lunes, 27 de octubre de 2014

Pablo. Parte II

A Pablo, le pareció extraño que su iniciación se hiciera en un parque público. Habló varias veces el asistir al templo. Me costó convencerlo que no existía ni mezquita ni sinagoga ni logia. Cuando le expliqué que nuestro credo no tiene ritos pareció desencantado.

Supuse, que se veía a sí mismo hablando ante los miembros de una orden. Arengando, casi dejaba entrever sus sueños de sentirse tribuno.

Era obvio en un sindicalista, que hablaba de buscar una perfección, para ayudar a los suyos -para ayudar-, pero a mi me parecía tener algo en común con la mafia, con cualquier hermandad secreta o reservada al disfrute de pocos. Una hermandad paternalista dentro de una férrea obediencia al líder.
Creo que él, ha vivido en asociaciones de tipo mafioso-político, ya se sabe clanes y familias dentro de un partido sindicato, que no tienen otro objeto que defender sus intereses y puntos de vista personalísimos.
Algo social el clan, aunque va contra todo lo que predica la democracia. Un habitante un voto.

Esa es la contaminación que lo hace leproso, su idea pasa por conquistar un segmento social que le secunde.
Es aquello de todo político esconde en su armario un dictador.

Buen dilema me plantean con este encargo. Por que Es justo moral y ético que los Centauros nos defendamos de asaltos de la ambición.
¿Pero? Hasta que punto no podemos dar algún arma para que se defienda Pablo.
Y la respuesta es no, porque de hacerlo obraríamos igual que los gobiernos, que arman en terceros países a facciones ideológicamente afines a las suyas.

Es duro pensar que se puede condenar a un segmento de la sociedad a la penuria. Pero la vida es la vida y nuestro principio inmutable, el objetivo es el hombre y todos por igual. Nunca el gobierno la nación la raza...
La gnosis es, “una aventura personal” nunca un credo que obligue a complejos ritos sociales.

Le enseño a Pablo alguna técnica de relajación y junto a ella la meditación sobre lo percibido.
El quiere hacer muchas peguntas pero mi respuesta es siempre la misma. Yo no soy el portador de la verdad, no tengo mas certeza que tu, ni ciencia infusa ni conocimiento esotérico. Eres tu el que ha de preguntarse y hallar sus respuestas.
Veo en sus ojos un cierto desaliento, tal vez creía, como creen muchos que los hombres que se agrupan en torno a un arcano están tocados por una aura divina.
El desencanto habita en su mirada, tanto que casi me apena. Pero ni puedo ni debo explicarle el secreto, y este es tan simple que casi hace reír. Todos los centauros buscamos nuestras verdades propias, es una busca personal e intransferible. Pero al final del camino, cuando se es capaz de ver el alba del conocimiento cuando se abandona la madrugada en tinieblas te hallas compartiendo camino con el resto de hombres ves la senda trillada por miles de almas que por allí pasaron. Es como en los romeros que van a Santiago El Monte del Gozo, el lugar desde el cual la meta se acaricia. Y es ese tramo final el que desarrolla potencias el que permite poderes...

Se que algo tendré que dar a Pablo alguna cosa que le gratifique, ha oído mucho sobre nosotros, y no puedo despedirlo de vacío.


Le he llevado un libro, es una Biblia esta encuadernada en tapas moradas violeta, es el juego ambiguo del morada, morada es casa, pero se puede pasarlas moradas y ponerse morado.
Le enseño La Biblia, no parece entusiasmarle la idea, le explico lo de sus guardas y su complejo significado, una luz brilla en el fondo de sus ojos.
¿Es algo relacionado con la cábala? Pregunta
Le digo que es algo así, veo que preguntará si no hay que saber hebreo para conocer la cábala. Le contesto que no, que el cualquier libro antiguo hay dos saberes el que enseña el literal y todo aquello de lo que no habla, y a eso que no se escribe se puede llegar en cualquier lengua. La confirmo que al menos para mí lo que se venda por cábala es una jerigonza propia de timadores.
Sonríe, eso ya le parece bien acceder al saber con poco esfuerzo.
Los dos contentos, el porque cree evitarse una formación que como hombre de acción desprecia. Yo porque se que lo haré pensar reflexionar sobre algún tema y eso siempre es bueno.

Le abro el libro justo después de que Adán y Eva son expulsados del paraíso.
Yo leo Génesis 3:24 y 4.
Le pido que conforme a los que sabe de las culturas primitivas humanas, intente imaginar un Adán ingenioso que aprende a cazar hacer vestidos, un Adán alfarero carpintero y leñador, un agricultor como Caín un pastor como Abel. Hasta llegar a un Noé que conoce la brea y el calafate. Un patriarca naviero.

Se sorprende pero le gusta, veo ahora sus ojos saltar por los versículos. Bien este es tu primer ejercicio. Piensa que cuando eso se escribió el escritor sagrado conocía esas cosas, cuando todo empezó como una historia contada en un fuego de campamento los oyentes sabían que era ello.
Ahora lo traigo al presente, no se ha dado cuenta pero le he producido una pequeña inducción hipnótica. En el presente también el que escribe habla de lo que conoce y para quien conoce.
¿Comprendes lo que significa aprender a aproximarte al pensamiento de otro solo leyendo? Saber que sabe, intuir que oculta...
Creo que le parece de perlas lo cito para dentro de un mes. Nos veremos en una montaña próxima a la ciudad. Acepta.
Para ese día le haré un regalo, algo nuevo para el, le regalaré un ángulo de visión nuevo. Y una fuente de inspiración para sus discursos.
Evitaremos que pueda entrar en el colegio centauro, que pueda aprovecharse de nuestra imagen, pero que aprenda a ver cosas de manera distinta eso es imposible.
Veremos que tal se comporta Pablo en su noviciado, si se puede llamar así.
Que diferente del de Laura, aquí no le voy a explicar el origen de sus miedos. No es que no sean tan virtuales y subjetivos como los que sufrimos todos. Pero si aun político al que la ignorancia o la ambición le hacen hace disparates le enseño a no temer...
A algo deben temer esta camarilla ya que ni respeto al hombre ni ética les sirven para fijar unos límites. Creo que el drama de los políticos actuales y sobre todo de los españoles es ese. Hartos de pisotear los derechos de otros terminan por pisotearse a sí mismos.

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