domingo, 12 de octubre de 2014

En la Montaña


Laura estuvo perdida por el bosque casi toda la mañana.
Yo, que ya conozco de otras veces, esa sensación de unirte con el logos por medio de la naturaleza, la había acompañado un trecho en el inicio de la contemplación de la realidad.
Si recordáis, le hice una reflexión sobre una parte común del genoma de los seres vivos. Aquel que nos permite tratar la metabolización de los azúcares. Algo que compartimos al parecer con los árboles y los animales.
Otras veces he usado para la meditación, la imagen del esqueleto de un mamífero. Algo tan extraño a mi como el murciélago, observando la correspondencia de su estructura ósea con la de un humano.

Relajado y dejando fluir la mente, desde la idea al interior, se alcanza un estado de percepción especial al que suelo definir como el yo en el todo.

Otras veces, llego imaginando el Big-Bang, algo así como una baile de galaxias  de fuegos de artifício, que se transforma poco a poco en un baile de moléculas y después en la vida. 

Se imaginar un agujero negro, soy absorbido por el para ser lanzado a la salida de un angosto túnel a otro universo. Detrás de un agujero negro hay otro Big-Bang otra explosión primigenia y otro universo. O tal vez solo tal vez una copia de alguna manera simétrica a este que habitamos. Pero simétrica a que, un eje a un plano ¿hay una simetría tridimensional? ¿es una simetría en el tiempo? O no es nada de eso.
En cualquiera de los casos, haya lo que hubiere más allá, mi ritmo cardíaco y probablemente un sosiego en mis ritmos cerebrales.

Y luego, muy luego, regresan como en un flash imágenes asociaciones y estados.

Esta vez me quedé contemplando una rama de enredadera, un extraño tropismo que nunca he conseguido explicarme. Porque hay veces que seguida durante varios días, una planta trepadora parece dar palos de ciego hasta que encuentra donde asirse... pero hay veces que se las ve crecer decididas al único soporte que puede considerarse como tal en varios metros a la redonda.
¿Como ven las plantas? ¿Es alguna carga eléctrica la que les avisa donde se halla su bastón? Intento imaginarme hoja y sentir como la luz activa mis procesos, sentir como ese es el secreto, sentirme planta animal o sujeto. Sentirme mi en otro humano, entender su que y su misterio.
Pocas veces puedo condenar a aquel que vivo desde dentro adentrando mi yo en su seno. Pero me temo que es mucho lo que expongo aquí. Lo dejo.

Ya estaba el sol en lo alto del cielo, cuando un sonido de piedras que rodaban por la ladera me hizo mirar. Laura bajaba con un trotecillo irregular venía o así me lo pareció con un aura un halo luminoso en torno a su cara.
-¿Qué cuantas setas has encontrado?
Miré mi cesta vacía y compungido me atreví a decir:
-Me he dejado la navaja en el hotel.
-Vaya por Dios como no sería que salieses de casa completo.
-Oye que completo estoy...
-Si si completísimo dijo ella riendo.
-Lo cierto es que no he mirado nada. Me he entretenido pensando ¿Y tu que tal?
- Bien dijo con una sonrisa, ¿recuerdas lo último qué me dijiste?
-¿Lo de compartir el genoma?
- No aquello de que la vida a veces castiga dando y premia quitando.
-Si
-Ha sido mi principio de la meditación. Me he dado cuenta de lo que suponen nuestros afanes y deseos. El desear el ambicionar es un motor para nosotros, nos empuja nos enciende... pero
- ¿Pero?
- Pero de nada vale la fuerza, la ilusión y el deseo si no sabes para que quieres lo que buscas. Creo que la ambición extrema es esa que nos lleva a tener a querer las cosas como objetos.
- Supongo que es una forma de ver, de justificar, en alguna religión la clave sería el no querer el no poseer. -Dije- haciendo una referencia clara al budismo.
- No no se trata de no poseer; se trata de tener lo necesario y aquello que de alguna manera te hará mejor. Afirmó Laura con cierta vehemencia.
- ¿Mejor en cuanto qué? mejor en ti; mejor para los tuyos, mejor para los hombres en general.
- Ya, no se aspiro a ser mejor para mi, siendo mejor para los otros.
- Huy huy ese mejor para los otros me suena mal. Mejor ingeniero que resuelva una ecuación de uso de la energía. Mejor médico que arranque de las garras de la muerte... (pero Laura vio la trampa que le tendía, por otra parte solo era la vieja trampa del capital).
- ¡Hey muchachito! Nada de engañifas no hay una redención personal por el trabajo tampoco la hay por la inteligencia. Teresa de Calcuta hubiese sido lo mismo con todos los grados de medicina del mundo. El Dr. Albert Schweitzer se planteaba la filosofía de la cultura y la ética
“soy ser vivo y deseo vivir, en medio de seres vivos que desean vivir” por cierto sabes que Schweizer era tío abuelo materno de Jean-Paul Sartre.
-Tuve que confesar que no tenía ni la menor idea del dato. Que me sorprendía pero sobre todo me maravillaba la relación que Laura pudiese ver en ello. Supongo que notó mi cara de perplejidad y añadió:
- Bueno existen sagas sabes, los pensamientos y la ética del hombre responden a un crecimiento en una cultura pero una cultura... una cultura también es como una tierra. No todas las semillas florecen por igual cada una necesita su tierra y su abono.
Después de esto los dos nos quedamos pensativos mucho tiempo. El día comenzó a estropearse.
El sol comenzó por ponerse un pasamontañas de vellón albino, y un viento frio arrastró la cellisca de las cumbres; un cambio en el ambiente de los que la montaña, como niña mal criada, nos regala a menudo.
Sacamos los impermeables y a pesar de la invitación que el tiempo nos hacía para volver veloces al refugio; seguimos allí, a la intemperie los cuerpos juntos, respirando a la par, para volver al mundo con paso cernido. Soportando el suelo escurridizo en que el cernidillo había transformado el camino. Un trueno, el azul de una centella usar la cesta de los setas como sombrero y correr como niños a buscar al abrigo de la llar, del fuego.

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