lunes, 8 de septiembre de 2014

El Infierno de Laura

Había dejado a Laura reflexionar sobre su aventura interna.
Habíamos pactado un viaje al infierno siguiendo a Dante, para poder tener una referencia común.

Se suponía, que yo había transitado los caminos de ese viaje, iniciático y auto-exploratorio. Al aceptar ser su compañero, su mentor, quedaba claro para ambos que el papel que yo asumía. Luchar con la dificultad de mostrar sin intervenir.

Por otra parte cualquier otro marco que hubiésemos elegido, para ensoñar una aventura interna, presentaba los mismos riesgos.
 “El contrato” dejaba muy claro que yo siempre me tendría que quedar al margen. Las situaciones comprometidas eran especial patrimonio de la personalidad de Laura. De sus rasgos de carácter.
Yo a hora con Laura, tendría que comportarme de la misma manera, que ella tendría que hacer mas tarde con otros. Mantenerse fuera de las ecuaciones personales del postulante.

Y sin embargo, debería explicar mi juego, mi conducta con claridad. Con Laura y el lobo, su lobo tuve suerte. Era fácil de comprender que toda creación mental está fabricada por nuestra misma mente y usando energía idéntica a la que se emplea para amar desear o aborrecer.

Ahora vendrán las vistas a las distintas estancias del erebo. Allí donde sufren condena eterna los que faltaron a principios morales del universo centauro.
Pero también aquellos que Laura puso allí por su voluntad.
El infierno el juicio final, han sido recurrentes literarios donde un sujeto autor. Dante o el mismo Giovanni Papini ponen una lista de enemigos, de inmorales y la enfrentan con la ética final.
Pero la moral la ética no es igual para todo el mundo, aun siendo estos todos miembros de una misma religión sociedad o creencia.
Porque los hay que son capaces de engañar a sus correligionarios, los ha habido y los habrá en la izquierda política y en la derecha. En la religión y en el ateísmo. Figuras que se han dedicado a sus metas y sus egoísmos por encima de toda teoría social o humanitaria.

La lista de neófitos que la corporación centaura había rechazado era particularmente larga. Pero aun había más, los había que bajo la apariencia de ser admitidos conservaban en su ficha de identidad una restricción. Eran aquellos a los cuales sus tutores no habían considerado aptos para recibir el arcano. Para ser ordenados en el misterio.
La orden centaura, era una absoluta criptocracia, su poderes siempre permanecían anónimos. Bajo la estructura convencional, de un pomposo organigrama, se escondía una realidad distinta, las decisiones nunca se tomaban en las asambleas. Los órganos de gobierno eran totalmente nominales, pero el poder eso era otro cantar.
Por ejemplo en nuestro caso, habría miembros del grupo, que no verían bien que Laura y yo tuviésemos una relación sexual.
Los puristas de la ética centaura aducirían que mi conducta podría quedar condicionada por el apetito venéreo, pero lo que es peor, los dos podíamos idealizar la imagen de un en el otro. Los viejos maestros decían que eso no era bueno.
Acaso temían, que si en un determinado momento Laura fallaba en una de sus pruebas ¿yo lo ocultarse al consejo por amor? ¿por sexo?
Parece no existir otra razón, para temer de tal modo el contubernio. Pero quien es este que no conoce la esencia centaura.
¿Cómo están hechos?
Yo se y ellos, el supremo consejo ignora, que es facultad centaura percibir entre las nieblas de la vida los absolutos. Las esencias de los seres. Pero esta percepción no es sensorial. Es una actividad del ánimo de la mente.
Por eso se comprende que la discreción es norma. Porque lo que yo percibo es una esencia que tal vez ni el propio sujeto conoce de si mismo. Ni la sospecha. Por aclarar enturbiando o enturbiar aclarando, que no se, que es peor. Determinado conocimiento del yo se nos niega, esos rasgos visibles para un centauro podían suponer para el que los sufre algo similar a una psicopatía. Dicen que el psicópata no percibe lo anormal de su conducta. Otros rasgos, otros comportamientos, podrían clasificarse como neuróticos, es decir inestabilidades del sistema nervioso que producen falta de estabilidad emocional. En términos groseros falta de criterio.

Si jugamos a La Divina Comedia, o Al Juicio Universal, como Papini es por la simple razón de observar quienes pone cada sujeto en los distintos círculos del infierno. ¿Arquetipos de qué? Son los personajes que el postulante pone en su historia los que tienen que explicarnos su razón. Hubo una vez que hice el camino con un aprendiz que eligió visitar en el ensueño un templo. El sujeto del que hablo recorrió paso a paso hornacina a hornacina todos los recovecos de una catedral. Ficticio templo donde el mismo había entronizado a sus ídolos. ¿Quién porqué y durante cuanto tiempo? Estarían allí sus ídolos. Por cierto esto me recuerda que Facebook suele preguntar por tus ídolos. Lo hará con idea de ser didáctico o es por puro chafardero.
A mi me dolía la simple sospecha. ¿Como podía ser capaz? Si se daba el caso de revelar a mi alumna, que su vida en la sociedad sería breve. Que nunca llegaría al generalato. Eso no concordaba con los principios morales de la sociedad.
Recuerdo un tema de formación que se nos repetía mucho entonces, aparecía siempre con negrilla en los manuales, decía:
Si por cualquier motivo a un centauro le es revelado algo referente al estado de otro miembro de la asociación. El código deontológico debe predominar sobre cualquier otro interés... y continuaba Calle el que sabe o cree saber, porque lo que sabe lo es por la ciencia que nuestra cofradía otorga. Pero eso solo es la mayoría de las veces una percepción subjetiva.

En los comentarios al texto se añadía, en cuestiones de mente es cierto que no te puede dañar lo que ignoras. Pero daña lo que conoces por conjetura.
Tengo ganas de conocer el infierno de Laura, a quienes tendrá en sus calderas. ¿No hubiera sido mejor conocer a sus santos? Así podría asemejarme a ellos.
¡Uf que responsabilidad esto de ser instructor centauro.

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