He ido a comer al
Restaurant. Mucho tiempo hace que se usaba así como galicismo.
Depués se españolizó por restaurante el DRAE dice que es una
antigua forma del participio activo del verbo restaurar. Bueno así
puede que sea mejor, mas lo dudo. A los españoles siempre nos ha
gustado darnos importancia haciendo cosas vulgares con nombre
extranjero.
El restaurante o Restorant
era el culmen de la idiotez. Había en esos sitios un pincerna, un
maître, camarero ayuda de camarero, y sumiller que escribíamos
sommelier. También había un écuyer tranchant, Maestro trinchador,
el encargado de partir las viandas tal vez el artista que desespinaba
el pescado o pelaba el marisco.
Recuerdo, haber visto
actuar uno en el Restaurante del Aeropuerto, cuando lo de ir en avión
era un lujo. Con que habilidad me desnudó tres cigalas y dos
langostinos, que venían en el arroz. Como los puso a banda separados
del resto de la paella por una cucharada de somarraet.
En fin eran otros tiempos,
ahora McDonals es un restaurante ¡Qué horror
A mi a eso de los
restaurantes me aficionó el tío Santi, el era de los de propina
larga y por eso conocía bien todas las funciones de la restauración.
Así luego las premiaba y comentaba.
Recuerdo que un día
encomiaba el buen hacer de un sommelier o summilleur, lo hablaba ante
un cuñado suyo, que era escéptico y tacaño, que siempre le parecía
que era gastar mucho cualquier gasto en cocinaza y vinazo.
Este otro era de la teoría que sommelier derivaba de sueños, porque era el mozo encaragado en hacer soñar a la clientela aromas y evocaciones en el vino que nunca habían estado allí. Solía tomar entre sus manos una copa balón, la llenaba con un tinto peleón y una generosa dosis de gaseosa y se extasiaba contemplando el juego de rojos afrutados, luego como un autentico conocedor hacía girar un poco del vino por sus fauces, para detenerse en esa fragancia de roble francés fruto de una esmeradísima crianza...
Este otro era de la teoría que sommelier derivaba de sueños, porque era el mozo encaragado en hacer soñar a la clientela aromas y evocaciones en el vino que nunca habían estado allí. Solía tomar entre sus manos una copa balón, la llenaba con un tinto peleón y una generosa dosis de gaseosa y se extasiaba contemplando el juego de rojos afrutados, luego como un autentico conocedor hacía girar un poco del vino por sus fauces, para detenerse en esa fragancia de roble francés fruto de una esmeradísima crianza...
Un día un químico vino
a darle la razón en lo tocante al vino. Había trabajado en una
bodega en que elaboraban el crianza a base de hacer una infusión en
viruta de roble. Primero acudían al tonelero o fabricante de puertas
más próximo, compraban una buena provisión de virutas y serrín de
madera noble. Luego todo consistía en almacenar el vino con las
virutas. Y avisar del agradable contraste de los taninos de la
barrica, con el floral apagado de esa cosecha. Listo.
En eso estaba me cabeza,
mientras esperaba al resto de amigos. Me había pedido, un cardenal,
¡Qué buenos los hacían en La Puñalada! Un Cardenal es un Martini
Dry (nada que ver con la firma italiana) hecho con Campari en vez el
vermú que ponía el señor Martini
Bien estaba yo paladeando
ese gozo, cuando he divisado una periplaneta americana, con rapidez, se
ha hecho dueña de un pequeño bloc de notas, supongo es la forma a
la antigua de apuntar las consumiciones de la barra.
Recuerdo una aventura con un familiar suyo, también en un restaurante. Estaba yo comiendo un plato de pasta, cuando casi al final de mismo descubrí una pelirroja de esas entre los espaguetis. Recuerdo que tomé unos bastoncillos de pan que había sobre la mesa. Partí uno por la mitad la acomodé en el centro, le puse seis a modo de cirios tres a cada lado y dibujé una cruz con un resto de salsa. Cuando llegó el camarero casi se desmaya. Le pregunté en tono glacial, que como se llamaba la especia esa, debía ser la que a mi me faltaba en mi boloñesa.
Recuerdo una aventura con un familiar suyo, también en un restaurante. Estaba yo comiendo un plato de pasta, cuando casi al final de mismo descubrí una pelirroja de esas entre los espaguetis. Recuerdo que tomé unos bastoncillos de pan que había sobre la mesa. Partí uno por la mitad la acomodé en el centro, le puse seis a modo de cirios tres a cada lado y dibujé una cruz con un resto de salsa. Cuando llegó el camarero casi se desmaya. Le pregunté en tono glacial, que como se llamaba la especia esa, debía ser la que a mi me faltaba en mi boloñesa.
Hoy ha sido diferente he
tomado la libreta, la he mantenido apretada, cuando ha llegado el
barman la he abierto, he mirado inquisitivamente el contrabando. Me
he oído a mi mismo preguntar por la fecha de caducidad. Y he salido
del bar antes de que me contestaran. Me he ido sin pagar el cardenal
no está mal después de todo.
Luego he llamado a Valls
pero ha sido tarde mucho mas tarde, cuando ya he supuesto que el y su
señora ya estaban sentados a la mesa. Me he disculpado, un cliente
pelma de ultima hora... que tal si tomamos café un poco más tarde
en... en... bueno cerca del despacho.
Hemos quedado, a Mercedes
la hacía ilusión verme, a mi también verla a ella, Mercedes es
compañera de la facultad. Se que le gusta mucho ir a ese
restaurante, es en cierto modo el suyo, allí formalizaron su
noviazgo. Se que ahora salen poco Pepe Valls es arquitecto y su
economía se ha resentido con la crisis.
Cuando han llagado al
café Mercedes estaba radiante. Se la veía feliz. Como iba yo a
estropearle una comida con su marido y menos por una cucaracha.
Los Valls siempre han sido
muy escrupulosos, razón de más con los tiempos que corren se que
han tenido que desayunarse algún sapo.
No era para romper el
hechizo de su restaurante.
En fin cada día me
vuelvo más sentimental.