Hoy ha muerto Fiodor.
Fido para los amigos, era un centauro, que también residía en este
manicomio. La noticia nos la ha traído Res un depresivo que por lo
ligero de su padecimiento, lo dejan ir y venir entre los distintos
pabellones.
Parecía contento. Sabes,
me ha dicho, Fido se ha ido. Ha encontrado la puerta al final del
túnel. Por lo visto consiguió pasar la cabeza por la parte alta de
la reja del ventanal, una vez logrado solo era necesario dejarse caer
a peso para romperse la nuca.
Me imagino que Res se
ganará una temporada de aislamiento seguro, un depresivo con
tendencias suicidas, puede tener deseos de imitar la conducta de
Fiodor.
Con el tiempo,
desapareceremos los que le conocimos. Fido solo será un historial
clínico.
Un historial que puede
que vea la luz en algún trabajo científico. O quien sabe hasta bajo
unas iniciales o un nombre supuesto se narre su historia en un libro
de divulgación psiquiátrica.
Pero que tiene de raro la
conducta de Fiodor. ¿Es el suicidio un disparate? También hay otros
mortales, que cometen actos equivalentes buscan una notoriedad.
El cleptómano roba para
jactarse de su robo y ser detenido. Algunos asesinos en serie, parece
que se plantean su actividad como un reto a la policía. Hasta que
caen.
El delincuente delinque
en parte para ser recordado. Como Eróstrato; que destruyo el templo
de Artemisa, con el fin de alcanzar la gloria.
Tal vez eso explique la
conducta de algunos políticos, que destruyen el templo de la
democracia. Solo para ser recordados por sus excesos. Tal vez en su
fuero interno les agrade más le recuerdo por sus bellaquerías
únicas por creerse más listos.
Pobres, si se vieran como
yo los veo, miserables...
Pero volviendo a Teodoro,
que es el nombre griego, que se corresponde con Fiodor. Significa
regalo de dios, que nombre mejor para un ser dotado de alma.
Yo había veces que en el
colegio de hermanos le tomaba el pelo con el filósofo Teodoro el
Ateo. ¿Cómo se puede ser regalo de Dios y ateo? ¿Cómo se puede?
Tener un alma -entropía del verbo- y dejarse llevar por la ambición
por la codicia.
Que Teo era centauro lo
sabíamos pocos. Probablemente eso lo marginó, su mujer se
sorprendía de su aguante animal y lo cargaba de faenas y
responsabilidades idiotas. ¡Ya se sabe como son las mujeres! Siempre
se las arreglan para vivir otro mundo otra realidad. El problema es;
que no parecen capaces de entender, que en su entorno hay otras
realidades otras perspectivas. Que hay gente con otras necesidades.
Al final Teo salió por peteneras, como se suele decir y fue el
momento que usó su mujer para pedir el divorcio. Además de quitarle
todo lo que pudo lo enemistó con sus hijos. Tanto, que entre la mala
imagen que tenía, su adicción al juego y al alcohol no figuró en
la lista de invitados de la boda de su hija. Su hija, su amor, eso lo
llevó por primera vez a la casa de reposo.
Ya no se desenganchó, su
vida fue un continuo traspiés, de mujer en mujer de manía en manía.
Yo solía verlo en la cafetería la logia, un antro frecuentado por
estudiantes filósofos y alguna otra rara avis.
La cafetería recibía su
nombre de la suposición, de que entre sus paredes, hubo un templo
masónico. Lo cierto es que eran los bajos de la casa familiar de
cierto hombre de iglesia que llegó a obispo y a cardenal. Parece que
algún bromista decía que la logia se llamó El Obispado. Todo
patrañas, por supuesto. ¿Es posible imaginar a una eminencia
reverendísima tenga por origen un ordinario? Un obispo vago puede...
esas eran las preguntas que Fido dirigida a los estudiantes. Solo con
la idea de confundirlos, ahora que el derecho canónico era un adorno
él usaba su terminología para confundir.
Luego en la intimidad del
debate era mucho más peligroso, lo he visto buscar el cuerpo a
cuerpo con un profesor de filosofía del antiguo BUP. un exclaustrado
al que trataba siempre con el apelativo de padre o reverendo...
Recuerdo como colapsó a
uno de ellos con la siguiente pregunta. ¿ Antes de la creación ?
Cunado Dios estaba solo ¿cómo sabía que era omnisciente? Si
estaba el solo no podía compararse con nada ni con nadie ni nadie
podía proponerle una prueba en que se demostrase su impotencia.
Después de balbucear un intento de respuesta, el sacerdote lo
bendijo y con unción abandonó el recinto mientras decía algo así
como... ¡Qué Dios te ampare hermano!
En fin ese era Fiodor o
Teodoro como queráis, sea esta mi oración fúnebre.