Laura
hizo muy pronto su trabajo. El resumen del viaje fue brillante y
prolijo.
Reconocía
el infierno como una creación de la mente humana. Como todo el
universo descrito desde que el hombre es hombre.
Allí
la humanidad castiga a todos aquellos que le parecen inmorales.
Inmorales con respecto a una cultura.
Eso
conduce a un panorama con dos vertientes. Por una parte debe existir
el principio moral. Lo que se tiene por correcto.
Otra
cosa distinta, que ella distinguía bien era el rigor con el cual se
pasa el rasero.
Laura
comprendía que no siempre se aplica el mismo rigor, que por encima
de un principio que es en teoría igual para todos. La tendencia
humana es a ser benévolo con unos y mucho mas riguroso con otros
hasta que termina por pecar de inmoral el que juzga el criador de
infiernos.
Se
le había pasado casi por alto, que la condena, el aborrecimiento que
supone condenar una persona al infierno requiere un juicio. Y que ese
juicio es un atrevimiento una osadía por parte del humano.
Daba
por hecho que era su inteligencia -con razón o sin ella- la que como
creadora de su particular averno, juzgaba y condenaba al fuego
eterno.
Se
sorprendía no obstante, que de las cosas que se les suponía a los
condenados el peor dolor lo producía el arrepentimiento. El no estar
entre el grupo de los justos.
Es
cierto, pocos a excepción, de los demonios, conservan su odio y su
maldad. Pocos siguen maldiciendo al dios que los hundió en ese
abismo.
Según
ella era una conducta atípica. Había leído temas de enjuiciamiento
y manifestaciones de reos. Los convictos, los reos de la justicia
humana, tarde o temprano creían, o decían creer que su juicio no
había sido correcto que no se habían valorado suficientemente las
pruebas acusatorias... y un largo etcétera. Y alguna vez, las menos,
reconocían, que cumplían un castigo por sus actos perjudiciales a
la sociedad y el bien común.
Por
el contrario, el condenado al infierno, que presentaba Laura, ejercía
su papel de convicto, de reo de culpa. Era como un síndrome de
Estocolmo. Tuve que ponerle un obstáculo en su razonamiento, para
hacer que apreciara mejor esa vertiente que todos los inventores de
infiernos deprecian. La que incluye la razón o razones del
delincuente para obrar así.
Le
dije: No te parece extraño que de todos los condenados que has
visto, la práctica totalidad asuma sus errores y su pena.
¿No
has encontrado a nadie? Dije: Que justifique su conducta, que diga
que no tuvo otra opción, que las circunstancias le obligaron...
- ¡Oye, oye qué quieres decir? ¿Qué no es justo el castigo que reciben?
- Me limité a sonreír esperando que en su cerebro apareciese la luz, el razonamiento obvio.
- Uf como he podido estar tan ciega, y tu miserable macaco, (Laura solo emplea el miserable macaco en situaciones de fuerte indignación)
Me
reí con autenticas ganas.
Laura
enrojecía por momentos una manifestación de la ira y de la
vergüenza que a mi me resulta muy divertida, pero cuya hilaridad he
de disimular, para evitar que se sienta ofendida.
-Bueno
no es tan grave admití. Consideramos tan natural la barbarie de los
que piensan distinto que ni siquiera nos acercamos a ver sus motivos.
Mira
aquí hay una prueba reciente, dije enseñando unos post de brillante
factura animalista. Unos exageraban la criminalidad de los toreros.
Otros juzgaban apropiado ir a batirse a pedradas con los habitantes
de Tordesillas.
A ninguno de los detractores de la fiesta, se le ocurría pensar que frente al toro había un hombre jugándose la vida, y que durante mucho tiempo fue la forma de sobrevivir de unas determinadas capas sociales.
A ninguno de los detractores de la fiesta, se le ocurría pensar que frente al toro había un hombre jugándose la vida, y que durante mucho tiempo fue la forma de sobrevivir de unas determinadas capas sociales.
En
El Toro De La Vega, nadie parece pensar que se está ante un rito
atávico tribal. Que probablemente era en su origen un día de
comunión con el tótem y que además ese día la totalidad del
pueblo compartía la carne. Un sacrificio del origen de los tiempos y
una comunión con el alimento que da la fuerza su sangre y su carne.
-Visto
así, si que tiene otro color la cosa no creo que justifique la
salvajada pero...
-Pero
ahora te das cuenta que hay razones que se nos escapan, y sin embargo
el juicio apresurado y fuera de contexto nos lleva a llamar asesinos
y apedrear a alguien que solo rememora una costumbre ancestral.
-Vale
no sigas lo que he visto en el infierno, es la imagen que Dante creó
de sujetos que le parecían malos. Y a su modo y manera también yo
he creado proscritos.
-Esa
es la palabra correcta, proscritos echados de tu vida y de su entorno
por tu mente. Muchas veces sin que te hayas molestado en conocer sus
razones últimas.
- Jo vaya como me dejas, a la altura del betún.
- ¿Por qué?
- Primero me muestras que mis animales mis demonios interiores nacen de mi energía y me restan capacidad para otras cosas. Y ahora... ahora resulta; que muchos, por no decir todos los juicios que hago con relación a personas son también una elaboración de mi mente. Pues mira te voy a contar... tengo una vecina que esta convencida que el criterio mas exacto para elegir a un político es que sea guapo.
-
¿?
-Es
forofa de los programas del corazón, de esos en que un famosete va a
que lo pelen cobrando. En fin ya sabes Gran Hermano Sálvame y otras
cosas similares. Pues esa es la que con toda inconsistencia. Elige a
los políticos por la estampa. Por el talle que dirías tu. A ver
como le dirigirías tu un viaje al infierno dantesco.
-Uf
menudo golpe bajo. En primer lugar dudo mucho que la conociera,
porque como no sea en un transporte urbano, yo no me junto con esas
fieras.
En
segundo lugar no creo que una persona así tuviese el mas mínimo
interés en hacer el viaje que tu haces.
En
tercer lugar, yo no me trato con esas personas y no es que las
desprecie. Los humanos solemos frecuentar a personas de nuestros
gustos conocimientos y nivel. Es decir nuestra mente vive en una
especie de biotopo nos proporcionamos un mapa de ese territorio, y
lo poblamos con una serie de especies a las que podemos describir.
Comprender. Vivimos lo que percibimos y habitamos lo que entendemos.
Mi estatus centauro, no me permite aun separarme mucho de mi mapa
primigenio. Mi evolución anímica me debe conducir a apreciar y
disfrutar de esas personas. Lo máximo que he llagado a observar en
ellos en esos grupos que ahora describiría como de puerilidad
absurda. Es que suelen juzgar a partir de opiniones de otro. Usan
frases como mi padre opina, mi marido dice. Sustituyen la reflexión
propia por un extracto de la opinión ajena... Solo se eso, pero aun
no puedo vivir entre ellos como pez en el agua. No se a lo mejor a ti
te es más fácil y entonces un día eres tu mi maestra para entrar
en ese mundo...
Y
Laura ha sonreído maliciosa... Lo ha hecho con la sonrísa del gato de cheshire ya sabeis y una sonrisa sin gato en vez de un gato sin sonrísa.