Dicen que allá muy lejos
en el tiempo y la distancia, hubo una vez un país
“antipodario” donde
todo era diametralmente opuesto a lo nuestro.
Por ejemplo: Los
almanaques nacían escuálidos magros flacos para irse engordando con
el zaguaque de los días, porque el tiempo los días eran vendidos en
eso zaguaque o pública almoneda.
Bueno quiero decir que
como en catalán había un mercado de encantes donde precisamente así
con un canturreo se vendían los días.
Los almanaqueros
concurrían muy serios a la subasta y con el mismo espíritu febril
que los coleccionistas cambian y compran cromos junto al Mercado de
San Antonio.
Al principio era un
guirigay -que no es lo mismo que un gay guiri- donde se oía pregonar
martes y jueves veintiséis dos domingos diez y ocho. Tengo tres
lunes de pascua los cambio por dos “pascuetas” y un corpus. Por
eso la autoridad incompetente, como correspondía a ese país.
Decidió poner orden y fijar un subastador o vocero que cantaba los
lotes, fijaba el precio de los remates para que el almotacén previo
control y homologación de los días pudiese cobrar el
correspondiente impuesto.
Ese fue el error y la
muerte de aquel mercado, porque una vez establecida la oficina de
tasas o impuestos el fielato, sucedió que por mala administración
de los gobernantes había menos días que impuestos.
Así nadie quería hacer
calendarios, muy a menudo se quedaban los lotes sin puja.
Por ejemplo se oía a
menudo: Dos martes de carnaval y un jueves lardero con impuesto de
cocinillas tasa perdulario paraguas y chubasquero...
No, no yo busco un
viernes de dolores y un día de la raza ambos de reestreno,
contestaba un almanaquero airado. Porque resulto como siempre que los
políticos organizan las cosas que los mejores lotes se adjudicaban a
dedo.
Al malestar de los
concurrentes a aquel zoco hubo que añadir las protestas y tumultos
que se produjeron cuando, la autoridad obligó por decreto a comprar
de antemano el día de subasta y el del nacimiento.
Para luego más tarde
exigir; que todos tenían que acudir a la subasta con su partida de
nacimiento y el día de autos, algo absolutamente imposible para un
día aun no celebrado.