jueves, 25 de septiembre de 2014

La sonrísa de Laura.

Laura hizo muy pronto su trabajo. El resumen del viaje fue brillante y prolijo.
Reconocía el infierno como una creación de la mente humana. Como todo el universo descrito desde que el hombre es hombre.
Allí la humanidad castiga a todos aquellos que le parecen inmorales. Inmorales con respecto a una cultura.
Eso conduce a un panorama con dos vertientes. Por una parte debe existir el principio moral. Lo que se tiene por correcto.

Otra cosa distinta, que ella distinguía bien era el rigor con el cual se pasa el rasero.
Laura comprendía que no siempre se aplica el mismo rigor, que por encima de un principio que es en teoría igual para todos. La tendencia humana es a ser benévolo con unos y mucho mas riguroso con otros hasta que termina por pecar de inmoral el que juzga el criador de infiernos.

Se le había pasado casi por alto, que la condena, el aborrecimiento que supone condenar una persona al infierno requiere un juicio. Y que ese juicio es un atrevimiento una osadía por parte del humano.
Daba por hecho que era su inteligencia -con razón o sin ella- la que como creadora de su particular averno, juzgaba y condenaba al fuego eterno.

Se sorprendía no obstante, que de las cosas que se les suponía a los condenados el peor dolor lo producía el arrepentimiento. El no estar entre el grupo de los justos.

Es cierto, pocos a excepción, de los demonios, conservan su odio y su maldad. Pocos siguen maldiciendo al dios que los hundió en ese abismo.

Según ella era una conducta atípica. Había leído temas de enjuiciamiento y manifestaciones de reos. Los convictos, los reos de la justicia humana, tarde o temprano creían, o decían creer que su juicio no había sido correcto que no se habían valorado suficientemente las pruebas acusatorias... y un largo etcétera. Y alguna vez, las menos, reconocían, que cumplían un castigo por sus actos perjudiciales a la sociedad y el bien común.

Por el contrario, el condenado al infierno, que presentaba Laura, ejercía su papel de convicto, de reo de culpa. Era como un síndrome de Estocolmo. Tuve que ponerle un obstáculo en su razonamiento, para hacer que apreciara mejor esa vertiente que todos los inventores de infiernos deprecian. La que incluye la razón o razones del delincuente para obrar así.

Le dije: No te parece extraño que de todos los condenados que has visto, la práctica totalidad asuma sus errores y su pena.

¿No has encontrado a nadie? Dije: Que justifique su conducta, que diga que no tuvo otra opción, que las circunstancias le obligaron...
  • ¡Oye, oye qué quieres decir? ¿Qué no es justo el castigo que reciben?
  • Me limité a sonreír esperando que en su cerebro apareciese la luz, el razonamiento obvio.
  • Uf como he podido estar tan ciega, y tu miserable macaco, (Laura solo emplea el miserable macaco en situaciones de fuerte indignación)
Me reí con autenticas ganas.
Laura enrojecía por momentos una manifestación de la ira y de la vergüenza que a mi me resulta muy divertida, pero cuya hilaridad he de disimular, para evitar que se sienta ofendida.
-Bueno no es tan grave admití. Consideramos tan natural la barbarie de los que piensan distinto que ni siquiera nos acercamos a ver sus motivos.
Mira aquí hay una prueba reciente, dije enseñando unos post de brillante factura animalista. Unos exageraban la criminalidad de los toreros. Otros juzgaban apropiado ir a batirse a pedradas con los habitantes de Tordesillas.

A ninguno de los detractores de la fiesta, se le ocurría pensar que frente al toro había un hombre jugándose la vida, y que durante mucho tiempo fue la forma de sobrevivir de unas determinadas capas sociales.
En El Toro De La Vega, nadie parece pensar que se está ante un rito atávico tribal. Que probablemente era en su origen un día de comunión con el tótem y que además ese día la totalidad del pueblo compartía la carne. Un sacrificio del origen de los tiempos y una comunión con el alimento que da la fuerza su sangre y su carne.

-Visto así, si que tiene otro color la cosa no creo que justifique la salvajada pero...
-Pero ahora te das cuenta que hay razones que se nos escapan, y sin embargo el juicio apresurado y fuera de contexto nos lleva a llamar asesinos y apedrear a alguien que solo rememora una costumbre ancestral.

-Vale no sigas lo que he visto en el infierno, es la imagen que Dante creó de sujetos que le parecían malos. Y a su modo y manera también yo he creado proscritos.
-Esa es la palabra correcta, proscritos echados de tu vida y de su entorno por tu mente. Muchas veces sin que te hayas molestado en conocer sus razones últimas.
  • Jo vaya como me dejas, a la altura del betún.
  • ¿Por qué?
  • Primero me muestras que mis animales mis demonios interiores nacen de mi energía y me restan capacidad para otras cosas. Y ahora... ahora resulta; que muchos, por no decir todos los juicios que hago con relación a personas son también una elaboración de mi mente. Pues mira te voy a contar... tengo una vecina que esta convencida que el criterio mas exacto para elegir a un político es que sea guapo.
- ¿?
-Es forofa de los programas del corazón, de esos en que un famosete va a que lo pelen cobrando. En fin ya sabes Gran Hermano Sálvame y otras cosas similares. Pues esa es la que con toda inconsistencia. Elige a los políticos por la estampa. Por el talle que dirías tu. A ver como le dirigirías tu un viaje al infierno dantesco.

-Uf menudo golpe bajo. En primer lugar dudo mucho que la conociera, porque como no sea en un transporte urbano, yo no me junto con esas fieras.
En segundo lugar no creo que una persona así tuviese el mas mínimo interés en hacer el viaje que tu haces.
En tercer lugar, yo no me trato con esas personas y no es que las desprecie. Los humanos solemos frecuentar a personas de nuestros gustos conocimientos y nivel. Es decir nuestra mente vive en una especie de biotopo nos proporcionamos un mapa de ese territorio, y lo poblamos con una serie de especies a las que podemos describir. Comprender. Vivimos lo que percibimos y habitamos lo que entendemos. Mi estatus centauro, no me permite aun separarme mucho de mi mapa primigenio. Mi evolución anímica me debe conducir a apreciar y disfrutar de esas personas. Lo máximo que he llagado a observar en ellos en esos grupos que ahora describiría como de puerilidad absurda. Es que suelen juzgar a partir de opiniones de otro. Usan frases como mi padre opina, mi marido dice. Sustituyen la reflexión propia por un extracto de la opinión ajena... Solo se eso, pero aun no puedo vivir entre ellos como pez en el agua. No se a lo mejor a ti te es más fácil y entonces un día eres tu mi maestra para entrar en ese mundo...
Y Laura ha sonreído maliciosa... Lo ha hecho con la sonrísa del gato de cheshire ya sabeis  y una sonrisa sin gato en vez de un gato sin sonrísa.

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