito. Pero el ya no estaba allí, supongo que le pudo la presión. O tal vez tuvo una urgencia fisiológica.
No he vuelto a saber de el... ya ves en el pueblo lo veían con la purpura del cardenalato. En el partido con la bandera roja, secretario general. Sic tansit gloria mundi.
Darío
Moraleja: Gonzalíto fue un individuo que quiso modelar el mundo a la necesidad de sus conflictos internos. Por eso siempre estuvo a la contra aun a la contra de lo que parecía mas ecuánime o mas progresista. Por eso siempre fue un marginado, alguien del que huían hasta los marginales
domingo, 7 de agosto de 2011
Graforía
Darío
sábado, 6 de agosto de 2011
¿Fuiste alguna vez sueño?
¿Alguna vez fuiste sueño?
¡Como explicarlo! Ser sueño es; saber que estás en la vida de
alguien. Que vives de prestado en un cerebro ajeno. Tu sabes que no
eres tu, paro alguien se apodera de tu imagen y construye con ella un
sueño. Una sucesión de quimeras. Tu sabes que no eres
tu, que nunca has pensado hablado o sentido como te imaginan.
Es... una sensación dolorosa, porque te sueñan sin derecho a
hacerlo. Eres construido día a día y luego perfilado redondeado. Te dan policromía y hasta voz. Pero no eres tu, eso es viejo. Hay veces que por la red se observa ese fenómeno.
De repente personas muy conocidas son etiquetadas en fotos que nada tienen que ver ellas.
Es la magia de la red, poseemos una imagen, un muñeco de vudú, algo que nos hace creernos dueños, propietarios de eso querido y deseado.
A mi me lanzaron hace poco un hechizo, hicieron un golem con mi imagen.
Como dice La Biblia: Tus ojos vieron mi embrión, Y en Tu libro se
escribieron todos Los días que me fueron dados... (Salmos 139:16)
Hombre y mujer taumaturgos, que crean a su antojo seres nuevos. Pequeños
dioses que hacen nuevos siervos.
Reflejos en espejos de feria cóncavo-convexos
Pero yo no soy así, soy mas, mucho mas... y mucho menos que eso. Por
eso grité, se rompió el sueño. Como en un espejo roto, al principio cada trozo reflejaba una parte de mi. Realidad o quimera que importa, quebré el sueño.
El cristal se hizo, añicos de añicos y yo fui muriendo con ellos.
Hasta ser polvo de polvo... polvo de un ensueño.
Darío