viernes, 21 de febrero de 2014

Los primeros pasos en mi iniciación



Comencé a tomar una vaga conciencia de mi cuerpo. El alba, arrebolaba el horizonte y una tenue brisa procedente del mar agitaba mis cabellos sobre la frente.

Estaba en la posición del loto, con las piernas cruzadas, lo cierto es que nunca fui capaz de poner los pies sobre mis muslos. El maestro decía que no tenia excesiva importancia la corrección de la postura, el ásana, lo importante era conocer el objetivo del ejercicio.

Esto no es una escuela de contorsionistas de circo, le oí decir alguna vez. Comprendí que alguien me había cubierto con una manta, que se solapaba por debajo de mi cuerpo con la esterilla que usaba para hacer los ejercicios.

Mi vuelta a la consciencia del cuerpo fue muy lenta, tan lenta como el desperezarse del sol que frente a mí se entretenía aun en un edredón de nubes.

Entonces me di cuenta de su presencia, lo que yo pensé que era brisa, era un soplo que desde mi derecha me hacía el maestro. Me crucé con su mirada, me hizo un gesto de calma, recuperarás toda tu conciencia somática despacio, no estaba seguro pero debía haber permanecido en ese estado de meditación varias horas, una total ausencia de mi cuerpo y un vagar de mi mente libre por el espacio indeterminado.

Cuando retomé toda mi conciencia corporal habían pasado varias horas. Calculo que casi seria media mañana. Entonces recordé la suave inducción de el maestro. Imagina la rosa en el jardín y sobre ella una gota de rocío, brillante, como un cristal, como un sol, como un pequeño cosmos, ve hacia ella... entra dentro... aprecia los aromas de la flor que la sustenta. Y déjate llevar poco a poco... flotas en ese microcosmos. Te unes a él, porque formas parte de él y el de ti. 

Así déjate llevar... y toma la plena posesión de tu conciencia de tu paz. En aquellos momentos me era difícil saber si había alcanzado una meta, una vivencia en aquel estado, de ensueño.

Analicé mi conciencia sin descubrir nada nuevo, al parecer todo había sido similar a un sueño.

Así se lo hice notar al maestro. El sonriendo con dulzura dijo: Espera es pronto, tú has estado todo ese tiempo leyendo en el libro de la vida. Pero aun no sabes que has leído, se tarda tiempo en obtener la revelación.
Sigue esa práctica, notarás que tu emotividad se equilibra, poco a poco aprenderás a sumirte en un estado, de relajación, lo que se consigue con ello es una re-nivelación de las energías internas. Un colchón interno para soportar las tensiones diarias. Te he enseñado ese otro "yoga" en movimiento el control somático paseando. Los dos son caminos que te conducen al mismo sitio. El primero por el que acabas de pasar llena tu vasos de la fuente del prana (en sentido de la energía) con el otro procedimiento obligas a tu cuerpo a alinearse con la energía vital. En realidad la mente sobre tu cuerpo reacondiciona el equilibrio alterado por los perceptos.

¿Y siempre tendré qué estar pendiente de esos ejercicios para vivir?

¡Siempre, siempre! ¿Qué es siempre? ¿Alguna vez has dejado de respirar? solo es eso una forma de respirar que te pone en sintonía con el cosmos con la vida. Me respondió.

Tardé en entender el sentido y razón. Tardé lo que se tarda en comprender que lo que suele alterar nuestro estado son los perceptos, las emociones asociadas a ellos. Las reacciones del cuerpo a determinado flujo de pensamientos.

Tiempo más tarde, a uno de sus famosos ¿Y? yo mismo respondía a esa y otras dudas.

-He aprendido un sistema que permite reequilibrar el cuerpo ante a tensión que produce la vida. He conseguido que mi voluntad sobre el cuerpo termine por alterar el curso de mis pensamientos-. Pero no entiendo bien el objeto.

Pacientemente el maestro dijo: Hubo un tiempo en que los hombres estaban seguros de que el pensamiento podía engendrar enfermedades, eso tuvo su mayor exponente con el psicoanálisis. Era el calco pseudocientífico del mal de ojo, de la maldición, del castigo recibido en vida por el pecado. Lamentablemente para los psicoanalistas la farmacia descubrió los antibióticos, y toda la tramoya del invento se vino abajo. Podría ser que un estado mental, un estado de excitación, produjese una situación en la cual el organismo quedase con mayor exposición a los patógenos. Pero eso lo arregló el antibiótico de amplio espectro.
Por si fuera poco la farmacia comenzó a investigar y producir a la par que sedantes, ansiolíticos. Los mecanismos de transmisión sináptica y su química eran cada vez más conocidos. Más accesibles.
¿Quien necesitaba reequilibrar su sistema nervioso, si podía -con una pastilla- producir o inhibir el neurotransmisor vinculado a un estado?
Es algo así como si el motor de un coche pierde aceite o el radiador pierde agua y por toda solución rellenamos los depósitos cada treinta kilómetros.  No haremos otra cosa que tapar la consecuencia de la avería pero la pérdida de aceite se hará crónica hasta que al final no sea posible poner en marcha el motor.

¿Y... si no pregunté con malicia?   Solo puedes tener a garantía de un correcto mantenimiento dijo, la entropía trabaja también dentro de los seres vivos... pero hay formas y formas de vivir.

Pero lo que yo quiero saber es cuanto se tarda en adquirir un cierto automatismo para alcanzar ese juego de equilibrios,  dije.

Eso siempre depende de la persona y la práctica, pero pronto aprenderás a establecer un ancla.

¿Un ancla? y que es

Un ancla es un gesto una ligera presión en un punto de tu cuerpo, que te permite quedar sujeto a un estado emocional positivo. Al igual que el ancla sujeta el barco al fondo, algo así como un botón... no como un apaga fuegos cuando tus pulsaciones suben cuando la tristeza te asalta aprenderás a volver con rapidez a tu equilibrio.

Así que un ancla, y si el estado ese incluye o se alcanza mediante pastillas o un porrete ya sabes... ¿me puedo colocar con un ancla?

No sé yo nunca he fumado ni un porro ni he consumido "sustancias"...

Y allí quedó la charla.

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