El Pitarra entró en el bar, bueno en realidad lo que
llamaban bar, era un antro oscuro con olor perpetuo a nicotina y una hez de
fermentos que hacía su pátina sobre el abatidero de la fuente de cerveza.
Pasó la mano por el exterior del grifo, juntó unas gotas de
la humedad condensada sobre el metal frío y con ellas en la punta de los dedos
índice y corazón se humedeció los parpados.
Era un gesto maquinal de limpieza del contorno del ojo, tal
vez por eso lo llamaban El Pitarra.
Se dirigió hacia el final de la barra, no sin antes
humedecer por última vez sus dedos. Aunque ahora lo hizo en el pocillo donde se
acumulaban las heces de las birras. Esta
vez su mano húmeda, se empleó en recorrer el cabello en la zona próxima a la frente
dejando el tupé lustroso y firme. ¡Qué buen papel tenía la cerveza como laca y
nutriente de cuero cabelludo pensó! Era ese un saber que le debía a la mari su
primera pupila la que lo inició en eso de la macarrería...
Se llegó a la parte más oscura del antro, allí varias
hembras esperaban una clientela fiel y poco exigente que las usaba como
aliviadero.
Preguntó por la canaria ¿La canaria? ¿qué canaria ni que
niña muerta? le contestó la pija.
Otra mujer oscura que estaba a su lado le dijo, pregunta por
la gomera.
Eso la gomera eso es canarias ¿No?
Todas rieron a coro, no hombre no la gomera la llamamos así
porque es la que nos proporciona las gomas.
Pitarra ni se inmutó, hizo ver que ni se enteraba de la
burla. Le contestaron con guasa que la canaria como él decía llegaba una hora más
tarde, como corresponde a una "ca na ria". Más risas.
Hizo un gesto de darles un guantazo a todas si volvió la
espalda.
Entonces escuchó un comentario .-Jo chicas desde que tenemos
macarras universitarios el nivelazo que está pillando el lupanar-. Si si,
y que lo digas este era asistente de cátedra por lo menos.
Juan (el Pitarra) para todos se dirigió lentamente a la
puerta. Maldijo otra vez al ministro, al consejero, que armado de tijera
presupuestaria lo había empujado a ejercer de proxeneta.
Pero era la vida, había otros que lo tenían peor, los que
engañados, después de permanecer un lustro en las aulas habían tenido que salir
de España para buscar un trabajo fuera. De sus alumnos de antaño sabía que el más
brillante y con mejor suerte estaba
barriendo una biblioteca en Francia. Eso si era una oportunidad laboral.