Al
día siguiente, tuve ocasión de comprobar lo acertado de la
suposición o intuición de mi compañera.
Estaba
esperándola en la puerta de la cafetería para desayunar, cuando
apareció la pareja; ya sabéis la madama y su hombre.
Era
cierto la mujer tenía una forma de moverse dominante, fue ella la
que se dirigió al mostrador para abonar la cuenta. Él en tanto, en
la calle, colocaba el equipaje. Me llamó la atención la forma de
abrirle la puerta, y el aire casi de oficiante de culto, con que se
dirigió a ocupar su puesto tras el volante.
Lo
hizo dando la vuelta por la parte trasera del vehículo, con una
conducta ritual, protocolizada. Pensé que había sido un chófer,
profesional.
Bueno
y a mi que me importaba eso, como escritor, me gusta observar a la
gente, imaginar su historia, quedarme con alguno de sus rasgos para
usarlo en mis escritos.
Pero
esta vez, afloraba por momentos dentro de mi una sensación de
angustia; supuse que era la diferencia entre imaginar la historia de
un desconocido y querer deducir por su conducta su que y como.
También
es cierto que mi malestar provenía de que la observación no era
mía. Es curioso, yo solo, podría haber imaginado lo mismo que
Laura, pero el hecho de que la primera observación no me
perteneciese me hacía sentirme acechador y cotilla.
¡Uf!
Acechador, esa era la siguiente etapa del aprendizaje de mi neófita.
El acecho, es una técnica centaura; en que se usa la sintonía
corporal con otro sujeto, con el único objeto de forzar la empatía.
Pero nunca la enseñamos sin pasar un periodo de alma pura.
El
día invitaba a un paseo. Todo lo que en la jornada anterior había
sido viento y lluvia, había dejado paso a un día luminoso de otoño.
El
sol brillaba y el viento suave rilaba los charcos formados la tarde
anterior.
Para
nosotros era el espacio de tiempo destinado a la asohora.
La
asohora, es la observación que según los antiguos centauros, sirvió
de inspiración a los psicoanalistas. El desarrollo las pruebas de
libre asociación debe estar en su origen. Dicen que Carl Jung era
gnóstico, probablemente conoció la idea y adaptó la técnica.
Él
medía el tiempo entre la emisión de una palabra por el
experimentador y la respuesta dada por el sujeto. Según su teoría,
una vacilación, un retraso marcaba presencia de un complejo.
Definió
complejo sobe la palabra y un sujeto tenía un complejo en navaja o
en gallina.
Algo
que no tiene otro significado; que la palabra excitadora, evocaba una
relación anterior con ella, una situación previa. Y esa situación
aun disparaba una emoción latente. El disparo bloqueaba por
fracciones de segundo la respuesta verbal. Un indicador claro -para
el analista- de proceso... digamos inconsciente.
En
sistema, que en los primeros tiempos, tuvo aplicaciones en la
investigación judicial, quedó mal herido por la interpretación
chusca que algún inepto hizo del complejo, como la situación en que
el paciente se cree una gallina... navaja etcétera.
Eso
le iba yo diciendo a mi alumna que escuchaba con paciencia y por
enésima vez mi exposición.
Ella
con su habitual sagacidad contestó:
-El
problema consiste en, que para que se produzca la reacción se da por
supuesto que el sujeto tiene una moral, un conocimiento previo de la
ética, algo que puestos a suponer es mucho suponer.
-Si,
el sistema no mide el sentido de la emoción. Por ejemplo “un
complejo de gallina” es decir una emoción asociada a esa palabra
tanto puede responder, a un reacción positiva “me gusta la gallina
en pepitoria” o evocar un acontecimiento en el cual el sujeto
reconoce su culpa como ladrón de gallinas.
-La
interpretación del analista será siempre subjetiva (desde su propio
marco moral) los centauros, que llevan siglos observando y
observándose, no tienen ese problema. La consciencia de la dualidad
centaura. Usa de esas asociaciones libres para auto-definir sus
marcos morales.
-Ya
se subrayó Laura, como postulante a miembro permanente del colegio
centauro, tengo que afrontar la emotio -mi impulso interno-. Todo mi
viaje interior, tiene como objetivo aislar las emociones procedentes
de la bestia nuestra parte animal de las producidas por el ánima.
-Exacto
como diría Descartes res cogitans res extensa. Aunque en nuestro
credo, la res cogitans y dios sean la misma cosa. Creemos que nuestra
alma es un chispazo de la naturaleza creadora.
Hoy
nuestra etapa consistía en un paseo por el entorno del pueblo. No
había una inmersión en el logos, un viaje en la profundidad y la
distancia. Los centauros cuidamos mucho el simbolismo y el habla. Hoy
(algunos de nosotros se toman la libertad gramatical de escribir
hoyes) que en el fondo es tan legitimo e irregular como escribir los
mañanas y los ayeres sustantivando el adverbio un pronombre y usando
un plural, (licencia poética) en realidad supone una lección clave
en nuestro saber. Es el hecho que hay muchos y distintos, hoy, ayer,
mañana, por lo menos existe uno para cada persona.
-Yo
suelo usar -hisdies- en una alocución construida de la misma manera
que el hoy (hoc die) pero no se trata de iniciar un debate
lingüístico. Se trato que el aprendiz capte la diferencia
existencial que hay entre el hoy suyo y el hoy de los otros.
Pues
bien el “hisdies” o nuestros hoyes nos obligaban... Porque
el hoy de Laura no es mi hoy, y nuestro hoy común no es el de ella
ni el mío. Obligaban a mi compañera a exponer en un breve párrafo
su expereincia. Lo hizo así:
-Los
pobres filósofos griegos no entendieron nada. Nuestro padre Quirón,
el centauro sabio, intento enseñarles la filosofía, pero solo
Parménides se aproximó un poco al concepto.
La
filosofía es una parte de la metafísica, y no como interpretaron
con iniquidad los ignorantes posteriores. Sócrates Platón y
Aristóteles hacen a la metafísica parte de la filosofía. En vez de
ceñirse a el enunciado de Demócrito -Lo que es es, pero es en
cuanto se piensa lo que es- por tanto el ser es un juego de la
psique. Les llevó a enunciar aberraciones como las creencias que
pueblan su mitología.
Valga
como ejemplo lo siguiente:
Ellos
pensaron un río el Leteo, que producía amnesia a aquel que en sus
aguas se baña. Equivale a un agua capaz de disolver la memoria.
También
tenían otro río de fuente próxima al Lete o Leteo el Mnemósine
que hacía o contrario volviendo la memoria y dando al hombre como
consecuencia la omnisciencia.
Y
no es cierto, la sagacidad de aquellos pensadores no se percató que
los recuerdos solo se disuelven en el tiempo. La corriente de
acontecimientos que los arrastra los erosiona y los confunde son como
arenas en la riba.
-
¿Pero dime? Donde he de buscar el baño en el río Mnemósine que me
de la
-
¡Ah es eso? Ese río es tu fluir, debes tener la perspicacia para
comprender lo que antes te indicaba si tu ayer y el mio no son el
mismo tampoco tu mañana ni tu hoy tienen que serlo pero como ser
humano tienen mucho en común.
Huye de las filosofías de las
políticas que parecen relojes de sol señala sombras marcan pero
ninguna dan. Dije aprovechando que había uno de ellos en la fachada de un viejo edificio y que al mismo tiempo la campana de la iglesia
desgranaba lentamente las diez.